09/06/2025
*Aprendí del exceso*
Sí, me equivoqué mil veces,
me perdí entre tragos, entre noches sin tregua,
y no, no vengo a fingir redenciones perfectas,
porque mentir sería traicionar mi camino.
No está mal beber —no lo está—,
lo que duele es no saber cuándo parar.
Lo aprendí perdiendo lo que más quería,
lo aprendí con cada despedida marcada por el olvido.
Hoy no soy santo, ni lo pretendo,
pero sí soy alguien que despierta con una intención.
Me cuido, me hablo, me escucho.
Hago ejercicio, saboreo mi soledad
como quien saborea un café al borde del alma por la mañana.
A veces aún me acompaña un cóctel,
un ron, una cerveza que no busca consuelo,
sino compañía.
La clave no es dejar de beber,
la clave es no ahogarme en ello.
Porque he escrito poemas desde el fondo del vaso,
pero hoy quiero escribirlos con los pies en la tierra,
con el corazón sobrio, el alma despierta,
y tal vez, sí, con una copa en mano,
pero sin que me domine, sin que me pierda.
Estoy aprendiendo a ser mejor:
mejor hombre, mejor hijo,
y si el amor vuelve a tocar mi puerta,
espero ser mejor pareja también.
Estoy creciendo desde mis errores,
y en cada paso que doy,
me acerco más a la versión de mí
que realmente quiero.
Ahora mismo elijo estar solo.
Enfocado en mí, amándome a mí.
Porque cuando llegue el amor…
sé que seré un increíble partido.