18/10/2025
                                        LIBERTAD Y DISCIPLINA
Libertad y Disciplina son dos palabras que no suelen usarse juntas, al menos en lo que respecta a niños y niñas. Parece contradictorio, ¿cómo puedes dar libertad a los niños y aún tener disciplina, o ser disciplinado y tener libertad? En general se entiende que los niños sólo pueden "comportarse" cuando se les impone una disciplina estricta, lo que significa que se les quita la libertad -esta es la idea de la escolarización tradicional. Pero María Montessori descubrió que las dos, libertad y disciplina, de hecho, van de la mano: “La libertad y la disciplina son dos caras de una misma moneda, no puedes tener una sin la otra"... "porque la libertad conduce a la disciplina”.
En las escuelas tradicionales la disciplina es impuesta por el maestro / adulto, y sobre el niño, cuyos motivos y sentimientos no importan: debe hacer lo que su maestro dice, y obedecer sin cuestionar. La verdadera disciplina, sin embargo, viene de dentro del niño. Esta disciplina interna tarda mucho más en lograrse que lo que toma simplemente decirle a un niño: "¡Siéntate! ¡Silencio! ", usando la amenaza del castigo. Pero es mucho más beneficiosa y duradera, tanto para el niño, como para los que lo rodean.
Este nivel de disciplina no puede lograrse a través de recibir órdenes y órdenes, sino a través de que el niño experimente la libertad.
Al principio, el niño todavía está luchando para ganar control sobre sus propios movimientos. Es inútil entonces pretender hacer que el niño se quede quieto, porque no tiene el autocontrol y la coordinación sobre su mente y su cuerpo para intentar obedecer tal orden. En este momento el niño necesita nuestra ayuda y cuidado, no nuestros regaños, para ayudarlo a lograr la disciplina.
El niño necesita experimentar la libertad sobre su voluntad, y elegir sus propias actividades. A través de su trabajo (en el aula Montessori, ayudando con las tareas domésticas, a través de su propio juego auto dirigido) se desarrolla físicamente, aprendiendo a controlar sus músculos y coordinar sus movimientos, y también mental y emocionalmente, mientras practica el pensar a través de los problemas que tiene que solucionar, eligiendo cómo gastar su tiempo, y experimentando cómo reaccionan los demás a sus acciones.
Esta libertad requiere un conjunto de límites, sólo unas pocas reglas simples para que sepa qué es y qué no es un comportamiento aceptable, mismas que deben ser explicadas al niño de manera que tengan sentido para él (después de todo, es mucho más fácil seguir las reglas cuando entendemos las razones detrás de ellas -esto aplica en niños y adultos por igual).
Experimentar las consecuencias naturales de sus acciones ayuda al niño a conectar causa y efecto, y finalmente ser capaz de pensar y predecir las posibles consecuencias antes de que actuar, lo cual lo ayuda a elegir mejor su conducta.
Al principio son los guías (o maestros) y los padres quienes han de imponer estos límites y sus consecuencias naturales, pero con el tiempo podemos entregarle más libertad y responsabilidad al niño, esperando el momento en que esté listo para ello.
La única forma en que aprendemos a tomar decisiones responsables es a través de la práctica; esta no es una habilidad que se pueda enseñar, sino que cada individuo debe aprenderla por ensayo y error.
Y así, es a través de la libertad que el niño aprende cómo disciplinarse a sí mismo - cómo controlar su cuerpo y movimientos, cómo pensar a través de sus opciones al tomar decisiones, cómo ser una persona responsable, respetuosa de sí mismo y de los demás. El niño desarrolla su propia brújula interior para lo que es correcto e incorrecto, sin necesidad de recompensas externas o amenazas de castigo para hacer lo correcto.
Texto: Colegio Ámsterdam (Cdmx)
Fuente: Marcy Hogan, guía Montessori AMI
Foto: Freepik
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