26/07/2025
Cuando el Maestro se Niega a Aprender: El Peligro del Inmovilismo Educativo.
En un momento histórico en el que la educación enfrenta desafíos sin precedentes, tanto por los avances tecnológicos como por las transformaciones sociales y culturales, es inaceptable que aún existan docentes que se niegan rotundamente a evolucionar.
La imagen que ilustra a un maestro aferrado a la idea de que la formación permanente no es necesaria no es una caricatura exagerada: es una realidad silenciosa pero peligrosa.
La educación es, por esencia, un proceso dinámico. Quien decide dedicarse a la enseñanza asume un compromiso con la actualización constante, la autorreflexión crítica y el mejoramiento continuo. No basta con tener un título colgado en la pared. Ser docente exige humildad intelectual para reconocer que siempre hay algo nuevo que aprender, desaprender y reaprender.
Negarse a evolucionar, a formarse, a integrar nuevas estrategias pedagógicas o a comprender los contextos cambiantes de los estudiantes, no solo limita el crecimiento personal del docente, sino que condena al estancamiento a generaciones enteras. La resistencia al cambio, disfrazada de "experiencia" o "tradición", es una traición a la vocación educativa.
La formación permanente no es un lujo ni una moda. Es una necesidad vital. En un mundo donde los conocimientos se duplican cada pocos años y las habilidades exigidas por el mercado laboral cambian constantemente, los educadores deben ser los primeros en encabezar el proceso de transformación.
La docencia no puede seguir siendo refugio de quienes se acomodan en la rutina o se aferran a metodologías obsoletas. Es tiempo de trazar una línea clara: quien no cree en la necesidad de formarse, no debe estar frente a un aula. La educación dominicana —y la de cualquier país— no puede avanzar con los pies atados al pasado.
Reflexión : El verdadero docente no enseña desde la soberbia de lo que cree saber, sino desde la humildad de lo que aún puede aprender. La formación continua no es una carga, es el oxígeno de la profesión. Quien se niega a respirar, no puede seguir vivo en el mundo de la enseñanza.