
27/06/2025
Hoy vemos multitudes buscando iglesias donde se hable de prosperidad, promesas y bendición. Y ojo, no estoy en contra de eso. La Biblia dice claramente:
“Jehová te bendecirá en gran manera” (Deuteronomio 28:11).
Ese versículo es verdad. Dios bendice. Dios prospera. Dios abre puertas.
Pero el problema es cuando queremos las promesas sin pasar por el proceso.
Cuando queremos la gloria, pero sin pasar por el Getsemaní.
Cuando queremos un Cristo que nos salve, pero no un Señor que nos gobierne.
Jesús fue claro. No anduvo maquillando el mensaje para agradar. Él dijo:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).
¿Lo ves? La cruz es diaria. No se trata de una emoción del domingo, se trata de una rendición constante.
Y en ese punto el mensaje deja de ser popular.
Porque pocos quieren negarse a sí mismos.
Pocos quieren soltar el pecado que aman.
Pocos quieren seguir a Cristo aunque duela, aunque cueste, aunque nadie más lo entienda.
Hoy, la puerta ancha sigue llena. Y muchos entran, motivados por lo que pueden recibir.
Pero hay una puerta angosta, silenciosa, donde van pocos…
Ahí van los que aman a Jesús más que a su propia comodidad.
Yo decidí caminar hacia esa puerta.
¿Y tú?
Porque al final del camino, no quiero solo una vida bendecida… quiero una vida aprobada por Dios.