20/04/2025
Un límite firme educa más que mil advertencias sueltas.👇
Dices “no puedes salir”... pero después cedes. Castigas, pero al rato te arrepientes y quitas la consecuencia. Y te preguntas por qué tu hijo no te toma en serio.
No es que no entienda… es que ya aprendió que tus límites no se sostienen. Y eso no educa. Eso confunde.🫠
📊Cuando tus límites cambian según tu humor, tu hijo no se siente libre… se siente inestable. Cada vez que prometes una consecuencia y no la cumples, le quitas el piso emocional.
Y él camina por la vida como por una cuerda floja: dudando, desconfiando, desequilibrado… probando suerte, a ver si esta vez el castigo se cumple o no, sin asumir responsabilidades ni respeto por nada.
Los límites no son castigos. Son cuerdas de seguridad. Si no se sostienen… él tampoco.
Ejemplo con ejercicio:💭
Alicia, mamá de Tomás (15), le advirtió que si no llegaba a tiempo, no saldría el fin de semana. Tomás volvió tarde. Pero ella, al verlo tranquilo, le dijo: — “Bueno… solo esta vez te dejo salir.”
Una semana después, lo mismo. Alicia notó que su hijo ya no respetaba ningún horario. Entonces decidió aplicar el ejercicio:
👉Eligió 3 reglas innegociables con consecuencias claras. Las escribió en un papel, las conversaron juntos y las pegaron en la nevera.
La siguiente vez que Tomás llegó tarde, no salió el fin de semana. No hubo gritos. Solo coherencia.👏
Explicación del ejercicio: 🔩
Define reglas que no vas a cambiar por cansancio, culpa o miedo. Cuando tu hijo ve que se sostienen, empieza a respetarlas.
🗣️Frase práctica para aplicar:
“Esto no es castigo. Es una consecuencia. Lo hablamos y acordamos, y yo también tengo que cumplirlo.”
Consejo final 🌟
No necesitas muchas reglas. Solo reglas claras y firmes. Si tus palabras se doblan… tu autoridad y la educación de hijo también.
Autor desconocido