31/10/2025
De las Comunas de Medellín, a las favelas de Río de Janeiro.
por Leonel Uriel Alzate Herrera. El balance ya es abrumador en pérdida de vidas. La policía de Río de Janeiro lanzó un operativo gigantesco en las favelas del Complexo da Penha y el Complexo do Alemão, dejando más de 130 mu***os en tres días, entre ellos 4 policías.
La acción, según el gobierno local, buscaba acabar con bandas de narcotráfico y milicias que controlaban esos barrios como si fueran repúblicas independientes.
Lo cierto es que hoy el gobierno federal de Brasil se lava las manos, el presidente Lula da Silva culpa al Estado De Río de Janeiro, dice que él no sabía de la operación, y al final la gente en los barrios quedó en medio del fuego cruzado.
La Policía ya estaba maniatada. Desde 2020 la Corte Suprema de Brasil había limitado las operaciones policiales en las favelas, con el argumento de proteger a los civiles. Ese fallo suspendió los operativos salvo en “casos excepcionales”. Según reportes, después de esa medida bajaron las muertes por intervención policial.
Pero con el paso del tiempo, las bandas narcotraficantes aprovecharon ese vacío, impusieron su propia ley, dominaron barrios enteros y le metieron miedo hasta a la propia policía. Hoy esas zonas son casi territorios de nadie.
Ahora bien, lo que muchos no se atreven a decir es que, está muy bien proteger los derechos humanos, pero no puede ser que, bajo ese argumento, se normalice que los buenos ciudadanos tengan que vivir bajo el imperio del crimen. Es absurdo que los que trabajan y luchan por sacar adelante a sus familias, tengan que esconderse mientras los delincuentes mandan la parada.
En esas favelas de Brasil, como en muchos barrios subnormales de Colombia, miles de niños crecen viendo cómo el que tiene un arma manda, o ver cómo el que roba vive mejor que el que trabaja honestamente. Y así, sin darse cuenta, muchos niños de esas zonas terminan yendo por el mismo camino torcido, porque el Estado los abandonó, y no puede ser que, en pleno siglo XXI aún haya barrios donde el Estado solo entra cuando va a recoger mu***os. Eso no es progreso, es abandono.
Algo similar pasó en Medellín hace más de veinte años. En 2002, la Operación Orión en la Comuna 13 fue una acción militar dura, con helicópteros, tanquetas y cientos de soldados. Murieron más de 80 personas y hubo muchas denuncias de desapariciones, esa es una herida que aún no cierra.
Pero también es verdad que, antes de eso, la Comuna 13 de Medellín, dicho por sus propios habitantes, era un in****no invivible. Los combos, las milicias y la guerrilla tenían aterrorizada a la gente.
Después de la operación Orión, con todas sus graves fallas, la Comuna 13 empezó a respirar. Hoy en día esa es una zona donde hay turismo, arte urbano, música, comercio, vida. Nadie dice que fue perfecto, y claro, si hubo violaciones a los derechos humanos, a los miembros de la Fuerza Pública que las cometieron debe caerles todo el peso de la Ley.
Pero también hay que decir que ese episodio en Medellín sí fue un punto de quiebre, porque desde entonces el Estado recuperó presencia, y volvió a entrar donde hacía años no podía.
Uno se pregunta, ¿cuánto más vamos a seguir aguantando que los bandidos sean quienes gobiernen los barrios más pobres y vulnerables? Proteger la vida no puede ser sinónimo de dejar actuar al que mata, o al que roba, recluta, envicia y mete en el mal camino a los pelados.
Un Gobierno que convierte en "víctimas" a los criminales, y le da la espalda a sus buenos ciudadanos, termina empujándolos a la miseria y a la destrucción de las familias.
Lo que está pasando en Río de Janeiro no es solo una guerra contra el crimen; es también el grito desesperado de la gente buena, que quiere recuperar su barrio, su casa, su derecho a vivir tranquilos.
Los Derechos Humanos deben defenderse, en cualquier parte del mundo; pero también los gobiernos tienen que defender los derechos de los humanos buenos, de la gente que madruga a trabajar honestamente, los que sueñan con un país mejor y no viven de hacerle daño a los demás, porque cuando a los ciudadanos honestos les toca esconderse, es porque los malos ya le ganaron la carrera al Estado.