
16/07/2025
CULTURA
Cruz y Caballete
Zayda del Río y el Via Crucis
de la iglesia de San Francisco de Paula
por Carlos Vicente Fernández
Museo Nacional de Bellas Artes
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Después de un período de restauración, la iglesia de San Francisco de Paula, en La Habana Vieja, abrió sus puertas en el año 2000 reconvertida en sala de conciertos y en un pequeño museo de arte sacro contemporáneo. Esta última condición le añadió al inmueble un valor excepcional.
A partir del siglo XIX, la progresiva secularización de las sociedades occidentales provocó que la temática religiosa en el arte, sobre todo el cristiano católico, no gozara de gran aprecio por parte de creadores y críticos, y Cuba no fue una excepción, salvo por conocidos y valiosos casos, lo cual se demuestra con la ausencia de museos o galerías destinados a la expresión plástica de lo devoto, fuera de espacios sagrados, o que en su momento fueron concebidos como tales.
Las causas de este fenómeno se encuentran en la influencia que han tenido, en el mencionado período, diversos movimientos estéticos y políticos, lo que resultó en una amplia secularización de la cultura; pero desde la década de 1980, el discurso de la plástica contemporánea comenzó a incursionar de manera más prolífica y conceptual en el ámbito de lo espiritual y lo religioso.
Para la ambientación del renovado templo de San Francisco de Paula, la Oficina del Historiador de la Ciudad solicitó a importantes artistas cubanos la realización de obras plásticas vinculadas con la función original del edificio; de esta manera, se exponen allí pinturas, esculturas y vitrales de tema y función religiosos. Entre estas piezas, destaca un Via Crucis, creación de Zayda del Río. Lo componen catorce dibujos, correspondientes con las catorce estaciones,1 realizados con acuarela sobre cartulina, con un tamaño de 50 x 35 cm. En ellos, la autora manifiesta su original manera de representar las escenas de la Pasión y Muerte de Jesús.
El lirismo y los presupuestos formales propios de los dibujos de Zayda, a partir de mezclas de colores vivos, con fuertes contrastes entre el blanco y el negro, se adaptan aquí al dramatismo y mensaje de los momentos de la Pasión, y resultan composiciones más sobrias. Así, en cada una de las piezas que conforman este Vía Crucis destaca el uso de un cromatismo contenido, donde las figuras centrales están pintadas en tonos grises y azulados, con zonas de pigmentos de colores discretos para otras áreas; de esta manera, las escenas exhiben un efectismo delicado y armónico.
La minuciosidad, el gusto por el detalle y una inconfundible iconografía estética caracterizan el pincel de Zayda, y expresan un imaginario muy personal con arraigadas bases espirituales en la artista; elementos distintivos y recurrentes en sus figuraciones, como rostros de mujer, desnudos femeninos, plantas y cabezas de aves rodean las acontecimientos centrales en cada una de las estaciones: todo ello hace de su Via Crucis una obra única dentro de la historia del arte sacro de Cuba.
Zayda del Río nació en 1954 en Guadalupe, Las Villas, inició sus estudios en la Escuela Provincial de Arte de Cienfuegos en 1960, continuaron su formación la Escuela Nacional de Arte (ENA) en La Habana, el Instituto Superior de Arte (ISA), y después, la Escuela de Bellas Artes de París. Tiene en su haber numerosas exposiciones personales, en Cuba y en el extranjero. Ha sido merecedora de importantes premios y reconocimientos desde 1976, tanto en la Isla como en Estados Unidos, América Latina, Asia y Europa; obras suyas se conservan en instituciones y colecciones privadas y estatales.
Creadora polifacética, investigadora de las culturas y religiones del mundo, Zayda es pintora y dibujante, hace instalaciones, grabados e ilustraciones. También ha incursionado en la cerámica, el diseño de moda y la poesía. Figura singular en las artes plásticas cubanas de fines del siglo XX y del XXI, forma parte de la generación de artistas surgida en la década de 1970.
Buscadora de la realización personal, ella misma ha reconocido que su amor por la creatividad estética y lo bello le fue sugerido por la voz del espíritu.
Nota
Durante el pontificado de Juan Pablo II se creó una nueva estación, en la actualidad son quince las estaciones, basadas en el Nuevo Testamento.