
29/07/2025
Una mujer se cansa de excusas…
De “lo siento”, cuando ya no hay acciones.
De “voy a cambiar”, cuando lo único que cambia… es su paciencia.
De “no fue mi intención”, cuando las heridas siempre terminan en el mismo lugar: su alma.
Una mujer no se rompe de un solo golpe, pero se quiebra de a poquito…
Cada vez que la decepcionan, que le fallan, que la hacen sentir que no vale.
Y aún así… recoge los pedazos, barre el dolor, y sigue adelante.
Pero no porque no le duela. Sino porque aprendió a seguir… sin esperar nada.
Se cansa de ser la que ama de verdad.
La que perdona lo imperdonable.
La que justifica lo injustificable.
Y la que pone corazón… donde apenas le dan migajas.
Porque no hay “lo siento” que cure una trąición.
Ni “voy a cambiar” que repare años de indiferencia.
Cuando una mujer deja de llorar, de hablar, de insistir… no es que esté en paz.
Es que por fin entendió que merecía algo mejor.
Y ese día, sin gritos, sin reclamos, sin avisos…
Recoge su dignidad, deja la escoba, y se va.
Porque ya no está para recoger lo que otro destruye.
Está para reconstruirse… a ella.