24/09/2025
La vida nos enseña que no basta con guardar un mensaje en el corazón; necesitamos hacerlo visible a través de gestos concretos. Jesús confió en sus discípulos y los envió con la misión de sanar y anunciar la Buena Noticia, recordándoles: “No tomen nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan” (Lc 9, 3). Con ello mostró que la verdadera fuerza no está en las seguridades materiales, sino en la confianza plena en Dios, que sostiene, provee y abre caminos allí donde parece no haberlos.
Ese envío sigue vigente para nosotros. Cada uno, desde su realidad, está llamado a ser signo de esperanza y paz en medio de un mundo que necesita consuelo. No se trata de grandes obras, sino de la coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos: un perdón que libera, una palabra que alienta, una mano que sostiene. Como también dijo el Señor: “La mies es abundante, pero los obreros son pocos” (Mt 9, 37). Ser testigos hoy significa atrevernos a caminar ligeros, confiados en que la luz de Dios nos precede y transforma incluso lo frágil en oportunidad de vida nueva.