16/10/2025
La imagen que contemplamos es un monumento a la fortaleza invisible, un espejo de la realidad que a menudo pasa desapercibida. Esta escultura no solo revela el peso físico del hogar, la crianza y el cuidado –manifestado en cada electrodoméstico, escoba y cubo–, sino que grita sobre el peso invisible que llevan las madres:
Es el peso de la preocupación constante, la carga mental de planificar cada detalle, el esfuerzo emocional de ser el ancla y el refugio. Es el silencio de los sacrificios, las renuncias personales que se acumulan en la espalda sin que nadie las note.
Pero miremos de cerca: esta madre no se derrumba. A pesar de la monumental carga que dobla su espalda, sus brazos están firmemente envueltos alrededor de sus hijos. Ellos, ajenos al peso exacto, son la razón y la fuerza que la mantienen erguida. En su abrazo reside la verdad más profunda: el amor no solo es el motor, sino también el soporte que evita el colapso.
Esta escultura es un recordatorio para honrar la sobrecarga que muchas veces llevan las madres. Es una invitación a reconocer no solo el trabajo que se ve, sino el agotamiento que se esconde detrás de una sonrisa. Es un tributo a la resiliencia infinita y al amor incondicional que transforma el peso más abrumador en el soporte más firme.
A todas las madres: Vuestro peso es noble, vuestra fuerza es inquebrantable y vuestro amor es el verdadero milagro que sostiene el mundo.