13/12/2025
|| Artículo de opinión. 🇳🇮
En Nicaragua, los nuevos liderazgos deben surgir de la juventud y del relevo generacional que dio la batalla en 2018. Abril fue la puerta que se abrió para escoger otro destino a un país capaz de desmontar el corporativismo que estrangula la economía de libre mercado y la democracia liberal. Debemos dejar atrás siglos de dependencia de las viejas élites que, como los antiguos terratenientes de mentalidad feudal, han guiado el rumbo político según sus propios intereses, incluidos los Chamorro, cuyo peso histórico ya ha causado suficiente daño a la nación.
Pero Abril, aunque sembró la semilla del cambio, no garantiza por sí solo la transformación. Esa semilla necesita conocimiento, formación y autonomía. Mientras las nuevas generaciones no se eduquen, no se organicen y no se independicen, los hilos ocultos, sean los del capital tradicional o de ciertas ONG, seguirán influyendo en la dirección del país como lo han hecho por décadas.
En 2018 enfrentamos a un enemigo que solo sabe sostener el poder mediante el engaño, la trampa y el as*****to. No dudaron en colocar francotiradores contra jóvenes que marchaban pacíficamente. Y a eso se sumó una oposición funcional que terminó validando la narrativa oficialista de un pueblo violento, los lumpem nos llamaban, cuando en realidad ese pueblo solo se defendía de un monstruo que ya conocía bien y que ellos también alimentaron.
Frente a un panorama internacional incierto y una región poco dispuesta a defender la democracia, la dictadura ha extendido su largo y sucio brazo de la “robolución” para transgredir la soberanía de países como Costa Rica y Honduras, con tal de perseguir, amenazar o incluso eliminar disidentes, exiliados y antiguos combatientes de la contra.
Ante esa realidad, la defensa de nuestros derechos no puede descartarse. Como exiliados, como víctimas, como nicaragüenses, también tenemos derecho a la autodeterminación, especialmente cuando desde 2007 se nos arrebató la posibilidad de elegir libremente a nuestros gobernantes.
Sin embargo, la generación de 2018 no puede volver a servir de carne de cañón para proyectos personales ni para quienes solo aspiraban a ocupar el turno del dictador. Esa generación debe prepararse profesional y políticamente. El exilio debe convertirse en un puente, no en un refugio pasivo. Y la lucha, necesariamente, debe reconstruirse desde adentro, sin depender completamente de fuerzas externas que, aunque importantes, siempre tendrán sus propios intereses, muchas veces ajenos al grito y espíritu de Abril.
Por eso urge que la organización avance entre los que compartimos visión y afinidad. Necesitamos revitalizar el activismo, reconstruir la solidaridad internacional no solo de los gobiernos si no de las ciudadanos democratas, reencender la conciencia de quienes por miedo o cansancio, se han apartado del camino.
No esperemos cumplir diez años en el exilio para preguntarnos qué hacer. El camino empezó en 2018. Sigámoslo recorriendo con claridad y con propósito para reencontrarnos con el destino que nos arrebataron, pero que todavía es nuestro.
✍🏻 El escritor es: Líder del territorio de Niquinohomo, Masaya. Nic. Fundador del Movimiento 19 de Abril. Actualmente miembro del Directorio Ejecutivo de Renacer Nicaragua
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