23/04/2024
23 de abril: DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO
Por: Carlos Herrera Toro
La Unesco reconoció al 23 de abril como el día mundial del Libro, por creer que en esa fecha habían fallecido los escritores: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, los tres en el año de 1616. Sin embargo, la fecha es errónea, porque se sabe que Cervantes murió el día 22, aunque fue registrado el 23. Shakespeare, en cambio, murió el día 23, pero no en el calendario Gregoriano (el que rige actualmente), sino en el Juliano, por lo que su muerte habría ocurrido realmente el 03 de mayo. Sólo el Inca Garcilaso de la Vega es el único que falleció en efecto la fecha señalada.
El día se estableció para la promoción de la lectura, el desarrollo de la industria editorial y la protección del derecho intelectual. Para ello se decidió escoger cada año una ciudad como la Capital Mundial del Libro, en donde se debía realizar una serie de actividades direccionadas a la difusión de obras de toda índole, para así fomentar el amor a la lectura, sobre todo en las nuevas generaciones. Este año la ciudad escogida fue Atenas.
Existe en nuestro país poco acogimiento para esta fecha. Se puede asegurar que ni siquiera los mismos encargados de la difusión cultural lo recuerdan. Muy pocas instituciones hacen alusión al día del Libro, y por ello escasos eventos se realizan en su honor. Parece como si nadie recordara a los poseedores del saber, como si todos hubiesen sido atacados con una amnesia cultural muy profunda, que los hubiese obligado a desecharlo de sus consciencias.
El hecho que el día del libro no sea recordado por los ecuatorianos se debe a que la lectura no es una de las actividades preferidas por la gente de este lugar, e incluso puede llegar a considerársela como una de las más odiadas. Medio libro por año es el promedio de lectura en el Ecuador, aunque esta cifra es mentirosa, porque si se midiera sólo la cantidad de libros que se leen por autodeterminación la cifra sería aún más baja, puesto que la mayoría de libros consumidos se los hace por razones académicas. En la región, sólo países más pobres que Ecuador, como Haití, tienen peor índice de lectura.
La situación es poco honrosa, aunque a muy pocas personas les interesa su solución, sobre todo a quienes ostentan el poder, ya que el libro y la cultura no dan votos, ni dinero. Es común ver a los artistas y escritores viviendo con lo justo, luchando sin tregua, ni remuneración para recibir un aplauso. Se dice que los que escriben libros son suicidas financieros, porque están destinados a vivir en la miseria, suplicando a la sociedad, de hinojos, un aplauso o un mendrugo con qué alimentarse. Es una imposibilidad tremendamente oprobiosa la que se tiene que vivir, sobre todo en esta nación anti lectora.
La ciudad de Latacunga es una de las que menos lee en el país. Eso lo demuestra la poca cantidad de librerías asentadas en la urbe y el abandono de las bibliotecas existentes en ella, las cuales, estas últimas, son parte de un patrimonio casi extinto que se las conserva más por su valor histórico que por su real aporte a la cultura. Cosa rara, pues Latacunga ha aportado al país con insignes intelectuales que debieron haber sido la semilla para que en la ciudad haya un imponente desarrollo cultural y de las letras, pero, como se dijo, eso no ha sucedido, y los buenos lectores de entre sus hijos, aunque los hay muy buenos, son muy pocos, de tal forma que se conocen entre ellos, porque siempre coinciden estos en los diversos programas culturales que se realiza.
Pero ¿cómo se podría solucionar esto? Quizá el problema no está enraizado sólo en la mala enseñanza de la lectura por parte de padres y maestros, como se suele pensar, sino que esto tiene que ser abordado por la sociedad en conjunto, primero las autoridades abriendo espacios para la difusión cultural y los ciudadanos acudiendo a ellos. El día del libro es una muy buena oportunidad para hacer algo al respecto, aunque no se ha conocido de ninguna iniciativa y de seguro este día pasará como en años anteriores, sumido en la soledad y el olvido…