
17/05/2025
Hay hijos que no perdieron a sus padres por la muerte, sino por la ausencia emocional. Son los hijos que crecen con adultos ocupados, distraídos, apurados. La orfandad emocional es invisible, pero duele más que la física: porque nadie la reconoce, nadie la valida, y muchos la heredan.
Papá está en casa, pero nunca está contigo. Mamá te ve, pero no te mira.
El psiquiatra Daniel Siegel llama a esto desconexión afectiva, y es uno de los factores de mayor riesgo en salud mental adolescente. La presencia física no reemplaza el vínculo emocional. No basta estar en la casa; hay que estar en el corazón.
"Mamá me pregunta cómo me fue, pero nunca escucha la respuesta. Papá me dice que me quiere, pero no recuerda mi color favorito. Cuando se sienta a mi lado, no me pregunta cómo estoy. Estoy aprendiendo a estar solo… aunque ellos estén aquí."
Ejemplo real + ejercicio:
Una adolescente dijo:
"Mis papás trabajan tanto que lo único que quieren al llegar es paz. Me hablan si s**o mala nota. Me ignoran si estoy bien. Aprendí a no molestar."
Ejercicio:
Hoy, acércate a tu hijo y dile:
"No quiero que me cuentes nada si no quieres, solo quiero estar contigo. ¿Qué te gustaría que hagamos juntos aunque sea 10 minutos?"
Consejo práctico:
Crea 15 minutos diarios de "presencia plena". Sin pantallas, sin regaños, sin multitareas. Solo tú y tu hijo. Ese pequeño acto es un puente que puede salvar una relación rota.
Los hijos no piden perfección. Piden conexión. Aún estás a tiempo de dejar de ser un padre ausente con presencia… y convertirte en un padre presente con alma.
No necesitas haber mu**to para dejar de existir.
Basta con apagar el alma, y seguir con la rutina.
Tus hijos no quieren sobrevivir contigo.
Quieren que despiertes… antes de que sea demasiado tarde.