25/08/2025
Era de madrugada cuando escuché ruido en la cocina.
Pensé que era un ladrón… pero era mi hijo de 10 años, de pie frente a la nevera vacía.
Tenía un vaso en la mano y lágrimas en los ojos.
Me dijo bajito:
—Mami, yo solo quería un poco de leche.
Yo me quedé helada.
Porque en ese momento entendí que no era el cansancio, ni el trabajo, ni las discusiones con su papá lo que me dolía…
era esa nevera vacía que me gritaba que le estaba fallando.
No dormí.
Salí a la calle a las 3 de la mañana buscando dónde conseguir aunque fuera un cartón de leche.
Y mientras caminaba, me prometí que aunque me muriera en el intento… a mis hijos nunca más les iba a faltar un vaso de leche.