26/07/2025
El Catatumbo se moviliza
La segunda Caravana Humanitaria recorrerá la región para denunciar violaciones a los derechos humanos y exigir garantías para la vida
Con la fuerza de la dignidad campesina y el respaldo de organizaciones sociales de todo el país, el Catatumbo se prepara para recibir una Caravana Humanitaria internacional que recorrerá sus territorios del 25 al 31 de julio. Esta iniciativa, impulsada por la Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia – RedHer, permitirá que más de 100 caravanistas conozcan y visibilicen las múltiples violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario que enfrentan sus comunidades, así como exigir al Estado colombiano garantías reales para una vida digna.
El recorrido iniciará en la ciudad de Ocaña y atravesará municipios emblemáticos como Convención, Teorama y El Tarra, territorios históricamente golpeados por el conflicto armado, el abandono estatal y la presencia de diversos actores armados. Durante siete días, la Caravana escuchará de primera mano los testimonios de líderes y lideresas sociales, organizaciones campesinas, jóvenes y mujeres que, pese a la guerra, siguen resistiendo y construyendo iniciativas de paz.
Esta es la segunda Caravana Humanitaria al Catatumbo. La primera se realizó en los meses de agosto y septiembre de 2004, en un momento crítico de consolidación paramilitar. Aquel recorrido rompió el cerco de miedo y permitió el desarrollo del encuentro “Integración, vida y territorio”, en el que participaron más de 400 delegados y delegadas de Juntas de Acción Comunal y asociaciones de juntas de acción comunal. Ese evento fue el punto de partida para la creación del Comité de Integración Social del Catatumbo – CISCA, una de las expresiones organizativas de la región del Catatumbo.
Veinte años después, en un contexto de presión, estigmatización y señalamientos sistemáticos contra la dirigencia social y comunitaria, se realizará esta segunda caravana bajo el lema: “20 años resistiendo en el territorio”. La Caravana estará integrada por más de 100 participantes nacionales e internacionales, entre ellos delegados y delegadas de organizaciones extranjeras, comunidades campesinas, organizaciones sociales, defensores de derechos humanos, medios de comunicación, además del acompañamiento del mecanismo de verificación de las Naciones Unidas, la Defensoría del Pueblo, La Diócesis de Ocaña y La MAPP OEA. El principal objetivo es recoger las múltiples denuncias de violaciones a los derechos humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario y las violencias estructurales derivadas del abandono estatal que siguen afectando gravemente a la región. Estas denuncias se condensarán en un informe que será presentado ante las instituciones y organismos a nivel nacional e internacional.
En un contexto de creciente militarización, expansión silenciosa del paramilitarismo y criminalización de la labor social, la Caravana representa para las comunidades una acción urgente. En el Catatumbo, ejercer liderazgo o defender el territorio sigue siendo motivo de estigmatización y persecución. “Aquí hablar hoy es ponerse la lápida en la espalda. Movilizarse por la región, hacer gestiones en la gobernación o en las alcaldías municipales, así como salir a Ocaña a vender nuestros productos y abastecernos de víveres se convirtió en un riesgo alto para nosotros, y especialmente para los líderes”, señalan líderes sociales que han sido víctimas de amenazas y perfilamientos.
Además de recoger denuncias, la Caravana Humanitaria también hará seguimiento al Decreto de Estado de Conmoción Interior y verificará los avances reales del Pacto Social para la Transformación Territorial del Catatumbo. Este pacto, asumido como compromiso por el Gobierno Nacional, busca transformar estructuralmente las condiciones de vida en la región y fue construido mediante un proceso participativo que incluyó a asociaciones de Juntas de Acción Comunal, organizaciones sociales, gremios productivos, procesos de mujeres, jóvenes y el pueblo barí, así como a autoridades locales y otros actores. Se trata de uno de los ejercicios más amplios de formulación de política pública entre el Estado y las comunidades del Catatumbo.
Además de visibilizar denuncias, a lo largo del recorrido, la Caravana busca reconocer y resaltar las formas de resistencia que han surgido frente a la violencia y el abandono estatal, entre las que se encuentran expresiones de poder popular, redes de mujeres organizadas, iniciativas de soberanía alimentaria y agroecología, y procesos comunitarios que continúan apostando por mejorar las condiciones de vida en la región. Todo ello como una muestra de resistencia y persistencia en la construcción de paz desde una salida dialogada al conflicto armado.
Un líder de la región señala que, la paz es cuando hablamos de justicia social, de soberanía y de participación real en la transformación de nuestras realidades; una paz construida desde abajo, que dignifique la vida campesina y proteja el territorio. No es solo la paz de las personas, sino también la de la tierra, del río, de las comunidades y las familias. Es una apuesta por pasar de gobiernos de guerra a gobiernos para la vida, de la riqueza extrema a la justicia social, del paramilitarismo a la democracia, de la doctrina de seguridad nacional a la defensa de la dignidad, de la mentira a la verdad, de la corrupción a la honestidad, de la impunidad a la justicia, y del despojo a la garantía de no repetición.
Desde las organizaciones convocantes se hace un llamado urgente a los medios de comunicación, instituciones del Estado y organismos internacionales a visibilizar esta iniciativa y romper el cerco de estigmatización que pesa sobre el Catatumbo. La lucha por la vida, el territorio y la justicia social necesita aliados.