21/12/2025
*ESTUVISTE ALLÍ!*
El pueblo en general tardaba mucho en completar la obra de expulsar a los paganos. Las tribus se habían dispersado para ocupar sus posesiones, el ejército había sido disuelto, y se miraba como empresa difícil y dudosa el reanudar la guerra. Pero Josué declaró: “Jehová vuestro Dios las echará de delante de vosotros, y las lanzará de vuestra presencia: y vosotros poseeréis sus tierras, como Jehová vuestro Dios os ha dicho. Esforzaos pues mucho a guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a la diestra ni a la siniestra”.
Josué puso al mismo pueblo como testigo de que, siempre que ellos habían cumplido con las condiciones, Dios había cumplido fielmente las promesas que les hiciera. “Reconoced, pues, con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, que no se ha perdido una sola palabra de las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros”, les dijo. Les declaró, además, que así como el Señor había cumplido sus promesas, así cumpliría sus amenazas. “Mas será, que como ha venido sobre vosotros toda palabra buena que Jehová vuestro Dios os había dicho, así también traerá Jehová sobre vosotros toda palabra mala… Cuando traspasareis el pacto de Jehová, … el furor de Jehová se inflamará contra vosotros, y luego pereceréis de aquesta buena tierra que él os ha dado” (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 559, 560).
Abraham no tuvo posesión en la tierra, “ni aun para asentar un pie”. Hechos 7:5. Poseía grandes riquezas y las empleaba en honor de Dios y para el bien de sus prójimos; pero no consideraba este mundo como su hogar. El Señor le había ordenado que abandonara a sus compatriotas idólatras, con la promesa de darle la tierra de Canaán como posesión eterna; y sin embargo, ni él, ni su hijo, ni su nieto la recibieron. Cuando Abraham deseó un lugar donde sepultar sus mu***os, tuvo que comprarlo a los cananeos. Su única posesión en la tierra prometida fue aquella tumba cavada en la peña en la cueva de Macpela.
Pero Dios no faltó a su palabra; ni tuvo esta su cumplimiento final en la ocupación de la tierra de Canaán por el pueblo judío… Abraham mismo debía participar de la herencia… Y la Sagrada Escritura enseña expresamente que las promesas hechas a Abraham han de ser cumplidas mediante Cristo… Dios dio a Abraham una vislumbre de esta herencia inmortal, y con esta esperanza, él se conformó. “Por fe habitó en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en cabañas con Isaac y Jacob, herederos juntamente de la misma promesa: porque esperaba ciudad con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios”. Hebreos 11:9, 10.
De la descendencia de Abraham dice la Escritura: “Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra”. Tenemos que vivir aquí como “peregrinos y advenedizos”, si deseamos la patria “mejor, es a saber, la celestial” (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 166, 167).