
22/09/2025
La inteligencia colectiva a menudo se rinde ante la fuerza avasalladora de la necedad popular. Cuando una idea insensata gana el estatus de tendencia, deja de ser juzgada por su valor lógico y se alimenta de la emocionalidad grupal, la comodidad del prejuicio y el ardiente deseo de pertenecer. La razón entonces se encuentra sitiada, no por falta de argumentos, sino porque su voz serena es ahogada por el ruido ensordecedor de la masa. En esos momentos, el pensamiento crítico asume un rol no de vencedor, sino de resistente; se convierte en la tenaz conciencia que se niega a claudicar, sosteniendo una luz de cordura en la oscuridad, no con la esperanza ingenua de apagar la tormenta de inmediato, sino con la determinación de esperar a que, por fin, pase de moda.
Por ello, cabe preguntarse: ¿dónde reside realmente la autenticidad del ser? ¿Acaso en la repetición de consignas ajenas y en la adhesión cómoda a las corrientes predominantes?
La verdadera identidad individual, aquella que resiste la tiranía de lo colectivo, no es un producto espontáneo, sino una construcción ética forjada en el examen consciente. Se fundamenta en la capacidad de ejercer un criterio propio, iluminado por la moral que uno elige abrazar de forma autónoma, más allá del premio o el castigo social. Es la voz que se atreve a cuestionar, no por rebeldía vacía, sino por fidelidad a un principio interior que reconoce la diferencia entre lo popular y lo justo, lo ruidoso y lo verdadero. Solo quien se ha enfrentado a la disyuntiva entre el eco del rebaño y el susurro de su conciencia, y ha elegido escuchar este último, puede vislumbrar el arduo camino de llegar a ser quien realmente es.
¿Y tú? La música que escuchas, la ropa que usas, lo que consumes... ¿son decisiones propias o el flujo de tendencias que adoptas sin cuestionar? ¿Eres realmente un individuo con criterio ético autónomo, o un producto más de la masa, un dron que repite patrones programados? La autenticidad no se mide por lo que tienes, sino por el valor que eliges conscientemente darle.
Al parecer no se equivocó Jean de La Fontaine cuando expresó: "Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda."
Al final, la pregunta crucial es:
¿Habitas tu vida o interpretas un guión escrito por otros?
Daniel AS Revé