10/10/2025
🧠 Salud Mental: una urgencia silenciosa y mal atendida en República Dominicana
Por Johan Rosario
En un mundo que avanza a ritmo vertiginoso, hablar de salud mental ya no es un lujo académico ni un tema de conversación para especialistas: es una urgencia global, una causa humana. Hoy, Día Mundial de la Salud Mental, más que conmemorar, nos corresponde reflexionar sobre el deterioro silencioso de una sociedad que, entre el ruido y la prisa, ha olvidado cuidar el equilibrio más esencial: el del alma y la mente.
La salud mental no es un concepto abstracto ni un asunto reservado a quienes “están mal”. Es el cimiento invisible que sostiene nuestras relaciones, decisiones, emociones y sueños. No existe salud integral sin salud mental. Y sin embargo, en la República Dominicana —como en buena parte del mundo— asistimos a una peligrosa banalización de esta condición delicada, donde la frontera entre el bienestar emocional y la patología clínica se desdibuja en manos inexpertas.
⚠️ Una crisis de diagnóstico y competencia profesional
En nuestro país, proliferan cada día psicólogos ejerciendo fuera de su marco de competencia, emitiendo diagnósticos de “normalidad” en casos donde lo evidente clama intervención psiquiátrica. Personas con síntomas graves —delirios, conductas violentas, disociaciones, impulsividad extrema— son declaradas “sanas y funcionales” por profesionales que carecen de facultad legal o clínica para prescribir medicación o manejar trastornos que requieren tratamiento farmacológico.
No se trata de desacreditar la labor del psicólogo —vital en la orientación, la prevención y el acompañamiento terapéutico—, sino de recordar que la línea entre lo emocional y lo patológico no puede cruzarse sin la intervención de un psiquiatra debidamente certificado, capaz de valorar con rigor clínico y científico cada caso y, de ser necesario, recetar el cóctel de medicamentos controlados que restablezca el equilibrio químico del cerebro.
Cuando un psicólogo, sin autoridad para trabajar con sustancias reguladas por la DNCD, afirma que una persona con evidente descompensación mental “está bien”, no solo compromete su credibilidad profesional: pone en riesgo la vida de su paciente y la seguridad de quienes lo rodean. Lo que en apariencia es empatía o desconocimiento, en el fondo puede devenir en tragedia.
💬 El costo humano del descuido
Detrás de cada diagnóstico equivocado o tardío hay una familia desgarrada, una madre que no entiende la conducta errática de su hijo, un trabajador que pierde su empleo por inestabilidad emocional, o una víctima de agresión provocada por alguien que “fue declarado sano”. La salud mental no puede abordarse con ligereza ni improvisación: exige preparación científica, sensibilidad humana y un sistema de salud que diferencie claramente los roles de cada profesional.
Necesitamos psiquiatras visibles, accesibles y respaldados por políticas públicas serias. Necesitamos psicólogos éticos que sepan reconocer el límite de su actuación y refieran a tiempo a los especialistas médicos. Y necesitamos, sobre todo, una sociedad que deje de estigmatizar la enfermedad mental y empiece a tratarla como lo que es: una condición médica, no un defecto moral.
🌿 Conclusión: sanar la mente es salvar la vida
Hablar de salud mental es hablar de humanidad. No hay nación sana con ciudadanos descompensados emocionalmente. No hay futuro posible cuando el desequilibrio psicológico se normaliza o se encubre bajo diagnósticos complacientes.
En este Día Mundial de la Salud Mental, recordemos que cuidar la mente es un acto de amor —hacia uno mismo y hacia los demás—, pero también de responsabilidad social.
Porque la locura, cuando no se trata, se propaga; pero la empatía y la atención médica adecuada también se contagian.
Y en esa elección entre el descuido y la cura, entre el silencio y la verdad, se juega hoy la salud espiritual de toda una nación.