21/12/2025
Tililín participa con los cocheros de San Pedro de Macorís en el gran desfile caravana por el campeonato de las Esrellas Orientales en 1968
Textos tomado de las páginas 276 hasta la 285 de la novela Guaro, el cochero Tililín (novela ensayística e intrahistórica), de la autoría de Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo). Una obra literaria con 472 páginas, 99,804 palabras, 920 párrafos, y 13,579 líneas. Próximamente en el mercado literario.
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Esta nueva convocatoria era muy distinta a aquella de los tiempos de la tiranía, épocas inolvidables del jefe, cuando todos los cocheros de San Pedro de Macorís tuvieron que asistir al famoso mitin del millón de personas. El recordado "Desfile del Millón" en la entonces Ciudad Trujillo, un magno y regio evento trujillista realizado en la avenida George Washington conocida como el Malecón de la capital, ocurrió en octubre de 1960. Con aquel multitudinario desfile el régimen pretendió exhibir ante el mundo que contaba con amplio respaldo popular, ello, porque en agosto de ese año, la Organización de Estados Americanos conocida como la OEA, se reunió en San José, Costa Rica, decidiendo sancionar a Republica Dominicana por el atentado terrorista de junio de ese año en contra del presidente de Venezuela Rómulo Betancourt, que resultó con heridas y quemaduras de consideración en su cuerpo. Trujillo se encontraba asediado y aislado por los gobiernos democráticos. La presión era fuerte, su régimen se tambaleaba en un ambiente de tensión creciente.
Desfile de Coches. San Pedro de Macorís, 1950 Fuente de la imagen: AGN. Imágenes de nuestra historia.
En la lejanía de ese recuerdo escalofriante flotan aquellas palabras fastuosas y rimbombantes construidas para idolatría y lisonja por el entonces Sub Secretario de Estado de lo Interior del régimen; éste aprovechó la ocasión irrepetible para dejar claramente expuesto su hondo sentimiento trujillista, palabras que rápidamente fueron difundidas y reproducidas por los medios impresos de la época, controlados todos por la dictadura: “Mares humanos, gallardetes, estandartes, banderas, vítores, himnos, flores y otras expresiones del sentimiento nacional demostrarán que Trujillo y su pueblo constituyen una granítica unidad en donde palpita el corazón de la patria”, escribió José Ángel Saviñón, describiendo la convocatoria masiva al llamado “Gran desfile nacional". La asistencia a aquel acontecimiento fue conminatoria, constituía una obligación inexcusable a los ojos del sistema de dominación que promovía la participación como demostración de responsabilidad patriótica y dominicanista. Todos los empleados públicos, familiares de guardias y policías; empresas y fabricas privadas, tuvieron que acudir obediente a respaldar con su presencia a Trujillo y su gobierno; una concurrencia forzada bajo amenaza punitiva. Aquel acontecimiento le produjo un trauma emocional no solo a Tililín si no a muchos de sus colegas de oficio, por lo que ocho años después al ser nuevamente convocados los cocheros a participar en un desfile de festejo, todo su cuerpo se estremeció y de inmediato recordó aquel octubre de 1960, durante la “Era Gloriosa”, ocasión en que la tiranía más que una invitación hizo un llamado de obediencia autoritaria emanada del poder dominante.
Imágenes del famoso Desfile del Millón de Trujillo el 24 de octubre de 1960, en el Malecón de la capital, puede verse en el Palco Presidencial, de Izquierda a derecha Angelita Trujillo Martínez , María Martínez de Trujillo , Rafael Leónidas Trujillo Molina, el presidente Héctor Bienvenido Trujillo Molina, el vicepresidente Dr. Joaquín Balaguer, y el secretario de las Fuerzas Armadas. Detrás se observa la Plana mayor de las fuerzas Armadas de la nación Fuente: Life Magazine. Texto y fotos tomado de IMÁGENES DE NUESTRA HISTORIA.
La mayoría de los que acudieron al histórico desfile trujillista lo hicieron bajo miedo y temor a represalia en su centro laboral o en su barrio, el régimen desarrollaba una vigilancia celosa, el caliesaje era amplio y constante. Todo régimen absolutista se caracteriza por su estilo paranoico, obliga al pueblo a que lo respalde, es una simpatía sustentada en la manipulación psicológica, el chantaje y el terror.
Tililín rememoró en su interior aquella participación obligatoria al desfile, ordenársele a los cocheros acudir a esa masiva revista de civiles, guardias y policías, convocado por el jefe y su partido de la palmita, llamándola la gran parada del millón, del 24 de octubre de 1960, Día de San Rafael, fecha de celebración del natalicio del “Benefactor”; aquel ajetreo fue todo nerviosismo. Los cocheros petro-macorisanos asistieron nerviosos, con desconfianza y mudos, pues cualquier expresión de inconformidad se pagaba con una delación que producía detención, tortura y el as*****to.
Años antes, en 1950, lo cocheros de la ciudad habían participado en un desfile en respaldo al gobierno de Rafael Leónidas Trujillo.
Mientras Tililín iba en el barco que vino al puerto local a cargar coches, caballos y conductores, que participarían en la actividad oficial, uno de ellos, al que los demás no le tenían confianza, cuchicheaban que era calié, comenzó a hablar de la inauguración de los edificios de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo libre, cinco años atrás, en 1955, en cuya inauguración se celebró otro gran desfile parecido, conmemorando el vigésimo quinto aniversario del inicio de la Era del mesiánico. El gobernante conmemoraba sus hazañas en grande sin reparar en costo de dinero.
Todas esas conmemoraciones eran acompañadas de parafernalia escandalosa cuyo objetivo principal era hacer propaganda de los atributos y bondades del dictador. Cada vez que los funcionarios del régimen invitaban a una actividad había que asistir obligatoriamente, no hacerlo exponía al convocado a una situación peligrosa. Tililín no era un político activo, además, sentía temor por la integridad física de él y su familia. Era un hombre con una mentalidad conservadora, se acomodaba a la situación imperante, nunca estaba en oposición, acataba lo que dijera u ordenara el gobierno de turno. En esta ocasión esta participación de los cocheros tenía un motivo especial de festejo y disfrute: Las Estrellas Orientales habían conquistado el campeonato de béisbol otoño-invernal 1967—1968.
Este nuevo llamado a desfilar era distinto, no produjo el pavor de la época de la dictadura, todos estaban deseoso de participar, los animaba un interés de cooperación participativa. No había que temer como en el pasado, esta comprensión despejó sus dudas, aunque llevaba clavado en su memoria aquel desfile de exaltación al jefe. Ahora transcurría el año de 1968, el triunfo oriental los convidaba, el histórico hecho de que el conjunto de los verdes elefantes había conquistado la corona de béisbol 1967—68, al vencer a los rojos capitaleños, el miércoles 14 de febrero de 1968, Día de San Valentín, del Amor y la Amistad. Semanas antes, el 21 de enero, el conjunto oriental había ganado la Serie Regular (36 JG, 18 JP, 3 JE, con 667 de average), cuando Larry (León) Dierker (4-1) derrotó al Escogido 5-1.
Imágenes que muestran diferentes escenas y posiciones recogiendo los alegres momentos cuando el conjunto de beisbol profesional Estrellas Orientales, representativo de la provincia, conquistó su segundo campeonato en la campaña 1967-68, luego de lograrla en el año de 1954.
Con entusiasmo y alegría los cocheros de San Pedro de Macorís acudieron al llamado y se integraron al gran desfile festejo por aquella hazaña deportiva. Gentes de todas las edades, hombres, mujeres, niños y ancianos, algunos llevaron sus mascotas; también participaron centenares de jinetes montados en brillosos y atractivos corceles debidamente entrenados, liderado por el popular Kalil Haché y cuya presencia acaparó las miradas de los miles de entusiastas fanáticos. Vinieron personas de localidades cercanas y lejanas a disfrutar de la algarabía y ser parte del jubiloso bullicio del pueblo.
En ese encuentro victorioso, el refuerzo norteamericano Lawrence Edward Dierker (Larry Dierker), lanzó 9 entradas, teniendo el respaldo defensivo del torpedero Ted Kubiak y del antesalista Rigoberto Mendoza, quienes realizaron brillantes atrapadas. Habían transcurrido catorce años del memorable batazo producido por Bell Arias que le dio el campeonato al equipo verde en 1954.
Ese campeonato, 1967—68, fue apoteósico, quedó registrado con letras de oro en la historia deportiva de la ciudad. Siempre se recuerda a su manager, el cubano Antonio -Tony- Pacheco, bajo cuya dirección el conjunto verde salió triunfante en la serie regular con 38-22, y ganando luego la serie final.
Al frente del grandioso desfile iba la reina, seguida de los componentes del conjunto ganador, su mánager campeón, el cubano Tony Pacheco, los bateadores Ricardo Carty, Harold King, Rafael Batista, Ted Kubiak, José Vidal Nicolás, Chico Ruíz, Rigoberto Mendoza, Félix Santana, Ron Davis, Jaime Davis, y Doc Edwards.
En la caravana de la celebración también asistieron sus lanzadores estelares Silvano Quezada, Jim Ray, Danny Coombs, Larry Dierker, Federico -Chichí- Olivo, y el estelar cubano de Grandes Ligas Mike Cuéllar.
Los cocheros recorrieron todo el trayecto de aquella caravana del triunfo verde atestados de gentes, fue tan fuerte la carga que al otro día varios coches fueron llevados de emergencia a los talleres de reparación. El coche de Tililín fue de los afectados, la avería lo alejó de esa labor por varios días hasta que su amigo, el viejo Mané Santana, le entregó su coche arreglado.