
25/08/2025
CLASE 13 - Justificación Vivencial - PARTE 01
Míralo en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=zBkTmtTJfSE
En la última clase aprendimos que la justificación por la fe “HACE POR EL HOMBRE LO QUE ÉSTE NO PUEDE HACER POR SÍ MISMO”. Hay al menos dos cosas que el hombre pecador no puede hacer por sí mismo. En primer lugar, es “saldar su deuda” y segundo lugar, es “hacerse justo”. Puesto que el hombre ha violado la ley de Dios, tiene una “deuda legal” que sólo podría pagar con su muerte. También el hombre ha degradado sus facultades a tal punto que le es imposible obedecer perfectamente la ley de Dios, por lo cual no puede “hacerse justo”. Este doble problema es solucionado a través de la justicia de Cristo, la cual le es IMPUTADA e IMPARTIDA.
Al recibir la justicia IMPUTADA por medio de la fe, el hombre salda su “deuda legal”, pues la perfecta justicia de Cristo cubre todos sus pecados cometidos en el pasado. Así compadece ante Dios como si nunca jamás hubiese pecado. Sin embargo, el hombre tiene que ser guardado de futuras trasgresiones. Pues la JUSTICIA IMPUTADA, no es una indulgencia para cubrir pecados futuros:
Rom 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”
Rom 3:24 “siendo JUSTIFICADOS GRATUITAMENTE POR SU GRACIA, mediante la redención que es en Cristo Jesús,”
Rom 3:25 “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de HABER PASADO POR ALTO, en su paciencia, LOS PECADOS PASADOS,”
Rom 3:26 “con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”
Jud 1:24 “Y a aquel que ES PODEROSO PARA GUARDAROS SIN CAÍDA, y presentaros SIN MANCHA delante de su gloria con gran alegría, …”
Es aquí cuando interviene la JUSTICIA IMPARTIDA, para solucionar el problema vivencial del pecador que no puede “hacerse justo” en sus propios esfuerzos. Así el pecador encuentra en la justicia de Cristo la respuesta a todos sus problemas (legales y vivenciales). La perfecta justicia de Cristo, no sólo le es IMPUTADA al pecador, sino que también le es IMPARTIDA por la fe. IMPUTADA, para perdonar todos sus pecados e IMPARTIDA para guardarle de pecar y “hacerle justo”. Veamos en esta ocasión lo que enseña la Biblia sobre la justicia IMPARTIDA.
JUSTICIA IMPARTIDA
LO QUE DICE EL ANTIGUO TESTAMENTO
Job 25:4 “¿Cómo, pues, SE JUSTIFICARÁ el hombre para con Dios? ¿Y cómo SERÁ LIMPIO el que nace de mujer?”
“¿COMO SE JUSTIFICARÁ EL HOMBRE CON DIOS? ¿CÓMO SE HARÁ JUSTO EL PECADOR? Sólo por intermedio de Cristo podemos ser puestos en armonía con Dios y con la santidad; pero ¿cómo debemos ir a Cristo? ...” (CC 23.1; SC.23.1) (El Camino a Cristo, Pág.23, Par.1)
Nota: En inglés dice: “How shall a man be just with God? How shall the sinner be made righteous?” Que se traduce: “¿Cómo será un hombre justo ante Dios? ¿Cómo será hecho justo el pecador?” La respuesta la encontramos en:
Deu 6:25 “Y TENDREMOS JUSTICIA cuando cuidemos de PONER POR OBRA TODOS ESTOS MANDAMIENTOS delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.”
Este pasaje dice claramente que podemos “tener justicia”. Esto no es una mera “legalidad” mediante “declaración judicial”, sino que habla de una experiencia en la vida. Esta justicia se la alcanza poniendo por obra todos los mandamientos de Dios. Es algo que podemos alcanzar y lograr de lo contrario no tendríamos este pasaje. Dios es quien obra en nosotros esa justicia.
Sal 51:2 “LÁVAME más y más de mi maldad, Y LÍMPIAME de mi pecado.”
Sal 51:7 “PURIFÍCAME con hisopo, y seré limpio; LÁVAME, y seré más blanco que la nieve.”
Sal 51:10 “CREA EN MÍ, OH DIOS, UN CORAZÓN LIMPIO, Y RENUEVA UN ESPÍRITU RECTO DENTRO DE MÍ.”
Sal 51:11 “No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.”
Sal 51:17 “Los sacrificios de Dios son EL ESPÍRITU QUEBRANTADO; Al CORAZÓN CONTRITO Y HUMILLADO no despreciarás tú, oh Dios.”
Tenemos aquí el verdadero sentido y significado Bíblico del perdón. Recordemos una vez más que el perdón y la justificación son una y la misma cosa. De ahí entendemos que David comprendía el verdadero efecto de la justificación por la fe en el pecador. Implica un “lavamiento regenerativo” y una limpieza del pecado. Y desde luego, esta limpieza no es meramente legal, sino experimental. Hay una purificación de la mente y el espíritu. Una nueva creación, un nuevo corazón y un nuevo espíritu; lo que significa una transformación y regeneración del carácter. Todo esto es logrado por medio de la influencia del Espíritu Santo renovando el interior. Téngase en cuenta que este salmo fue escrito por David por causa de su pecado y solicitando el perdón (justificación) de Dios. Los testimonios explican:
“El perdón de Dios NO ES MERAMENTE UN ACTO JUDICIAL por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también UNA REDENCIÓN DEL PECADO. Es LA EFUSIÓN DEL AMOR REDENTOR QUE TRANSFORMA EL CORAZÓN. David tenía EL VERDADERO CONCEPTO DEL PERDÓN cuando oró ‘CREA EN MÍ, OH DIOS, UN CORAZÓN LIMPIO, Y RENUEVA UN ESPÍRITU RECTO DENTRO DE MÍ.” (DMJ 97.2; MB.114.1) (El Discurso Maestro de Jesucristo, Pág.97, Par.2)
Pro 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará; MAS EL QUE LOS CONFIESA Y SE APARTA ALCANZARÁ MISERICORDIA.”
La misericordia de la que se habla aquí es el perdón de Dios. Y el perdón es la justificación. Note el lector que el pecado no es perdonado si antes no hay una confesión y abandono del mismo. El pecado debe ser abandonado y apartado de la conducta del individuo antes del alcance de cualquier misericordia. Ese es el verdadero orden de eventos. No habría perdón para el pecador, si antes éste no abandona el pecado. De ahí que la justificación está sujeta a condiciones claras. Y la fiel obediencia a los mandamientos que resulta del apartarse del pecado es la primera condición para la justificación.
Por supuesto, es evidente que esta justicia no es lograda por el esfuerzo humano del pecador, sino que es el poder de la gracia y la influencia del Espíritu Santo, quien opera esta justificación (IMPARTIDA) en el pecador. El pecador por sí mismo no puede dejar su pecado. No tiene la fuerza moral para hacerlo. Es Cristo quien opera esta cirugía en su corazón, de modo que los méritos siempre estarán en Cristo. El pecador sólo debe ser susceptible a la influencia del Espíritu de Dios. Leemos:
“…En la vida de los que han llegado a ser participantes de la naturaleza divina, hay evidencia de que SE HA CRUCIFICADO EL ESPÍRITU ALTIVO Y AUTOSUFICIENTE QUE CONDUCE A LA EXALTACIÓN DEL YO. En su lugar mora el espíritu de Cristo, y los frutos del Espíritu aparecen en la vida. Cuando POSEEN LA MENTE DE CRISTO, sus seguidores REVELAN LAS GRACIAS DE SU CARÁCTER.” (EJ 295.3; LHU.301.3) (Exaltad a Jesús, Pág.295, Par.3)
“NADA MENOS QUE ESTO HARÁ QUE LOS SERES HUMANOS SEAN ACEPTABLES DELANTE DIOS. Nada menos que esto les permitirá desarrollar EL CARÁCTER PURO Y SANTO QUE DEBEN POSEER LOS QUE HAYAN DE SER ADMITIDOS EN EL CIELO. TAN PRONTO COMO UN INDIVIDUO SE REVISTE DE CRISTO, SU ESPÍRITU Y SUS PALABRAS DAN EVIDENCIAS DEL CAMBIO OPERADO EN ÉL. Su alma queda rodeada por la atmósfera divina; porque Cristo mora en su interior.” (EJ 295.4; LHU.301.4) (Exaltad a Jesús, Pág.295, Par.4)
“La justificación por la fe en Cristo SE MANIFESTARÁ EN LA TRANSFORMACIÓN DEL CARÁCTER...” (1888 1532.2) (The Ellen G. White 1888 Materials, Pág.1532, Par.2)
1Sa 10:6 “Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y SERÁS MUDADO EN OTRO HOMBRE.”
1Sa 10:9 “Aconteció luego, que al volver él la espalda para apartarse de Samuel, LE MUDÓ DIOS SU CORAZÓN; y todas estas señales acontecieron en aquel día.”
Note que el Espíritu cuando viene transforma, regenera y santifica al hombre. No podría ser diferente, pues es el Espíritu Santo quien convence de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8). De ahí que la verdadera justificación la trae el Espíritu Santo al alma. No hay justificación alguna al margen de la operación regeneradora del Espíritu Santo de Dios. Es el Espíritu quien convence de pecado, es el Espíritu quien nos lleva al arrepentimiento. Es el Espíritu quien toca nuestros corazones y nos hace ver nuestra necesidad de Cristo. Es el Espíritu Santo quien derrota nuestro ego, humilla nuestro orgullo, coloca odio en nosotros por el pecado y cambia nuestra mente. Él nos lleva al “nuevo nacimiento” y trae la regeneración. Todo eso ocurre antes de cualquier justificación legal. ¿Acaso no es una experiencia vivencial? Leemos:
“…Como evidencia de que hacía esto por autoridad divina, le predijo los incidentes que le ocurrirían en su viaje de regreso a su casa, y le aseguró a Saúl que EL ESPÍRITU DE DIOS LE CAPACITARÍA para ocupar el cargo que le esperaba...” (PP 598.3; PP.610.1) (Patriarcas y Profetas, Pág.598, Par.3)
“Cuando Saúl se unió a los profetas en su culto, EL ESPÍRITU SANTO REALIZÓ UN GRAN CAMBIO EN ÉL. LA LUZ DE LA PUREZA Y DE LA SANTIDAD DIVINAS BRILLÓ SOBRE LAS TINIEBLAS DEL CORAZÓN NATURAL. Se vio a sí mismo como era delante de Dios. VIO LA BELLEZA DE LA SANTIDAD. Se le invitó entonces a principiar LA GUERRA CONTRA EL PECADO Y CONTRA SATANÁS, y se le hizo comprender que EN ESTE CONFLICTO TODA LA FORTALEZA DEBÍA PROVENIR DE DIOS. EL PLAN DE LA SALVACIÓN, QUE ANTES LE HABÍA PARECIDO NEBULOSO E INCIERTO, FUE ENTENDIDO POR ÉL. El Señor lo dotó de valor y sabiduría para su elevado cargo. Le reveló LA FUENTE DE FORTALEZA Y GRACIA, e iluminó su entendimiento con respecto a las divinas exigencias y su propio deber.” (PP 599.1; PP.610.3) (Patriarcas y Profetas, Pág.599, Par.1)
Isa 6:5 “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy mu**to; porque SIENDO HOMBRE INMUNDO DE LABIOS, y HABITANDO EN MEDIO DE PUEBLO QUE TIENE LABIOS INMUNDOS, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”
Isa 6:6 “Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano UN CARBÓN ENCENDIDO, tomado del altar con unas tenazas;”
Isa 6:7 “y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que ESTO TOCÓ TUS LABIOS, y ES QUITADA TU CULPA, Y LIMPIO TU PECADO.”
Isa 61:3 “…a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, MANTO DE ALEGRÍA EN LUGAR DEL ESPÍRITU ANGUSTIADO; y SERÁN LLAMADOS ÁRBOLES DE JUSTICIA, plantío de Jehová, para gloria suya.”
Isa 61:10 “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque ME VISTIÓ CON VESTIDURAS DE SALVACIÓN, ME RODEÓ DE MANTO DE JUSTICIA, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.”
Podemos ver claramente aquí que ser vestidos de salvación es lo mismo que ser rodeados con el manto de la justicia de Cristo. Isaías 61:3 deja claro que esta es una experiencia vivencial que trae alegría al pecador. Es la misma experiencia de Isaías 6 cuando al ser tocado con el carbón encendido tomado del altar, su culpa fue quitada de él y quedó limpio de su pecado.
Toda la Biblia está impregnada de esta gran verdad. La justificación por la fe es un milagro del poder creativo de Dios. El mismo poder que creó el universo, es el mismo poder que efectúa nuestra justificación. Él nos HACE JUSTOS. Para los hombres es imposible, pero para Dios nada es imposible. Leemos:
“Al paso que Dios puede ser justo y sin embargo justificar al pecador por los méritos de Cristo, NADIE PUEDE CUBRIR SU ALMA CON LA JUSTICIA DE CRISTO MIENTRAS PRACTIQUE PECADOS CONOCIDOS, o descuide deberes conocidos. DIOS REQUIERE LA ENTREGA COMPLETA DEL CORAZÓN ANTES DE QUE PUEDA EFECTUARSE LA JUSTIFICACIÓN. Y a fin de que el hombre RETENGA LA JUSTIFICACIÓN, DEBE HABER UNA OBEDIENCIA CONTINUA mediante una fe activa y viviente que obre por el amor y purifique el alma.” (FO 103.1; FW.100.1) (Fe y Obras, Pág.103, Par.1)
Jer 31:31 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré NUEVO PACTO con la casa de Israel y con la casa de Judá.”
Jer 31:32 “No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.”
Jer 31:33 “Pero ESTE ES EL PACTO QUE HARÉ con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: DARÉ MI LEY EN SU MENTE, Y LA ESCRIBIRÉ EN SU CORAZÓN; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”
Jer 31:34 “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque PERDONARÉ LA MALDAD DE ELLOS, y NO ME ACORDARÉ MÁS DE SU PECADO.”
Vemos aquí que primero el Espíritu Santo escribe la santa ley de Dios en nuestra mente y nuestro corazón, y luego Jehová perdonará nuestra maldad y no recordará más nuestros pecados. Esto está en perfecta armonía con el hecho de que los “hacedores de la ley serán justificados”. Y es que antes de que venga el perdón, el corazón debe ser transformado, debe ser siervo del nuevo pacto. Leemos:
“SER PERDONADO de la manera en que Cristo perdona, NO ES SÓLO SER PERDONADO, SINO SER RENOVADO EN EL ESPÍRITU DE NUESTRA MENTE. El Señor dice: “Te daré un corazón nuevo”. LA IMAGEN DE CRISTO DEBE QUEDAR ESTAMPADA EN LA MENTE, EL CORAZÓN Y EL ALMA. El apóstol dice: "Y tenemos la mente de Cristo"...” (RH August 19, 1890, par. 7) (The Review and Herald, 19 de agosto de 1890, Par.7)
Eze 36:26 “OS DARÉ CORAZÓN NUEVO, Y PONDRÉ ESPÍRITU NUEVO DENTRO DE VOSOTROS; y QUITARÉ DE VUESTRA CARNE EL CORAZÓN DE PIEDRA, Y OS DARÉ UN CORAZÓN DE CARNE.”
Eze 36:27 “Y PONDRÉ DENTRO DE VOSOTROS MI ESPÍRITU, y HARÉ QUE ANDÉIS EN MIS ESTATUTOS, Y GUARDÉIS MIS PRECEPTOS, Y LOS PONGÁIS POR OBRA.”
No podemos decir que vivimos bajo el pacto de la gracia, y que hemos recibido el perdón de Dios, sin esta experiencia en nuestro corazón. Y esto se logra por la influencia del Espíritu Santo. No somos nosotros los que nos cambiamos a nosotros mismos. No nos auto regeneramos. Eso es una imposibilidad. El hombre no puede “hacerse justo” así mismo, de modo que creer en esto no coloca mérito alguno en las facultades humanas. No es el hombre salvándose así mismo, sino Dios salvando al hombre DE sus pecados convirtiéndole en un “hacedor de la ley”. Leemos:
“Cuando el pecador, atraído por el poder de Cristo, se acerca a la cruz levantada y se postra delante de ella, SE REALIZA UNA NUEVA CREACIÓN. Se le da UN NUEVO CORAZÓN; llega a ser UNA NUEVA CRIATURA en Cristo Jesús. LA SANTIDAD ENCUENTRA QUE NO HAY NADA MÁS QUE REQUERIR. Dios mismo es ‘el que justifica al que es de la fe de Jesús.” (PVGM 127.1; COL.162.4) (Palabras de Vida del Gran Maestro, Pág.127, Par.1)
Zac 3:1 “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.”
Zac 3:2 “Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?”
Zac 3:3 “Y Josué ESTABA VESTIDO DE VESTIDURAS VILES, y estaba delante del ángel.”
Zac 3:4 “Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: QUITADLE ESAS VESTIDURAS VILES. Y a él le dijo: Mira que HE QUITADO DE TI TU PECADO, y TE HE HECHO VESTIR DE ROPAS DE GALA.”
Zac 3:5 “Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.”
Zac 3:6 “Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo:”
Zac 3:7 “Así dice Jehová de los ejércitos: SI ANDUVIERES POR MIS CAMINOS, Y SI GUARDARES MI ORDENANZA, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar.”
Zac 3:8 “Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo.”
Vemos claramente aquí, que primero Dios quita el pecado, quita las vestiduras viles. ¿Y qué representan esas vestiduras viles? Representan el carácter sucio y contaminado del pecador. Su justicia humana, trapos de Inmundicia. Así que cuando Dios quita esas vestiduras viles, en realidad lo que hace es transformar el carácter. Quita nuestro mal carácter, nuestra justicia humana. Elimina nuestra propia justicia contaminada. Eso en la práctica significa que Dios nos “HACE JUSTOS”. Y sólo después nos viste (cubre) con la perfecta justicia de Cristo. Leemos:
“El Señor no niega la acusación de indignidad de Josué, pero demuestra que lo compró por precio. LO VISTE CON SUS VESTIDURAS DE JUSTICIA, NO PONIÉNDOLAS SOBRE LAS VESTIDURAS SUCIAS DE DESOBEDIENCIA Y TRANSGRESIÓN, SINO DICIENDO PRIMERO: «QUÍTALE ESAS VESTIDURAS SUCIAS» ...” (RH August 20, 1901, par. 10) (The Review and Herald, 20 de agosto de 1901, Par.10)
“ESTE CAMBIO SE REALIZA BAJO CONDICIÓN DE OBEDIENCIA...” (RH August 20, 1901, par. 11) (The Review and Herald, 20 de agosto de 1901, Par.11)
“NINGÚN PECADO PUEDE TOLERARSE en aquellos que andarán con Cristo en ropas blancas. LAS VESTIDURAS SUCIAS HAN DE SER SACADAS, Y HA DE PONERSE SOBRE NOSOTROS EL MANTO DE LA JUSTICIA DE CRISTO. Por el arrepentimiento y la fe, somos HABILITADOS PARA PRESTAR OBEDIENCIA A TODOS LOS MANDAMIENTOS DE DIOS, y somos hallados SIN CULPA delante de él...” (5TI 447.1; 5T.472.1) (Testimonios para la Iglesia, Tomo.5, Pág.447, Par.1)
“Ningún arrepentimiento que no obre una reforma es genuino. La justicia de Cristo NO ES UN MANTO PARA CUBRIR PECADOS QUE NO HAN SIDO CONFESADOS NI ABANDONADOS; es un principio de vida que TRANSFORMA EL CARÁCTER Y RIGE LA CONDUCTA. La santidad es integridad para con Dios: es la ENTREGA TOTAL DEL CORAZÓN Y LA VIDA PARA QUE REVELEN LOS PRINCIPIOS DEL CIELO.” (DTG 509.2; DA.555.6) (Deseado de Todas las Gentes, Pág.509, Par.2)
JESÚS LO DEJÓ CLARO
Mat 7:16 “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?”
Mat 7:17 “Así, TODO BUEN ÁRBOL DA BUENOS FRUTOS, PERO EL ÁRBOL MALO DA FRUTOS MALOS.”
Mat 7:18 “NO PUEDE EL BUEN ÁRBOL DAR MALOS FRUTOS, NI EL ÁRBOL MALO DAR FRUTOS BUENOS.”
Mat 7:19 “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.”
Mat 7:20 “Así que, por sus frutos los conoceréis.”
Mat 12:33 “O HACED EL ÁRBOL BUENO, Y SU FRUTO BUENO, O HACED EL ÁRBOL MALO, Y SU FRUTO MALO; porque por el fruto se conoce el árbol.”
Luc 6:43 “NO ES BUEN ÁRBOL EL QUE DA MALOS FRUTOS, NI ÁRBOL MALO EL QUE DA BUEN FRUTO.”
Con estas palabras Jesús dejó claro y bien establecido que la naturaleza del árbol será revelada en el fruto que produce. Jesús hablaba evidentemente de personas y no de árboles literales. Y se refería a la justicia (carácter y conducta) de esa persona. Si la persona es mala (pecadora e impía) sólo puede producir frutos de pecado. Únicamente una persona justa, puede producir frutos de justicia. Debemos ser HECHOS JUSTOS, antes de que se produzca la justicia en nosotros. Ningún fruto bueno (obras de justicia) procederá de nosotros, si antes no somo regenerados y transformados en “árboles buenos”.
En 2 Corintios 9:10 y Filipenses 1:11, leemos del apóstol Pablo que el cristiano debe estar lleno de frutos de justicia. Esos frutos serían una imposibilidad si aún continuásemos siendo impíos pecadores tras la justificación. Si esta no produce cambio alguno en el pecador, si no trae justicia al corazón, entonces el “árbol” continúa siendo malo, no puede producir fruto bueno. Esa justicia sólo puede ser producida por un “árbol bueno”, un “árbol justo”. Esto demuestra que, por medio de la justificación por la fe, el pecador es HECHO JUSTO y como resultado ha sido convertido en un “hacedor de la ley”. Leemos:
“...Sin Cristo, está bajo la condenación de la ley; siempre será pecador; pero mediante la fe en Cristo ES HECHO JUSTO delante de Dios.” (1MS 387.2; 1SM.330.1) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pág.387, Par.2)
“...Somos pecadores por nosotros mismos, pero somos justos en Cristo. Habiéndonos HECHO JUSTOS por medio de la JUSTICIA IMPUTADA de Cristo, DIOS NOS DECLARA JUSTOS y nos trata como a tales...” (1MS 461.2; 1SM.394.1) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pág.461, Par.2)
“...Por su gracia, SON JUSTIFICADOS, HECHOS JUSTOS. Y toda alma a quien Cristo ha IMPARTIDO SU JUSTICIA tiene la solemne obligación de practicarla. La justicia imputada de Cristo se convertirá en JUSTICIA IMPLANTADA, si siguen continuamente sus pasos.” (Ms116-1904)
Mat 18:2 “Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,”
Mat 18:3 “y dijo: De cierto os digo, que, SI NO OS VOLVÉIS Y OS HACÉIS COMO NIÑOS, NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS.”
La salvación es sólo posible a través de la justificación por la fe. Nuestro derecho al cielo es por medio de la justicia de Cristo que nos es imputada. Pero notemos que tener derecho al cielo y entrada en él, es lo mismo. Se habla aquí de la salvación. Sin embargo, Cristo dijo que si no nos volvemos y nos hacemos como niños no entraremos allá. En otras palabras, no tenemos derecho al cielo sin este proceso de “hacernos como niños”. Y es claro que ser “hechos como niños” no es por medio de mera “declaración legal” o ajuste en los registros celestiales. Hablamos aquí de una experiencia del corazón y la mente, llevada nuevamente a la inocencia, antes de que el pecado corrompiera el alma. Si la justificación por la fe no incluye este hecho, entonces no garantiza nuestra entrada al cielo. Esto demuestra más allá de toda duda que la justificación es una transformación de la mente. Ser justificados y ser hechos como niños es lo mismo. Por eso tenemos entrada y derecho al cielo por medio de la justificación. Leemos:
“¿CÓMO HEMOS DE SALVARNOS ENTONCES?... La luz que resplandece de la cruz revela el amor de Dios. Su amor nos atrae a él. Si no resistimos esta atracción, seremos conducidos al pie de la cruz arrepentidos por los pecados que crucificaron al Salvador. Entonces el Espíritu de Dios PRODUCE POR MEDIO DE LA FE UNA NUEVA VIDA EN EL ALMA. Los pensamientos y los deseos SE SUJETAN EN OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DE CRISTO. El corazón y la mente SON CREADOS DE NUEVO A LA IMAGEN DE AQUEL que obra en nosotros para someter todas las cosas así. ENTONCES LA LEY DE DIOS QUEDA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZÓN, y podemos decir con Cristo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado.” (DTG 147.4; DA.175.5) (Deseado de Todas las Gentes, Pág.147, Par.4)
Mat 22:9 “Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.”
Mat 22:10 “Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, JUNTAMENTE MALOS Y BUENOS; y las bodas fueron llenas de convidados.”
Mat 22:11 “Y entró el rey para ver a los convidados, y VIO ALLÍ A UN HOMBRE QUE NO ESTABA VESTIDO DE BODA.”
Mat 22:12 “Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció.”
Mat 22:13 “Entonces el rey dijo a los que servían: ATADLE DE PIES Y MANOS, Y ECHADLE EN LAS TINIEBLAS DE AFUERA; ALLÍ SERÁ EL LLORO Y EL CRUJIR DE DIENTES.”
Mat 22:14 “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.”
En esta parábola, vemos como claramente en el juicio, cuando se evalúe nuestra condición, los que no lleven el traje de bodas de la perfecta justicia de Cristo serán desechados. Algunos piensan que en la evaluación del juicio sólo será observado que llevemos legalmente el manto de su justicia y que basta con la “declaración legal” de que somos contados como justos, aunque nuestra conducta no esté intachable ante la norma perfecta de la santa ley. Pero tal idea es un error, no se trata de mera legalidad, sino de una experiencia en la conducta cristiana.
“El vestido de boda de la parábola REPRESENTA EL CARÁCTER PURO Y SIN MANCHA QUE POSEERÁN LOS VERDADEROS SEGUIDORES DE CRISTO. A la iglesia “le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante”, “que no tuviese mancha, ni arruga, ni cosa semejante”. El lino fino, dice la Escritura, “son LAS JUSTIFICACIONES DE LOS SANTOS”. ES LA JUSTICIA DE CRISTO, SU PROPIO CARÁCTER SIN MANCHA, QUE POR LA FE SE IMPARTE A TODOS LOS QUE LO RECIBEN COMO SALVADOR PERSONAL.” (PVGM 252.2; COL.310.3) (Palabras de Vida del Gran Maestro, Pág.252, Par.2)
Jua 3:3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que EL QUE NO NACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS.”
Jua 3:5 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que EL QUE NO NACIERE DE AGUA Y DEL ESPÍRITU, NO PUEDE ENTRAR EN EL REINO DE DIOS.”
Jua 3:6 “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
Una vez más leemos aquí un requisito y condición que debemos cumplir antes de que podamos tener derecho al cielo. Debemos nacer de nuevo. Y aunque Jesús no está empleado términos como “justicia imputada” o “justicia impartida”, ni siquiera habló directamente de justificación por la fe; es evidente que habla aquí de la salvación del pecador. Sin el “nuevo nacimiento” no hay lugar para nosotros en el cielo. De ahí que la justificación por la fe, debe traer o incluir ese “nuevo nacimiento” del que habló Jesús, de lo contrario estaríamos presentando una justificación que no salva a nadie. Justificación sin “nuevo nacimiento” no es salvífica. La única justificación que salva y perdona al pecador es la que incluye la experiencia del “nuevo nacimiento”. Y desde luego, queda demostrado una vez más que la justificación por la fe, no es sólo legal, sino que también incluye la experiencia del “nacido de nuevo”. Leemos:
“...En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. CUANDO SE HA EFECTUADO ESTE GRAN CAMBIO en el pecador, ENTONCES ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad...” (CS 461.2; GC.468.1) (Conflicto de los Siglos, Pág.461, Par.2)
“EL QUE NO NACIERE OTRA VEZ NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS”. Puede conjeturar e imaginar, pero sin el ojo de la fe no puede ver el tesoro. Cristo dio su vida para asegurarnos este inestimable tesoro; pero SIN LA REGENERACIÓN por medio de la fe en su sangre, NO HAY REMISIÓN DE PECADOS, ni tesoro alguno para el alma que perece.” (PVGM 84.2; COL.112.5) (Palabras de Vida del Gran Maestro, Pág.84, Par.2)
EL APÓSTOL PEDRO LO EXPLICA
Hch 15:7 “Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.”
Hch 15:8 “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros;”
Hch 15:9 “y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, PURIFICANDO POR LA FE SUS CORAZONES.”
En este pasaje, Pedro narra su experiencia en casa de Cornelio y los suyos. Al leer la historia en Hechos 10 vemos que esta fue la experiencia de conversión de Cornelio y su familia. Podríamos decir que gracia a la predicación de Pedro, Cornelio y toda su casa encontraron la paz de la justificación en Cristo Jesús. Pero resulta muy interesante que Pedro describa esa conversión y justificación como realizada por la influencia del Espíritu Santo quién purificó los corazones de ellos. (Así como a nosotros). Claramente no se puede separar la experiencia de la justificación de la “purificación del corazón”. Justificación por la fe es lo mismo que “purificación por la fe”. Purificación del alma y el corazón. Leemos:
“…Y cuando el alma se convence que Cristo puede salvar hasta lo sumo a los que por fe se allegan a él; cuando se entrega a él como un Salvador suficiente; cuando se aferra a las promesas y cree plenamente en Jesús, DIOS LO DECLARA UNO CON CRISTO. Cuando el alma depende de Cristo con la simplicidad con que el niño depende de su madre, ENTONCES ES JUSTIFICADO PORQUE LLEGA A SER UNO CON SU SUSTITUTO, que a su vez es su justificación y redención. Este es el amor, que LAS FIBRAS DE LA VOLUNTAD Y EL CORAZÓN SEAN ENTRETEJIDAS EN CRISTO JESÚS.” (HD 182.2; DG.185.1) (Hijas de Dios, Pág.182, Par.2)
Nota: En la parte número 2, veremos como el apóstol Pablo y otros comprendieron y explicaron este asunto.