17/06/2025
CLASE 08 - La Naturaleza Humana de Cristo - PARTE 03
Míralo Completo en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=IBjiJ_cpjLA
DESARROLLÓ UNA NATURALEZA SUPERIOR IMPECABLE
En la clase anterior aprendimos que en cuanto a la carne o “naturaleza inferior” de Cristo, la inspiración nos explica que él se sometió a la herencia de nuestra humanidad caída y pecaminosa. Eso significó para Cristo lo mismo que significa para nosotros el heredar una naturaleza degradada y degenerada por el pecado. Él fue tentado como es tentado el hombre caído. Las citas Bíblicas y de los testimonios son claras y contundentes en este aspecto.
En esta ocasión trataremos el asunto de la “naturaleza superior” de Cristo. Nos compete saber cómo fue Él en el desarrollo de su carácter y personalidad. ¿Cómo era la mente de Cristo? Ya sabemos que su carne se vio afectada por la ley de la herencia, y entendemos lo que eso significa. ¿Afectó eso el desarrollo del carácter de Cristo? Algunos encuentran algunas aparentes contradicciones en las citas inspiradas, mi deseo es que este material nos ayude a balancear y armonizar todas las citas aparentemente confusas o contradictorias.
A continuación, compartiré declaraciones que pueden ser para muchos, motivo de confusión al estudiar el tema de la naturaleza humana de Cristo. Las citas señalas en ROJO son aquellas que parecen decir lo opuesto a lo que hemos aprendido, mientras que las señalas en AZUL, sostienen claramente lo que hemos explicado en clases anteriores, a saber, que Cristo tomó nuestra naturaleza. Leemos:
CAÍDA O NO CAÍDA
“AL TOMAR NUESTRA NATURALEZA CAÍDA, mostró lo que ésta podría llegar a ser…” (Carta 83, 1896) (3MS 151.2; 3SM.134.2) (Mensajes Selectos, Tomo.2, Pág.151, Par.2)
“Cristo venció como Hombre IMPECABLE, NO CAÍDO, PERFECTO...” (ATO 15.3; UL.17.3) (Alza tus Ojos, Pág.15, Par.3)
PECAMINOSA O IMPECABLE
“Él tomó sobre su naturaleza sin pecado NUESTRA NATURALEZA PECAMINOSA, para saber cómo socorrer a los que son tentados.” (MM 237.3; MM.181.3) (El Ministerio Médico, Pág.237, Par.3)
“No debemos tener dudas en cuanto a LA PERFECCIÓN IMPECABLE DE LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO...” (1MS 300.1; 1SM.256.2) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pag.300, Par.1)
CON PASIONES O SIN PASIONES
“Aunque TENÍA TODA LA FUERZA DE LA PASIÓN de la humanidad, nunca cedió a la tentación de hacer algo que no fuera puro, elevado y ennoblecedor.” (ST November 21, 1892, par. 8) (The Signs of the Times, 21 de noviembre de 1892, Par.8)
“Él bendijo a los niños que estaban POSEÍDOS DE PASIONES COMO LAS SUYAS.” (ST April 9, 1896, par. 6) (Signs of the Times, 9 de abril de 1896, Par.6)
“…Pedía con poder, SIN POSEER LAS PASIONES DE NUESTRA NATURALEZA HUMANA CAÍDA, pero provisto de debilidades similares, tentado en todo según nuestra semejanza...” (2TI 451.1; 2T.508.2) (Testimonios para la Iglesia, Tomo.2, Pág.451, Par.1)
“Él es un hermano en nuestras flaquezas, pero NO EN NUESTRAS PASIONES...” (FV 51.2; FLB.49.3) (La Fe por la Cual Vivo, Pag.51, Par.2)
CON TENDENCIAS O SIN TENDENCIAS
“Adán fué tentado por el enemigo, y cayó. No fué EL PECADO QUE MORABA EN ÉL lo que lo hizo ceder; porque Dios lo hizo puro y recto, a su propia imagen. Era tan perfecto como los ángeles ante el trono. NO HABÍA EN ÉL PRINCIPIOS CORRUPTOS, NI TENDENCIAS AL MAL. PERO cuando Cristo vino a hacer frente a las tentaciones de Satanás, LLEVÓ “LA SEMEJANZA DE CARNE DE PECADO.” (BEcho September 3, 1900, par. 10) (ST October 17, 1900, par. 10) (Signs of the Time, 17 de octubre de 1900)
“Cristo fue puesto a la prueba más dura, REQUIRIENDO LA FUERZA DE TODAS SUS FACULTADES PARA RESISTIR LA INCLINACIÓN cuando estaba en peligro, para usar su poder para librarse del peligro y triunfar sobre el poder del príncipe de las tinieblas. Satanás mostró su conocimiento de LOS PUNTOS DÉBILES DEL CORAZÓN HUMANO, y desplegó su máximo poder para aprovecharse de LA DEBILIDAD DE LA HUMANIDAD QUE CRISTO HABÍA ASUMIDO para vencer sus tentaciones por causa del hombre.” (RH April 1, 1875, par. 3) (The Review and Herald, 1 de abril de 1875, Par.3)
“Sea cuidadoso, extremadamente cuidadoso, en cuanto a pensar en la naturaleza humana de Cristo. NO LO PONGAS DELANTE DE LA GENTE COMO A UN HOMBRE PROPENSO AL PECADO... Pudo haber pecado; Podría haber caído, pero NI POR UN MOMENTO HUBO EN ÉL UNA PROPENSIÓN AL MAL…” (Lt8-1895) (Carta 8 de 1895, Baker, W. L. H)
“…Nunca, de ninguna manera, dejes la más mínima impresión en las mentes humanas de que UNA MANCHA O INCLINACIÓN A LA CORRUPCIÓN descansaba sobre Cristo, o que Él de alguna manera cedió a la corrupción.” (Lt8-1895) (Carta 8 de 1895) (Carta 8 de 1895, Baker, W. L. H)
Es evidente que una lectura superficial podría llevar a la idea de que los testimonios se contradicen. Lamentablemente esa ha sido la conclusión que no pocos adventistas han asumido sobre la cuestión, llevándolos a dejar a un lado el Espíritu de Profecía. Otros han tomado la postura de que la hermana White cambió de opinión y de esa forma escogen en que porción de sus escritos van a creer, mientras que rechazan las otras porciones que nos les agradan. Consideran que ciertas declaraciones son menos inspiradas y reflejan “la mera opinión ignorante” de la hermana White, mientras que otras declaraciones pasan a ser las favoritas por elección y las verdaderamente inspiradas.
Desde luego, el investigador avispado no puede tomar ninguna de estas posturas y tampoco escoger en qué citas creer y en cuales no, si realmente quiere llegar al fondo de la verdad. Es necesario un estudio más profundo que revele la razón de esta aparente contradicción. Y los que han estado siguiendo esta serie de estudios hasta aquí tendrán la clave que resolverá este dilema.
Primero que nada, debemos recordar que el pecado no es un estado o condición intrínseca en la naturaleza hereditaria. El pecado es una elección de la voluntad superior. En segundo lugar, es importante tener en cuenta los dos principios o fuerzas que operan en la naturaleza del hombre. La naturaleza inferior y la naturaleza superior. Esta será la clave para armonizar estos escritos inspirados. Como ya aprendimos en la clase anterior, la hermana White define la naturaleza biológica y hereditaria de Cristo en términos de “caída y pecaminosa”. Cristo en su herencia tomó nuestra “naturaleza inferior” contaminada y degradada por el pecado:
“Piensa en la humillación de Cristo. Tomó sobre sí LA NATURALEZA HUMANA CAÍDA Y SUFRIENTE, DEGRADADA Y CONTAMINADA POR EL PECADO.” (YI December 20, 1900, par. 7) (The Youth’s Instructor, 20 de diciembre de 1900, Par.7)
Esto sólo puede ser verdad en la medida que lo apliquemos a la “naturaleza inferior” de Cristo, aquello sobre lo cual, Él no tuvo ninguna responsabilidad moral y que no trajo sobre Él mancha o culpa alguna. Eso no trae ni pecado, ni culpabilidad al alma humana, de modo que no contaminó en ningún ápice el desarrollo del carácter de Cristo. Por eso leemos que:
“…Jesús, al venir a morar en la humanidad, NO SE CONTAMINA.” (DTG 231.2; DA.266.1) (El Deseado de Todas las Gentes, Pág.231, Par.2)
¿Cómo pueden ambas citas ser verdad, puesto que una dice que tomó una naturaleza “contaminada” y la otra dice que “al venir a morar en la humanidad, Él no se contaminó”? Pues la clave está en diferenciar entre lo que es biológicamente hereditario y lo que es desarrollado en la mente. Cristo tomó una carne caída y contaminada por el pecado, sin embargo, eso no degradó, ni corrompió su carácter. De modo que hay un sentido en el que Cristo tomó nuestra contaminación en la carne, pero estuvo alejado de toda contaminación en su mente. Y es debido a que lo heredado biológicamente no implica responsabilidad alguna, pero el desarrollo del carácter sí. La Biblia define la “naturaleza superior” de Cristo en lo siguiente términos:
Luc 1:35 “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también EL SANTO SER QUE NACERÁ, será llamado Hijo de Dios.”
Jua 8:46 “¿QUIÉN DE VOSOTROS ME REDARGUYE DE PECADO? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?”
Jua 14:30 “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él NADA TIENE EN MÍ.”
2Co 5:21 “AL QUE NO CONOCIÓ PECADO, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Heb 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero SIN PECADO.”
Heb 7:26 “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: SANTO, INOCENTE, SIN MANCHA, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; …”
Heb 9:14 “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo SIN MANCHA a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”
1Pe 2:21 “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;”
1Pe 2:22 “EL CUAL NO HIZO PECADO, NI SE HALLÓ ENGAÑO EN SU BOCA;”
1Pe 2:23 “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;”
1Jn 3:5 “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y NO HAY PECADO EN ÉL.”
De modo que la humanidad de Cristo también es definida en la Biblia como “el Santo Ser”. Cristo fue completamente impecable en su vida. Nadie podía redargüirle de pecado. No había nada en Jesús que respondiera a las sugerencias de Satanás. Cristo no conoció el pecado. Aunque si supo por experiencia de nuestras tentaciones, sin embargo, se mantuvo sin pecado. Es definido como “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores”. Nunca hubo ningún tipo de engaño en su boca. Así describe la Biblia la humanidad de Jesús. Entonces, ¿cómo armonizamos eso con la verdad de que él fue hecho “en semejanza de carne de pecado”?
En realidad, la respuesta es más sencilla de los que imaginamos. Todas esas declaraciones Bíblicas son verdaderas y en su contexto están hablando del carácter de Cristo. De modo que describen, no su carne, ni herencia, sino el desarrollo de sus “facultades superiores”. Estas citas inspiradas nos hablan de la mente, el carácter y la personalidad de Cristo (el Hombre Interior). Él fue completamente impecable en su carácter humano. Desarrolló una humanidad perfecta viviendo en la naturaleza caída y pecaminosa. Es así como ambas verdades del evangelio deben ser aceptada. Cristo participando de nuestra humanidad caída (Hombre Exterior), pero conservando un carácter firme e intachable. Así lo explicó Ellen G. White:
“Al tomar sobre sí la naturaleza del hombre EN SU CONDICIÓN CAÍDA, CRISTO NO PARTICIPÓ DE SU PECADO EN LO MÁS MÍNIMO. Estuvo sujeto a las flaquezas y debilidades que rodean al hombre, “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias”. Mateo 8:17. Fue conmovido por el sentimiento de nuestras debilidades y fue en todo tentado a nuestra semejanza. Y, sin embargo, NO CONOCIÓ PECADO. Fue el Cordero “sin mancha y sin contaminación”. 1 Pedro 1:19. Si Satanás hubiera logrado con su tentación QUE CRISTO PECARA EN LO MÍNIMO, habría herido la cabeza del Salvador. Tal como sucedieron las cosas, sólo le pudo herir el talón. SI HUBIERA SIDO TOCADA LA CABEZA DE CRISTO, habría perecido la esperanza de la raza humana. La ira divina habría descendido sobre Cristo, así como descendió sobre Adán. Hubieran quedado sin esperanza Cristo y la iglesia.” (1MS 299.3; 1SM.256.1) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pág.299, Par.3)
Note el lector como ambas verdades se complementan, sin la negación de ninguna de ellas. Cristo tomó la naturaleza del hombre en su estado caído, pero no participó en el pecado. Ese pecado del cual no participó no se trata de la “mácula del pecado original” como algunos han sugerido. El contexto inmediato explica evidentemente que se trata de la transgresión en la conducta humana. Algunas otras citas son muy reveladoras:
“…la prueba de Cristo fue más grande que la de Adán y Eva, pues Cristo tomó nuestra naturaleza, CAÍDA, PERO NO CORRUPTA, y no habría de corromperse A MENOS QUE ACEPTARA LAS PALABRAS DE SATANÁS EN LUGAR DE LAS PALABRAS DE DIOS.” (Manuscrito 57, 1890) (CT 210.7; CTr.208.7) (El Cristo Triunfante, Pág.210, Par.7)
Una vez más se reconoce que Cristo tomó nuestra naturaleza caída, pero no la corrupción que caracteriza la vida de aquellos que poseen esta naturaleza. La corrupción señalada aquí se refiere al carácter corrompido por el pecado. Por eso se señala que esa corrupción jamás afectaría a Cristo a menos que cediera a las insinuaciones de Satanás. Todo eso no aleja a Jesús de la comprensión de nuestras vicisitudes y debilidades, por el contralo, le exaltan al grado de “El Gran Vencedor”, pues a pesar de heredar lo mismo que nosotros, jamás permitió que eso le hiciera pecar.
Es lamentable que algunos hayan utilizado algunas citas Bíblicas que se refieren al carácter de Cristo y la hayan aplicado a su naturaleza humana en la herencia. Expresiones como: “El Santo Ser que nacerá”, “…viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”, “…santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; …”, han sido manipuladas para definir la naturaleza de la carne de Cristo en su herencia y para destacar una diferencia entre Cristo y nosotros. Sin embargo, la visión de Ellen G. de White respecto a estos aspectos del carácter de Jesús no era un asunto de exclusividad en Él, sino algo que Cristo demostró en favor del hombre y lo que éste puede lograr por medio de la gracia de Dios. Consideremos por ejemplo la expresión “el Santo ser que nacerá”:
EL SANTO SER QUE NACERÁ
“LA HUMANIDAD DE CRISTO SE LLAMA “AQUELLO SANTO”. El registro inspirado dice de Cristo: “Él no cometió pecado”, “no conoció pecado” y “no había pecado en él”. Él era “SANTO, INOCENTE, SIN MANCHA, APARTADO DE LOS PECADORES”. Tabernáculo entre los hombres. Este testimonio acerca de Cristo muestra claramente que ÉL CONDENÓ EL PECADO EN LA CARNE. NINGÚN HOMBRE puede decir que está irremediablemente sujeto a la esclavitud del pecado y de Satanás... ÉL TESTIFICA que a través de su justicia imputada EL ALMA CREYENTE OBEDECERÁ LOS MANDAMIENTOS DE DIOS.” (ST January 16, 1896, par. 7) (The Signs of the Times, 16 de enero de 1896, Par.7)
De modo que no se destaca aquí algo que era imposible de lograr para el hombre, sino lo que Cristo demostró que era posible para todo aquel que recibiera su justicia imputada. Si bien es cierto que Cristo nació bajo la influencia del Espíritu Santo y su humanidad es llamada SANTA desde nacimiento, nosotros también por medio de la entrega del corazón y el nuevo nacimiento, también somos hechos participantes del mismo poder que lo auxilió a Él. Podemos obtener por medio de la fe su perfecto carácter. Consideremos ahora la expresión “…viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”.
VIENE EL PRÍNCIPE DE ESTE MUNDO, Y ÉL NADA TIENE EN MÍ
“Viene el príncipe de este mundo—dijo Jesús—, y ÉL NADA TIENE EN MÍ” Juan 14:30. NO HABÍA NADA en El que respondiera a los sofismas de Satanás. El no consintió en pecar. Ni siquiera en un pensamiento cedió a la tentación. ASÍ PUEDE SER EN NUESTRO CASO.” (The Signs of the Times, 23 de agosto de 1905) (RJ 300.6; RC.308.6) (Reflejemos a Jesús, Pag.300, Par.6)
“…Cristo declaró al hablar de sí mismo: “Viene el príncipe de este mundo; más NO TIENE NADA EN MÍ”. Juan 14:30. Satanás NO PUDO ENCONTRAR NADA en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria... ESTA ES LA CONDICIÓN EN QUE DEBEN ENCONTRARSE LOS QUE HAN DE PODER SUBSISTIR EN EL TIEMPO DE ANGUSTIA.” (CS 607.3; GC.623.1) (El Conflicto de los Siglos, Pág.607, Par.3)
Es muy injusto que se utilice tal expresión como evidencia de que Cristo fue distinto de nosotros en su naturaleza heredada, y que no poseyó nuestra naturaleza pecaminosa. Evidentemente la hermana White no entendía Juan 14:30 como prueba alguna de que Cristo hubiese tenido una naturaleza humana distinta a la nuestra. El pasaje habla contundentemente del carácter de Cristo y no de su “naturaleza inferior”. El mismo carácter que podemos poseer ahora con su ayuda y que deberá alcanzar la última generación. Consideremos ahora la expresión “…santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; …”. ¿Habla esta declaración de la “naturaleza inferior” de Cristo? ¿Es algo exclusivo que sólo Cristo fue y que nadie puede repetir?
SANTO, INOCENTE, SIN MANCHA, APARTADO DE LOS PECADORES
“TODA ALMA QUE OBTENGA LA VIDA ETERNA DEBE SER COMO CRISTO, “SANTO, INOCENTE, SIN MANCHA, APARTADO DE LOS PECADORES”. [Hebreos 7:26.] Los seguidores de Cristo deben brillar como luces en medio de una generación torcida y perversa.” (GW92 445.2) (Gospel Workers, Pág.445, Par.2) (Trabajadores del Evangelio, Pág.445, Par.2)
Vemos aquí claramente que la expresión de Hebreos 7:26 sobre Cristo, tampoco tiene como objetivo definir en lo absoluto la naturaleza de la carne que Cristo tomó sobre sí, sino que nos habla del tipo de carácter que Él desarrolló en las facultades superiores. Una vez más, se demuestra una total ignorancia al utilizar tal pasaje para definir la carne de Cristo. Pero pese a las claras evidencias algunos continúan manipulando la información.
De esta forma llegamos a la conclusión de que ninguno de los textos Bíblicos que hablan de la vida impecable de Cristo tienen como objetivo señalar algo que esté fuera de nuestro alcance. Estos pasajes no hablan de la “naturaleza inferior” de Cristo, sino de su “naturaleza superior”. De modo que reflejan la verdad del carácter perfecto e inmaculado de nuestro Salvador. Consideremos pues algunas de las citas iniciales aparentemente contradictorias:
“Cristo venció como Hombre IMPECABLE, NO CAÍDO, PERFECTO...” (ATO 15.3; UL.17.3) (Alza tus Ojos, Pág.15, Par.3)
Esta declaración no niega en lo absoluto que Cristo haya participado de nuestra naturaleza caída, sino que habla de su comportamiento o conducta en su experiencia humana. Él mantuvo un carácter santo, impecable, no caído y perfecto. No hubo caída alguna en el comportamiento de Cristo. De modo que en sus facultades superiores Cristo no fue caído, pues no pecó. Pero en la naturaleza inferior llevó una carne caída. Así “…AL TOMAR NUESTRA NATURALEZA CAÍDA, mostró lo que ésta podría llegar a ser…” (Carta 83, 1896) (3MS 151.2; 3SM.134.2) (Mensajes Selectos, Tomo.2, Pág.151, Par.2) Consideremos la siguiente:
“No debemos tener dudas en cuanto a LA PERFECCIÓN IMPECABLE DE LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO...” (1MS 300.1; 1SM.256.2) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pag.300, Par.1)
Esta declaración ha llevado a muchos a concluir que la naturaleza de Cristo durante la encarnación fue perfecta e impecable como la de Adán antes de la caída. Pero al leer toda la cita en su contexto vemos que está hablando del carácter de Cristo y no de su naturaleza biológica. Dice:
“...Este SANTO SUSTITUTO puede salvar hasta lo último, pues presentó ante el expectante universo una humildad perfecta y completa EN SU CARÁCTER HUMANO, y una PERFECTA OBEDIENCIA A TODOS LOS REQUERIMIENTOS DE DIOS…” (1MS 300.1; 1SM.256.2) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pag.300, Par.1)
Vemos claramente aquí que el propósito de la autora no era definir el tipo de carne de la que Cristo fue participante, sino del carácter que desarrolló. Por eso ambos puntos son verdad. Cristo participó de nuestra naturaleza pecaminosa en la herencia biológica, pero tuvo una naturaleza humana perfectamente impecable en sus facultades superiores. Otra declaración dice:
“Ojalá comprendiéramos el significado de las palabras: Cristo “padeció siendo tentado”. Vers. 18. Al paso que ESTABA LIBRE DE LA MANCHA DEL PECADO, la refinada sensibilidad de SU SANTA NATURALEZA al ponerse en contacto con el mal, le hizo sufrir de una manera inenarrable...” (AFC 36.3; TMK.34.3) (A Fin de Conocerle, Pág.36, Par.3)
Leemos aquí sobre la “naturaleza santa” de Cristo. Una vez más la autora habla de la sensibilidad del carácter intachable de Cristo. Su perfecta impecabilidad de mente le hacía sensible ante el mal, lo cual le ocasionaba sufrimientos indescriptibles. En otro escrito la autora explica que su naturaleza rehuía del mal, pero esto sucedía precisamente porque Él no pecó nunca, y como no pecó no sentía ninguna atracción por el pecado en su carácter:
“…COMO NO PECÓ, SU NATURALEZA REHUÍA EL MAL. Soportó luchas y torturas del alma en un mundo de pecado...” (2TI 182.2; 2T.201.2) (Testimonios para la Iglesia, Tomo.2, Pág.182, Par.2)
El carácter de Cristo repelía el pecado, lo odiaba con un odio perfecto. Sus facultades superiores se mantuvieron en perfecta impecabilidad. Era completamente inmaculado. Debe tenerse en cuenta que no sucedía lo mismo en las facultades inferiores de la naturaleza humana que Cristo heredó. Se podría decir que Cristo crucificó la carne con todas sus pasiones y deseos. Su mente era la que debía permanecer intachable. Tal vez la siguiente cita sea una de la más reveladoras en este asunto:
“La enemistad puesta entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer era SOBRENATURAL. La enemistad ERA EN UN SENTIDO NATURAL en el caso de Cristo, EN OTRO SENTIDO ERA SOBRENATURAL, puesto que estaban combinadas la humanidad y la divinidad. Y NUNCA ESA ENEMISTAD LLEGÓ HASTA UN GRADO TAN NOTABLE como cuando Cristo se convirtió en habitante de esta tierra. NUNCA ANTES había habido un ser en la tierra QUE ABORRECIERA EL PECADO CON UN ODIO TAN PERFECTO como el de Cristo…” (1MS 297.3; 1SM.254.2) (Mensajes Selectos, Tomo.1, Pág.297, Par.3)
Esta cita es sumamente reveladora, pues nos explica la batalla que se libraba en la persona de Cristo. Su naturaleza Divina estaba naturalmente enemistada contra el pecado, pero no sucedía lo mismo con la humanidad que Cristo había tomado. Puesto que evidentemente su carne fue caída y pecaminosa, necesitaba de un poder “sobrenatural” que pusiera enemistad en ella contra el pecado. Sin esta enemistad “sobrenatural” contra el pecado puesta en Cristo por medio de la gracia y la operación del Espíritu Santo, la humanidad de Cristo habría amado el pecado en vez de odiarlo.
Algunos destacan el carácter impecable de Cristo como prueba de que su humanidad fue distinta de la nuestra, pero la misma escritora nos explica que esa misma perfección impecable de la naturaleza humana de Cristo puede ser nuestra por la gracia de Dios:
PODEMOS TENER LA PERFECTA IMPECABILIDAD DE LA HUMANIDAD DE CRISTO
“LA PERFECTA HUMANIDAD DE CRISTO ES LA MISMA QUE PODEMOS TENER por medio de nuestra relación con Cristo...” (CT 210.6; CTr.208.6) (El Cristo Triunfante, Pág.210, Par.6)
“Jesús no reveló cualidades ni ejerció facultades que los hombres no pudieran tener por la fe en él. SU PERFECTA HUMANIDAD ES LO QUE TODOS SUS SEGUIDORES PUEDEN POSEER si quieren vivir sometidos a Dios como él vivió.” (DTG 620.1; DA.664.5) (El Deseado de Todas las Gentes, Pág.620, Par.1)
“La vida de Cristo representa una virilidad perfecta. JUSTO LO QUE PUEDES SER, ÉL ESTABA EN LA NATURALEZA HUMANA.” (Lt106-1896) (5BC 1124.2) (S.D.A. Bible Commentary Vol. 5, Pág.1124, Par.2)
“Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que CUANDO LE OBEDEZCAMOS ESTAREMOS TAN SÓLO EJECUTANDO NUESTROS PROPIOS IMPULSOS. La VOLUNTAD, REFINADA Y SANTIFICADA, hallará su más alto deleite en servirle. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será UNA VIDA DE CONTINUA OBEDIENCIA. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, EL PECADO LLEGARÁ A SERNOS ODIOSO.” (DTG 621.4; DA.668.3) (Deseado de Todas las Gentes, Pág.621, Pár.4)
“Todo aquel que por fe obedezca los mandamientos de Dios ALCANZARÁ LA CONDICIÓN DE IMPECABILIDAD EN LA QUE VIVÍA ADÁN ANTES DE SU TRANSGRESIÓN.” (ST July 23, 1902, par. 14) (Signs of the Times, 23 julio 1902, Par.14)
Desde luego, estas declaraciones que señalan que podemos tener la misma perfección impecable de humanidad, así como la de Cristo, nunca serán leídas por los promotores de la nueva teología. Pero evidentemente la postura de Ellen White sobre la perfecta impecabilidad del carácter de Cristo no era algo que destacara alguna diferencia entre Él y lo que, por medio de la gracia de Dios, también podemos alcanzar nosotros. De hecho, Cristo mostró el camino y trazó la senda.
PASIONES, TENDENCIAS Y PROPENSIONES
¿Y qué podríamos decir entonces respecto a las pasiones, tendencias y propensiones naturales de la “naturaleza pecaminosa”? Si Cristo realmente tomó nuestra naturaleza pecaminosa como ésta es, ¿acaso no debía poseer esas pasiones naturales? ¿Por qué dice Ellen G. de White que no las tuvo?
“…Pedía con poder, SIN POSEER LAS PASIONES DE NUESTRA NATURALEZA HUMANA CAÍDA, pero provisto de debilidades similares, tentado en todo según nuestra semejanza...” (2TI 451.1; 2T.508.2) (Testimonios para la Iglesia, Tomo.2, Pág.451, Par.1)
“Él es un hermano en nuestras flaquezas, pero NO EN NUESTRAS PASIONES...” (FV 51.2; FLB.49.3) (La Fe por la Cual Vivo, Pag.51, Par.2)
Primero que nada, existen otras citas que ameritan nuestra consideración, las cuales demuestran que Cristo si tuvo la herencia de pasiones y tendencias naturales en su carne biológica. La escritora dice que Él “…TENÍA TODA LA FUERZA DE LA PASIÓN de la humanidad, …” (ST November 21, 1892, par. 8) Y que eso nunca le llevó a la transgresión.
En este caso entonces deberíamos considerar un estudio más profundo sobre los términos propensiones, tendencias, inclinaciones y pasiones. ¿Cómo pudo Cristo tener toda la fuerza de la pasión de la humanidad y a la vez no poseer las pasiones de nuestra naturaleza humana caída? ¿No es contradictorio? Una vez más la clave está en separar las facultades inferiores de las superiores. De la misma forma en la que existen esos principios o fuerzas en la “naturaleza inferior” también las hay en la “naturaleza superior”. Pero mientras unos son inherentes en la carne, los otros son “hábitos” de pensamientos desarrollados en el carácter. No tenemos responsabilidad sobre lo que heredamos, pero si sobre lo que aprendemos e incorporamos al carácter.
Hay pasiones en la carne y pasiones en el carácter. Las pasiones de la carne deben ser frenadas, subyugadas y controladas por la gracia de Dios. Pero las malas pasiones en el carácter pueden ser totalmente erradicadas y eliminadas. De modo que podemos tener un carácter sin malas pasiones. Nuestro carácter debe ser transformado y ser hecho semejante al de Cristo. Ya demostramos que podemos tener su “perfecta humanidad”. Lo que significa que podemos tener el carácter sin pecado de Cristo, por medio de la gracia de Dios. Cristo evidentemente poseía un carácter sin “pasiones caídas”. Es en su carácter donde nunca hubo vestigio alguno de nuestras pasiones. Él se hermanó con nuestra condición en la carne, pero no con nuestro carácter corrompido por el pecado. Fueron esa pasiones corruptas y degradadas las que Cristo nunca tuvo.
“Si llegamos a ser participantes de la naturaleza divina PODEMOS SER PUROS, SANTOS E INMACULADOS. La Deidad no se hizo humana, ni lo humano se hizo divino por la unión de estas dos naturalezas. Cristo NO POSEÍA LA MISMA DESLEALTAD PECAMINOSA, CORRUPTA Y CAÍDA que nosotros poseemos, pues entonces él NO PODRÍA HABER SIDO UNA OFRENDA PERFECTA.” (Manuscrito 94, 1893) (3MS 147.2; 3SM.131.1) (Mensajes Selectos, Tomo.3, Pág.147, Par.2)
Mientras la naturaleza superior de Cristo no poseía “pasiones caídas”, la carne pecaminosa si tenía toda la fuerza de la pasión hereditaria de la humanidad. Sólo así podemos armonizar todas las declaraciones inspiradas sin la necesidad de rechazar ninguna de ellas o concluir en ideas que rebajan la influencia de los testimonios. Consideremos para finalizar la cuestión de las “tendencias o propensiones”.
“Sea cuidadoso, extremadamente cuidadoso, en cuanto a pensar en la naturaleza humana de Cristo. NO LO PONGAS DELANTE DE LA GENTE COMO A UN HOMBRE PROPENSO AL PECADO... Pudo haber pecado; Podría haber caído, pero NI POR UN MOMENTO HUBO EN ÉL UNA PROPENSIÓN AL MAL…” (Lt8-1895) (Carta 8 de 1895, Baker, W. L. H)
“…Nunca, de ninguna manera, dejes la más mínima impresión en las mentes humanas de que UNA MANCHA O INCLINACIÓN A LA CORRUPCIÓN descansaba sobre Cristo, O QUE ÉL DE ALGUNA MANERA CEDIÓ A LA CORRUPCIÓN.” (Lt8-1895) (Carta 8 de 1895) (Carta 8 de 1895, Baker, W. L. H)
Cuando leemos todo el contexto de la carta al pastor Baker entendemos cual era el verdadero sentido de la advertencia de Ellen G. de White. La palabra “propensión” puede tener distintos significados según el contexto. Puede referirse a una inclinación o pasión inherente en la carne, o puede referirse a un “hábito desarrollado en el carácter”. Mientras Cristo tuvo lo primero, lo segundo fue ajeno en su experiencia. Desde luego, nunca deberíamos presentar a Cristo como un hombre con “hábitos pecaminosos” o “propensiones desarrolladas por la práctica del pecado” en su carácter. Que haya tenido alguna mancha o inclinación a la corrupción en sus pensamientos. O que de alguna manera hay cedido a la corrupción. No, todo eso implicaría pecado y Cristo nunca cedió a la tentación.
La clave está en distinguir entre lo que Cristo heredó biológicamente en la carne y lo que incorporó a su carácter. Es el carácter de Cristo lo que podemos tener y desarrollar. La mayoría de los eruditos que emplean la carta a Baker para señalar alguna diferencia entre la humanidad de Cristo y la nuestra no te dicen que también nosotros podemos por medio de la gracia de Dios desarrollar un carácter sin “propensiones o tendencias al pecado”. Nuestro carácter puede alcanzar el estado en el que podemos estar completamente libres de toda mala tendencia al igual que Cristo. Leemos:
“…Debemos comprender que, al creer en él, tenemos el privilegio de ser participantes de la naturaleza divina y así escapar de la corrupción que hay en el mundo a causa de la lujuria. Entonces somos LIMPIADOS DE TODO PECADO, DE TODOS LOS DEFECTOS DE CARÁCTER. NO TENEMOS POR QUÉ RETENER NI UNA SOLA PROPENSIÓN PECAMINOSA...” (RH April 24, 1900, par. 6) (The Review and Herald, 24 de abril de 1900, Par.6)
“…Al participar de la naturaleza divina, LAS TENDENCIAS HEREDITARIAS Y CULTIVADAS AL MAL SE ELIMINAN DEL CARÁCTER y nos convertimos en una fuerza viva para el bien. Al aprender siempre del divino Maestro, participando diariamente de su naturaleza, cooperamos con Dios para vencer las tentaciones de Satanás. Dios obra, y el hombre obra, para que el hombre sea uno con Cristo, como Cristo es uno con Dios...” (RH April 24, 1900, par. 7) (The Review and Herald, 24 de abril de 1900, Par.7)
“Nadie puede ser omnipotente, pero TODOS PUEDEN LIMPIARSE de la impiedad de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor del Señor. Dios requiere que cada alma sea pura y santa. Tenemos tendencias hereditarias hacia el mal. NO NECESITAMOS CONTINUAR CON ELLAS A CUESTAS. Es una debilidad humana abrigar el egoísmo porque es un rasgo natural del carácter. Pero a menos que DESECHEMOS todo egoísmo, a menos que CRUCIFIQUEMOS EL YO, jamás llegaremos a ser santos como Dios es santo…” (DNC 82.3; OFC.74.7) (Dios nos Cuida, Pág.82, Par.3)
A manera de conclusión, encontramos evidencias claras que demuestras que, en cuanto a la naturaleza inferior, Cristo recibió nuestra misma herencia pecaminosa. Su carne era como nuestra carne. Pero Cristo nunca pecó, por lo tanto, no desarrolló “hábito” pecaminoso alguno. Nunca deberíamos dejar la impresión de que el carácter o la mente de Cristo vio algún tipo de corrupción. Él nunca se contaminó en su carácter. Sin embargo, eso es posible para todo aquel que cree en Él por medio de la fe. Podemos alcanzar su perfección en la humanidad.