12/02/2025
Las Santas Miróforas: Testigos de la Resurrección de Jesucristo
Las Santas Miróforas fueron las mujeres que, en la mañana del tercer día después de la crucifixión de Jesucristo, acudieron al sepulcro con el propósito de ungir su cuerpo con mirra y especias aromáticas, conforme a la tradición judía. Estas mujeres fueron las primeras testigos de la Resurrección y desempeñaron un papel crucial en la divulgación del mensaje cristiano. Su testimonio es fundamental en los Evangelios y en la tradición de la Iglesia Ortodoxa.
Los Evangelios mencionan varias mujeres que participaron en este evento sagrado. Entre ellas se destacan:
María Magdalena: Mencionada en todos los Evangelios, fue la primera en ver a Cristo resucitado (Marcos 16:9, Juan 20:14-18).
María, madre de Santiago y José: Mencionada en Marcos 15:40 y Mateo 27:56.
Salomé: Madre de los apóstoles Santiago y Juan, citada en Marcos 15:40.
Juana: Esposa de Cusa, administrador de Herodes, referenciada en Lucas 8:3 y 24:10.
María de Cleofás: Se la menciona en Juan 19:25.
Marta y María de Betania: Hermanas de Lázaro, aunque no se las menciona explícitamente como Miróforas, forman parte del círculo de mujeres devotas a Cristo.
Susana: Mencionada en Lucas 8:3.
El papel de las Santas Miróforas está documentado en los cuatro Evangelios:
Evangelio de Mateo (28:1-10): Relata la visita de María Magdalena y la "otra María" al sepulcro.
Evangelio de Marcos (16:1-8): Se mencionan María Magdalena, María madre de Santiago y Salomé.
Evangelio de Lucas (24:1-10): Agrega a Juana entre las mujeres que descubren la tumba vacía.
Evangelio de Juan (20:1-18): Se centra en María Magdalena y su encuentro con Cristo resucitado.
En la tradición ortodoxa, el tercer domingo después de la Pascua se dedica a las Santas Miróforas, celebrando su fe y valentía. Su papel destaca la importancia de la mujer en la Iglesia primitiva y en la transmisión del mensaje cristiano.
Las Santas Miróforas fueron testigos privilegiadas del evento central del cristianismo: la Resurrección de Jesucristo. Su fidelidad, valentía y devoción las convierten en figuras ejemplares en la tradición cristiana. Su testimonio nos recuerda la importancia de la fe y el compromiso con la verdad del Evangelio.