08/10/2024
Martes 8 de Octubre de 2024
Vigésima séptima Semana del Tiempo Ordinario
Primera Lectura
Quiso revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara entre los paganos.
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas 1, 13-24
Hermanos: Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla. Deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas.
Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días.
No vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo. Después me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de manera que las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente. Lo único que habían oído decir de mí era: "El que antes nos perseguía, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir", y glorificaban a Dios por mi causa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo
Del salmo 138
R/. Condúceme, Señor por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente:
tú conoces cuándo me siento y me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos,
tú observas mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
Tú formaste mis entrañas,
me tejiste en el seno materno.
Te doy gracias por tan grandes maravillas;
soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R/.
Conocías plenamente mi alma,
no se te escondía mi organismo,
cuando en lo oculto me iba formando
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.
Aclamación
Aleluya, Aleluya
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor.
Aleluya, Aleluya
Evangelio
Marta lo recibió en su casa. - María escogió la mejor parte.
Del Santo Evangelio según San Lucas: 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración:
Señor Jesús.
Tú, que por el amor que le tienes al mundo diste tu vida por nuestra salvación. Hoy acudimos a tu protección e imploramos tu asistencia y auxilio en estos momentos de angustia para el mundo entero.
Te pedimos ilumines a los gobernantes para que sus decisiones contribuyan a un mundo de paz y bienestar para todos los pueblos y naciones.
Que todos los hombres, con nuestro esfuerzo y trabajo conformemos una sociedad justa y tengamos la capacidad para ayudar a las personas más desfavorecidas.
También te pedimos por todos los sacerdotes, para que reaviven el Don recibido y sean fervorosos proclamadores de la Buena Nueva, y auténticos imitadores de Cristo nuestro Señor.
Te lo pedimos por tu infinita Misericordia y por tu preciosísima Sangre que derramaste por nosotros y por el mundo entero:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros
pecados y los del mundo entero."
"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."
Amén.
Reflexión:
En la Primera Lectura nos habla San Pablo de su conversión y como el Señor lo tenía preparado para la misión de llevar su Palabra a los pueblos paganos.
Así es la vida. San Pablo expresa con mucha sabiduría y profundidad: “Un día quiso revelarme a su Hijo”. Si leemos el capítulo 9 del Libro Hechos de los Apóstoles, veremos con más detalles lo que sucedió ese día. Camino a Damasco, aquel muchacho de nombre Saulo tuvo un “encontronazo” con el Señor. A partir de ese momento, un incansable servidor del Señor.
Hay medios ordinarios para que las personas se conviertan. También hay medios extraordinarios. Saulo, después llamado Pablo y después elevado a Santo, tuvo una conversión por medios extraordinarios. Cierto es que esa Gracia especial le es concedido a muy pocas personas. Sin embargo, todos estamos llamados a servir al Señor y también a tener nuestra propia conversión.
La manera ordinaria de la conversión es a través de la catequesis. Y dentro de la catequesis, tendremos las mismas enseñanzas que tuvo el mismo San Pablo. Y tendremos las enseñanzas que el mismo San Pablo nos da en sus cartas apostólicas y pastorales. También tenemos el magisterio de la Iglesia que se ha enriquecido con los múltiples escritos de los Doctores de la Iglesia y de las encíclicas y documentos papales y conciliares. Pero, ¿Qué pasa con el hombre de hoy? ¿Por qué muchos de los hombres de hoy no se convierten? ¿Por qué no quieren escoger le mejor parte? Porque el ruido del mundo le ha nublado el entendimiento.
En el Evangelio vemos que Marta trabaja mientras el Señor está en su casa. María lo atiende. Y está bien, en el mundo se requiere del trabajo, pero el trabajo realizado tomado de la mano del Señor. Del trabajo que santifica al hombre.
El pasaje que hoy nos presenta San Lucas es tradicionalmente conocido para discernir el llamado de Dios y la vocación a la que cada uno de nosotros debemos elegir. Por un lado Marta que representa al trabajo que en este mundo requerimos para poder vivir y satisfacer las necesidades materiales, y por otro lado María que representa la vida consagrada y en especial la vida contemplativa.
Consagrar la vida al Señor en vida contemplativa es de las vocaciones más difíciles, que requieren de una Gracia muy especial, que solo puede venir de lo alto. Sin embargo gracias a las personas que consagran su vida al Señor a través de la contemplación, la Iglesia tiene donde soportar su acción evangelizadora, pues de la adoración perpetua de estas almas Dios sostiene la Iglesia que tan golpeada está en el mundo.
Por su lado Marta es portavoz de tanta gente de este tiempo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile que me ayude”.
Y en torno a esta propuesta de Martha al Señor: “Dile que me ayude”, vamos a reflexionar.
Todos los días, a cada instante, el hombre tiene que tomar decisiones. Desde decisiones triviales, hasta decisiones trascendentales. Y cada decisión que tomamos nos acerca o nos aleja del Señor.
¿Es tiempo de orar o es tiempo de actuar? ¿Es tiempo de aprender o es tiempo de enseñar? ¿Es tiempo de escuchar al Señor o es tiempo de trabajar? Cada pregunta que presentamos conlleva una respuesta que implica una decisión. Y la decisión es personal. Y no quiere decir que una respuesta sea correcta y otra equivocada.
Ante una misma propuesta, Martha y María deciden diferente. María escogió escuchar al Señor, Martha decidió trabajar. ¿Cuál es la mejor parte? El Señor nos dice que María, y es cierto. Pero, ¿Por qué la parte que escogió Martha no es la mejor?
La parte que escogió Martha no es la mejor, no en sí mismo por lo que representa el trabajo activo, sino por la actitud con el que lo desempeña. “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola? Dile que me ayude”.
María se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Martha se acerca a Jesús para reprochar la actitud de María. Vamos a contemplar la escena:
Dos hermanas reciben una visita. Vamos a ver dos posibles escenarios. Si sabias que tendrías visita, los quehaceres de la casa se hacen antes de que llegue la visita. O bien, la visita llega de sorpresa, se deja lo que se está haciendo y se atiende a la visita. ¿O quién recibe una visita y la deja sola? Martha es lo que hacía y pretendía María hiciera lo mismo.
Esta escena que contemplamos la podemos y debemos llevar a nuestra vida diaria. Todos los días está el Señor con nosotros esperando le dediquemos unos minutos antes de iniciar nuestros quehaceres. ¿Se los dedicamos? ¿O nos conducimos como Martha sin escuchar al Señor?
Todos los días tomamos decisiones. ¿Tomamos decisiones humanas o pedimos consejo al Señor para tomar decisiones que nos conduzcan a hacer su voluntad? Uno de los Dones del Espíritu Santo es el de Consejo. Pero muy probablemente nuestros quehaceres nos lleven a estar como Martha, y esa actitud no es la que propiamente es la mejor parte.
Si tomamos decisiones donde pidamos ayuda al Señor, al Espíritu Santo, nuestras decisiones serán las mejores, sin importar si son de vida contemplativa o de acción.
Para que nosotros funcionemos bien necesitamos de la Gracia. La Gracia es invisible, pero es la que hace eficaz todo lo que hacemos. ¿Ustedes ven cuando un cable tiene corriente eléctrica y cuando no la tiene? Bueno así tampoco se ve la Gracia, pero es la que hace la eficacia de la Iglesia, que somos todos los bautizados; así como la corriente eléctrica hace funcionar los aparatos.
Santa Teresa de Calcuta fundó la congregación de las Hermanitas de la Caridad. Ellas atendían a personas humildes enfermas. Y tenían muchos enfermos que atender, sin embargo dentro de sus estatutos debían orar una hora ante el Santísimo Sacramento del Altar.
Un día ante la necesidad de atender tantos enfermos, se reunieron varias hermanas con la Madre Teresa, y le solicitaron si en lugar de estar una hora en oración y adoración podía ser menos tiempo. Ella les dijo que lo iba a consultar en oración con el Señor y al día siguiente les daba la respuesta.
Al día siguiente las hermanas deseosas de saber la respuesta fueron con la Madre Teresa, y les dijo: “Ya tengo una respuesta del Señor. Efectivamente vamos a tener un cambio. En lugar de una hora diaria de oración y adoración serán dos”.
Jesús nos dice: “Yo soy la vid, y ustedes son los sarmientos. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada” (Jn. 15, 5).
María escogió la mejor parte y nadie se la quitará. Sin embargo en la vocación de Martha estamos representados todos los laicos, y es la que satisface las necesidades materiales que todos tenemos. Nosotros también debemos acercarnos al Señor, pero sin descuidar las labores cotidianas. Así le ofrecemos nuestro trabajo y tenemos una actividad apostólica, donde damos testimonio de nuestra fe y de nuestro ser cristiano.
Pidamos al Señor que seamos instrumentos de su amor en la vocación a la que hemos sido llamados y libremente hemos elegido. Ahí donde estamos, unidos al Señor demos fruto de santidad.
Que tengan un día lleno de bendiciones.