
11/06/2025
Este texto no dice que Dios permitió lo malo.
Dice que lo habló.
Que salió de Su boca.
Eso es mucho más grave.
Eso es acusar a Dios de ser la fuente directa del mal.
Pero… ¿y si quien escribió eso no estaba revelando a Dios, sino culpándolo?
Porque no todo lo que está en la Biblia es una declaración divina.
A veces es un corazón roto… hablando desde su dolor.
El autor está mirando las ruinas de Jerusalén.
Su ciudad cayó. Su pueblo fue destruido.
Y en medio del trauma dice:
> “Esto lo dijo Dios… lo malo también salió de su boca.”
Pero en otro lugar, el mismo libro sagrado dice lo contrario:
> “Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie.”
– Santiago 1:13
Entonces… ¿quién tenía razón?
Quizá ninguno.
Quizá ambos hablaron desde donde estaban.
Pero la verdad es esta:
No fue Dios quien habló destrucción… fue el pueblo quien la provocó.
Dios no gritó juicio.
Solo guardó silencio cuando ya nadie quiso escucharlo Y eso es aún más doloroso:
No que Dios envíe el mal…
Sino que guarde silencio cuando uno mismo lo elige.