20/06/2025
*Betty Argudo: la mujer que cambió joyas por raíces y convierte el amor en un oficio*
A diario en el césped del Parque de la Madre, los pies descalzos de Betty Mery Argudo Mora, se recargan de energía. A las cinco de la mañana empieza su día. Renunció a la comodidad y sociedad para apegarse a lo sencillo y liviano del transitar por la vida. Su vestuario es sencillo y más primaveral, se deslindó del maquillaje porque su rostro lo cuida con cáscaras de plátano y otras propiedades nutritivas.
De lunes a viernes sosteniendo canastas de mimbre llega a las oficinas de las instituciones públicas para ofrecer golosinas de sal y de dulce. Cuando lo hace, se impone y no por la fuerza de su voz, sino por la dulzura que proyecta. De sus labios siempre sale esta frase: “Estoy bien, mejor imposible”.
Papas, yucas, tostitus, tostado, chifles de sal y de dulce, nutripacks de frutas de la época (bajo pedido), barras energéticas, caramelos de jengibre con miel y otras delicias orgánicas vende en las oficinas. A sus clientes, los denomina padrinos y madrinas, es decir todo aquel funcionario que al mes compra 10 dólares se convierte en socio o ayudador activo de la comunidad WasiNutri.
Al mes vende mil snacks y 1.200 barras energéticas
Cien productores alrededor del mundo forman parte de WasiNutry, una comunidad de emprendedores dedicados a sembrar, transformar y procesar alimentos, bebidas y productos de aseo personal; treinta de ellos son de Ecuador. Betty es la encargada de articularnos y de comercializar los productos.
Para ella y todos los socios, que son emprendedores de productos orgánicos, está claro que con disciplina, pasión y servicio se aporta a la reactivación económica descartando así, la vulnerabilidad. A muchos no les ha sido fácil invertir para mejorar la imagen y el empaque del producto, sin embargo, lo van haciendo potencializando las bondades de la madre naturaleza. Un productor pensó en una barra energética cuya base es la miel de abeja, quinua y amaranto, y sobre ésta va dando sabor y textura a una barra energética y saludable de chocolate, maní, moringa, linaza, coco, etcétera.
Quizá la diversidad del producto es lo que hace fuerte a esta comunidad que de a poco anhela ser parte del mercado cuencano y ecuatoriano. Tienen productos estrella como el café fino de aroma de las alturas de Huigra, o el chocolate orgánico que proviene de Malacatos. Por ahora, ni los vinos, ni todos los demás productos pueden competir en el mercado local porque la producción orgánica es mucho más cara y saludable.
La sabiduría proviene de un espíritu resplandeciente
Betty con 56 años de vida aprendió que para tener salud mental es necesario alinear tres chacras, esto es: mente creacional, corazón y cuerpo. “Entendí que todo es una mentira, hay que desaprender para deslindarse de las cargas mentales. Varios años me dediqué a estudiar en la escuela liberal del pensamiento, así al término de los 7 sellos cambié mi manera de vivir”, explicó Betty, quien nació en Alausí-Chimborazo.
En Cumandá-Chimborazo existe una Casa Comunitaria, espacio donde las personas en adición de alcohol y dr**as tienen una nueva oportunidad para re empezar. De la mano de Betty y su hermano, esta casa se ha convertido en el lugar seguro donde 30 personas encontraron un lugar donde sanarse y trabajar, aprendieron a trabajar la tierra y a producir alimentos orgánicos que llegan a la casa WasiNutri-Cuenca.
La casa de Betty Argudo es el espacio que se va acoplando y acomodando para el punto WasiNutri. Esta mujer de palabras alentadoras sigue habitando una casa lujosa, una de las que le quedó de su vida pasada en la que fue propietaria de una joyería y la primera importadora de celulares. Su morada es grande para ella y sus dos hijos, de allí que esa gran mansión se convirtió en el lugar donde algunas personas con problemas de adicción pueden empezar de nuevo, con un lugar donde vivir y con la oportunidad de volver a incorporarse a la sociedad a través del emprendimiento, explica Argudo.
El amor transforma, respeta y liberta
En una vida de comodidad y quizá hasta de vanidad, Betty, empezó a hacer labor social. Lo hizo porque eso estaba en su ADN, todo lo aprendió de su padre y abuelo. “Gabriel Argudo, mi bisabuelo, llevó la letra a Bucay, Chunchi, Alausí, lugares donde los niños y jóvenes no sabían leer, ni escribir. Estaban olvidados por todos. Recuerdo bien que mi abuela, amaba dar de comer a todas las personas que pasaban por la estación del tren. Crecí en comunidad y en esa visión de compartir”, recuerda Betty Argudo.
En el año 2004, Betty, apoyó activamente a la fundación Días Mejores, proyecto que apoyaba a los niños, jóvenes y familias en vulnerabilidad del mercado 9 de Octubre. El Parque María Auxiliadora, era el espacio que recorría a diario, para llegar a su casa. Desde la venta de un auto lujoso se dio cuenta que muchas vidas agonizaban en el suelo del parque. Se le ocurrió llevarlos a la casa, a la intimidad de su hogar. Algunas vidas se salvaron y tuvieron otra oportunidad, otros, hicieron de las suyas, robaron y se marcharon.
Betty dice no arrepentirse de su accionar, porque sobre ella no pesa la muerte de nadie. Para ella, no era suficiente hablar y no hacer nada, aunque eso le haya significado un divorcio. Su esposo no pudo adaptarse a la manera de concebir la vida, entonces Betty precisa “que la felicidad es una decisión propia y no depende de nadie”.
Reconoce que ya no puede llevar a gente en estado de vulnerabilidad a su casa, pero si, les da una oportunidad hasta que puedan volver a empezar. Les ofrece una renta módica y un trabajo no formal; las ventas es ese primer inicio, de allí que se conecta el proyecto Cuenca Apadrina Una Vida y así el emprendimiento teje redes fuertes con publicidad de boca a boca.
Me expandí para ganar una familia
Betty no lleva cargas sobre su espalda. Dice que es innato el amor que sale de su ser. Tras 7 años de estudio llegó a ser líder latinoamericana y desde entonces, predica con hechos dos acciones: servicio y gozo. Todos los días se conecta con los 12 puntos de la luz y se ayuda alimentándose sanamente, desayuna al estilo ancestral (té con limón, granos, cereales, verduras).
¿Cómo llegó a Cuenca y por qué?
Allá por el año 82, con el fenómeno del Niño se produjo un gran diluvio y los cultivos y toda la producción de los padres de Betty se perdieron, quizá esa fue una razón de peso para que se viniera a vivir con sus tíos. Dejó su hacienda, sus riquezas, ya que en el campo quien tiene tierras y productos se considera millonario. Dejó en esos territorios un recuerdo inocente, pero cargado de identidad y ternura. Había perdido sus botas 7 vidas y para subir al tren decidió pintarse de lodo los pies y piernas. “Parecía que mis botas llamaban mucho la atención, el conductor del tren me quería mucho porque decía que era una guambra pilas. Solía salir con mi madre y los pollos runas a venderlos, siempre estuve inmiscuida en las ventas. Cuando vine a Cuenca decidí traer consigo talegos de fréjol, mientras todos jugaban yo chalaba los granos derramados”, acota nuestra entrevistada.
Efectivamente, la venta de los porotos le permitió tener un capital para defenderse. En Cuenca se arriesgó a invertir su dinero en lazos, pañuelos y otras cositas que le permitieron educarse en el colegio Febres Cordero, lugar donde conoció a su ex esposo. “Él, llegó a ese colegio castigado, por problemas de conducta le sacaron de un colegio pagado, así nos conocimos y nos casamos; pero no pudimos seguir por las diferencias sociales profundamente marcadas”, explica Argudo.
Lady Power Awards
Ar. Global Productions Company New York en el 2024 la reconoció como Lady Power Awards, destacando su liderazgo en derechos ciudadanos y desarrollo social comunitario. En el 2023-2024 la Asociación Provincial de Barrios y Asociaciones del Azuay-ASOPROBAC, la designaron Madre Símbolo y ahora, del 15 al 21 de septiembre participará como promotora en el Festival Mundial de la Quinua Cañar 2025.
Lo que opinan de ella
Los hermanos Jorge e Iván B., son jóvenes que forman parte de la comunidad WasiNutri, ellos con sus habilidades manuales, le van restaurando a la madera del local. Son cinco años que conocen a Betty y han decido trabajar con ella porque les atrae su positivismo.
“En algunas ocasiones que hemos salido a vender, es impresionante cómo la gente la conoce, todos la saludan”, precisa Jorge de 31 años de edad.
“Doña Betty nos ha enseñado que no se necesita tener grandes cosas, sino lo necesario, siempre y cuando haya amor y disciplina”, comenta Iván.
Betty no solo vende snacks, vende una forma de vivir porque sabe transformar una barra energética en un acto de fe. Su vida, tejida con renuncias y sembrada con amor, demuestra que el verdadero poder no está en acumular, sino en compartir.
Especial publicado en Diario El Mercurio
destacados