Samuel Bautista Visil

Samuel Bautista Visil 🎙 Samuel Bautista Visil | Joven cristiano, líder juvenil, locutor profesional y maestro de ceremonia. (1 Timoteo 4:12)

Apasionado por formar nuevas generaciones con principios bíblicos. Vive, comunica e inspira desde el Reino. 📍República Dominicana.

𝐃𝐨𝐜𝐭𝐫𝐢𝐧𝐚 𝐯𝐬. 𝐃𝐨𝐠𝐦𝐚𝐬Por: Samuel Bautista VisilLa diferencia entre doctrina y dogmas es fundamental para comprender la ese...
28/08/2025

𝐃𝐨𝐜𝐭𝐫𝐢𝐧𝐚 𝐯𝐬. 𝐃𝐨𝐠𝐦𝐚𝐬
Por: Samuel Bautista Visil

La diferencia entre doctrina y dogmas es fundamental para comprender la esencia de la fe cristiana. La doctrina es aquello que Dios ha revelado en su Palabra: enseñanzas claras, firmes y eternas que orientan la vida del creyente. Es luz para el camino, verdad que no cambia con el tiempo, fundamento que sostiene la iglesia. Cuando hablamos de doctrina, hablamos de lo que la Escritura enseña sobre Cristo, la salvación, la gracia, la fe, la santidad y el reino de Dios. La doctrina no depende de consensos humanos ni de tradiciones culturales, sino que descansa en la autoridad absoluta de la Biblia.

El dogma, en cambio, suele ser una declaración impuesta por estructuras religiosas, muchas veces nacida de la interpretación humana. Puede contener elementos de verdad, pero corre el riesgo de sobreponerse a la Palabra, colocando cargas sobre las conciencias que Dios no ha establecido. El dogma tiende a ser rígido, excluyente y a veces se erige como una muralla que divide en lugar de edificar. De allí que, en la historia, los dogmas hayan generado divisiones, legalismos y, en ocasiones, desviaciones del verdadero evangelio.

Por eso, para la fe cristiana, la doctrina tiene mayor relevancia que el dogma. La doctrina es vida porque procede de la verdad eterna de Dios; el dogma, si no se sujeta a esa verdad, puede convertirse en un peso que debilita la fe. Jesús mismo confrontó los dogmas de los fariseos cuando ponían sus tradiciones por encima de la Palabra de Dios (Marcos 7:7-9). Él enseñó que lo que sostiene al creyente no son normas humanas, sino la verdad de su Palabra: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

En consecuencia nuestra fe no puede descansar en decretos humanos ni en estructuras que cambian con el tiempo. Necesitamos volver, una y otra vez, a la doctrina de Cristo, porque solo en ella encontramos guía segura, esperanza firme y salvación eterna. La doctrina no esclaviza, sino que libera; no divide en nombre de tradiciones, sino que une en el nombre de Cristo. Allí radica la verdadera relevancia para nuestra fe: abrazar la doctrina de la Palabra y discernir con humildad los dogmas que, si no están alineados con la verdad bíblica, deben ser desechados.

Con profundo dolor, pero con la firme esperanza que nos da el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo,  quiero expresar mi...
15/07/2025

Con profundo dolor, pero con la firme esperanza que nos da el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, quiero expresar mis más sinceras condolencias por el fallecimiento del amado pastor y maestro John MacArthur.

El pastor MacArthur no solo fue un fiel expositor de la Palabra de Dios, sino un referente indiscutible del ministerio cristiano centrado en las Escrituras. Su vida, entregada al servicio del Reino, marcó generaciones de creyentes y líderes, y su legado doctrinal perdurará como una lámpara que sigue alumbrando en medio de las tinieblas del error y la confusión.

Su compromiso con la sana doctrina, su pasión por la predicación expositiva y su fidelidad al Evangelio lo convirtieron en un verdadero siervo aprobado, que no se avergonzó de proclamar toda la verdad del consejo de Dios. A través de su ministerio, millones alrededor del mundo fueron edificados, corregidos y transformados por la verdad.

Hoy damos gracias a Dios por su vida, y nos unimos en oración por su familia, su iglesia Grace Community Church, y por todos los que lloran su partida. Aunque humanamente sentimos el vacío, celebramos que él ha sido recibido en gloria, donde le esperaba la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, reserva a todos los que le aman.

Descansa en paz, pastor John. Como bien solías decir: "No somos nosotros los que defendemos la verdad, es la verdad la que nos defiende a nosotros." Que tu legado siga transformando vidas para la gloria de Dios.

"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe." — 2 Timoteo 4:7

Samuel Bautista Visil

𝐏𝐄𝐑𝐎 𝐂𝐀𝐋𝐋𝐀𝐑 𝐄𝐒 𝐏𝐄𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐓𝐑𝐀𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐑 𝐀 𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃Se que me mirarán mal. Sé que habrá quienes digan: “No toques al ungido.” ...
09/07/2025

𝐏𝐄𝐑𝐎 𝐂𝐀𝐋𝐋𝐀𝐑 𝐄𝐒 𝐏𝐄𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐓𝐑𝐀𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐑 𝐀 𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃

Se que me mirarán mal. Sé que habrá quienes digan: “No toques al ungido.” Pero también sé que Dios está harto de una iglesia que guarda silencio mientras los lobos visten de ovejas y los pastores irresponsables dispersan el rebaño, en especial a los jóvenes.

Este mensaje es para ustedes, pastores que han sido tropiezo en lugar de ejemplo.

La Escritura declara:

“¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! —declara el Señor.” (Jeremías 23:1)

Sí, ¡ay de ustedes! que con su doble vida, con su manipulación, con su ambición y con su falta de carácter han provocado que muchos jóvenes huyan de la iglesia en vez de correr a Cristo. Pastores que predican santidad el domingo, pero viven en impureza el lunes. Que exigen respeto, pero abusan del poder. Que hablan del reino, pero buscan el suyo.

¿Cuántos jóvenes han sido heridos por sus palabras duras, sus favoritismos, sus injusticias, o peor aún, por su silencio ante el pecado? ¿Cuántos se han ido porque no encontraron en ustedes un padre espiritual, sino un juez sin gracia o un líder sin testimonio?

El Señor lo vio. Y aún hoy, llama al arrepentimiento.

“Ustedes no han fortalecido a las ovejas débiles, ni han cuidado a las enfermas… han gobernado con dureza y crueldad.” (Ezequiel 34:4)

¿Dónde están los pastores que lloran con los jóvenes, que les enseñan con paciencia, que oran por ellos en secreto, que los corrigen con amor y los levantan con ejemplo?

La juventud no necesita más espectáculos. Necesita pastores genuinos, humildes, temerosos de Dios, llenos del Espíritu y vacíos de ego.

Ustedes que han sido tropiezo, que han escandalizado, que han desviado, todavía están a tiempo. Dios aún llama:

“Arrepiéntanse, pues, y conviértanse, para que sean borrados sus pecados…” (Hechos 3:19)
Pero si no lo hacen, habrá juicio:

“El siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.” (Lucas 12:47)

Dios está levantando una generación nueva. Jóvenes que ya no se dejarán impresionar por títulos, ni por gritos, ni por espectáculos. Quieren palabra, quieren verdad, quieren un pastor con rodillas gastadas y manos limpias.

Y tú, pastor, ¿serás uno de ellos? ¿O serás uno más de los que tendrán que rendir cuentas?

Este mensaje no busca destruir, sino despertar. No es contra la Iglesia, es por ella. No es para dividir, es para limpiar la casa de Dios.

“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios…” (1 Pedro 4:17)

Sé que este escrito me traerá problemas, pero prefiero problemas con los hombres que con Dios.
Porque los jóvenes no se están perdiendo por el mundo, se están perdiendo por la negligencia de quienes debieron pastorearlos.

Hoy, Dios llama a rendir cuentas.
Hoy, Dios llama a volver al modelo del Buen Pastor.
Hoy, Dios llama a dejar de jugar a la iglesia, y empezar a pastorear con temor y temblor.

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𝐕𝐎𝐋𝐕𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐀 𝐋𝐀 𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋En un mundo donde la confusión reina, donde se celebran modelos familiares distorsionad...
09/07/2025

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐀 𝐋𝐀 𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋

En un mundo donde la confusión reina, donde se celebran modelos familiares distorsionados y se promueve la deconstrucción del hogar, se alza una voz distinta. No es una voz de odio, ni una nostalgia religiosa vacía, sino una voz que clama desde el corazón de Dios: ¡Volvamos al diseño original!

La familia tradicional —formada por un hombre y una mujer unidos en pacto, criando hijos en amor, respeto y temor de Dios— no es una invención cultural ni una moda del pasado. Es un establecimiento divino, diseñado por el Creador mismo desde el principio:

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24)

Pero hoy, ese diseño ha sido burlado, atacado y reemplazado por ideologías que exaltan el deseo humano por encima de la voluntad divina. Se redefine el matrimonio, se elimina la paternidad, se confunde la identidad, y se llama “progreso” a lo que Dios llama rebeldía.

El corazón del problema no es político ni social: es espiritual. La humanidad ha cambiado la verdad por la mentira y ha edificado su casa sobre la arena de sus pasiones.

“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican…” (Salmo 127:1)

No estamos hablando de normas anticuadas, sino de fundamentos eternos. La familia tradicional no es solo útil, es sagrada. Es el primer lugar donde se aprende el amor, la autoridad, la identidad, el perdón y la fe. Cuando se rompe la familia, la sociedad entera se desmorona.

Este mensaje no es para atacar, sino para despertar. No es para avergonzar, sino para redirigir los pasos hacia la verdad. Porque no hay verdadera prosperidad sin obediencia al orden de Dios.

La Palabra es clara:

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres… Padres, criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:1,4)
Hoy, mientras muchos celebran modelos alternos y levantan banderas de orgullo, el cielo llama a restaurar el altar del hogar. A los hombres, a ser sacerdotes de su casa. A las mujeres, a abrazar su alto llamado de edificar el hogar. A los hijos, a honrar a sus padres. Y a la Iglesia, a no ceder ante la presión cultural, sino a proclamar con valentía lo que Dios ya estableció.

No hay odio en este mensaje. Solo hay urgencia, compasión y verdad.

El mundo grita: “Haz lo que quieras.”
Dios susurra con amor: “Haz lo que es correcto.”
Volver a la familia tradicional no es retroceder; es avanzar en obediencia hacia la vida abundante que Dios prometió.

“El que oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.” (Mateo 7:24)
El tiempo es corto. El juicio viene. Pero la gracia aún está disponible. Volvamos al principio. Volvamos al hogar. Volvamos a la familia tradicional.

Porque solo allí, en el diseño de Dios, hay esperanza duradera.

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Samuel Bautista Visil

𝐒𝐀𝐋𝐕𝐎𝐒 𝐒𝐈𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐎𝐒La frase “Salvos Siempre Salvos” se ha popularizado en algunos círculos evangélicos como una forma ...
03/05/2025

𝐒𝐀𝐋𝐕𝐎𝐒 𝐒𝐈𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐎𝐒

La frase “Salvos Siempre Salvos” se ha popularizado en algunos círculos evangélicos como una forma de expresar que, una vez una persona es salva, su salvación está asegurada para siempre sin importar su conducta futura. Sin embargo, esta frase no representa fielmente la doctrina reformada ni en su contenido teológico ni en su expresión práctica. Aunque a primera vista puede parecer que coincide con la enseñanza reformada de la perseverancia de los santos, en realidad transmite un mensaje distorsionado y superficial que ha llevado a muchos a un falso sentido de seguridad espiritual.

En la tradición reformada, la seguridad de la salvación no se basa meramente en una decisión pasada o una confesión verbal de fe, sino en una regeneración genuina por el Espíritu Santo que produce frutos continuos de santidad, obediencia y perseverancia. Esta doctrina, conocida como la perseverancia de los santos, enseña que aquellos que verdaderamente han sido salvados por la gracia de Dios serán guardados por Él hasta el fin. Textos como Filipenses 1:6 (“el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”) y Juan 10:27-28 (“yo les doy vida eterna... y no perecerán jamás”) respaldan esta enseñanza. Sin embargo, esta seguridad no es independiente de una vida transformada. Jesús mismo advirtió que no todo el que le dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los cielos, sino sólo aquel que hace la voluntad de su Padre (Mateo 7:21).

La frase “salvos siempre salvos” ha sido utilizada frecuentemente como una justificación para una vida sin compromiso, dando a entender que una vez alguien “acepta a Cristo”, ya no importa cómo viva. Esta interpretación no solo es ajena al pensamiento reformado, sino que contradice frontalmente la enseñanza bíblica. En Hebreos 3:14 se afirma que somos hechos participantes de Cristo “con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”. La fe genuina no es pasiva ni estancada, sino activa y perseverante. El apóstol Pedro exhorta a los creyentes a procurar hacer firme su vocación y elección (2 Pedro 1:10), dejando claro que la salvación no es una excusa para la negligencia espiritual.

Desde una perspectiva histórica, los reformadores protestantes nunca enseñaron que una vez salva, una persona pueda vivir como quiera. Juan Calvino escribió en su obra Institución de la Religión Cristiana que, aunque la fe sola justifica, la fe que justifica nunca está sola: siempre está acompañada de frutos. La Confesión de Fe de Westminster, uno de los documentos más representativos del pensamiento reformado, afirma que los creyentes verdaderos perseverarán hasta el fin porque han sido llamados eficazmente por Dios, pero añade que esta perseverancia no los exime de la responsabilidad de cuidar diligentemente su vida espiritual. Es decir, la seguridad de la salvación va unida a la evidencia visible de una vida conforme al Evangelio.

Por lo tanto, desde una perspectiva apologética, debemos rechazar el uso simplista de “salvos siempre salvos” cuando esta frase se usa para justificar una fe sin fruto, una gracia sin transformación y una salvación sin santidad. La fe reformada no niega la seguridad eterna del creyente, pero insiste en que dicha seguridad es inseparable de la obra santificadora del Espíritu Santo en la vida del creyente. Defender la doctrina bíblica de la perseverancia de los santos es también defender el carácter santo de Dios, el poder transformador del Evangelio y la responsabilidad del creyente de vivir conforme a su llamamiento. La verdadera seguridad de salvación no descansa en una fórmula verbal, sino en una vida renovada por la gracia, sostenida por la fe y evidenciada por el fruto espiritual. Así que , el creyente reformado no dice “salvo siempre salvo” con ligereza, sino “perseveraré porque Dios me sostiene, y lo glorificaré con mi vida”.

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