08/07/2025
/ Con la aprobación de la nueva Ley de Integridad Pública, el Gobierno ecuatoriano ha dado un paso que muchos consideran un retroceso en materia de derechos laborales. A través de esta norma, el Ejecutivo se otorga la facultad de modificar —e incluso reducir— el monto de indemnización que deben recibir los empleados públicos despedidos por supresión de puestos.
Antes de esta ley, los trabajadores desvinculados recibían cinco salarios básicos por cada año trabajado (a partir del quinto año), con un tope de 150 sueldos básicos. Pero con la reforma, esa garantía desaparece, ya que ahora el monto será definido por reglamento del Ejecutivo, sin un piso mínimo establecido en la ley.
⚠️ Una supresión de derechos disfrazada de reestructuración
El Gobierno justifica esta medida argumentando la necesidad de reducir el gasto estatal. Sin embargo, para organizaciones laborales y expertos en derecho, esto representa un ataque directo a los trabajadores del sector público, quienes ahora quedan en una situación de vulnerabilidad total ante decisiones discrecionales del poder central.
"La ley abre la puerta para que se pague menos a quienes son despedidos, lo cual es claramente una regresión de derechos", advirtió la abogada laboral María Auxiliadora Fabre. Ella señala que la Constitución prohíbe expresamente cualquier medida que reduzca o elimine beneficios laborales ya adquiridos.
Además, el nuevo esquema permite que el Ejecutivo modifique los valores de forma unilateral, sin debate en la Asamblea ni participación de los trabajadores. “Estamos frente a una maniobra legal que perjudica directamente al servidor público bajo el discurso de eficiencia y ahorro”, agregó Fabre.
📉 Presupuesto ajustado, trabajadores perjudicados
El trasfondo económico de esta medida es evidente. En 2024, el Gobierno no suprimió ningún puesto, y para 2025, apenas destinó USD 279.475 para indemnizaciones. Esta cifra es ridícula si se la compara con los USD 159 millones que se pagaron en 2020, durante la crisis sanitaria por COVID-19.
Según el economista Hanns Soledispa, esta reforma abre la puerta para una futura reducción masiva de personal, sin el costo que antes implicaba. Es decir, el Gobierno se prepara para achicar el Estado sin pagar lo justo a quienes ha decidido dejar sin empleo.
❌ El derecho laboral, en retroceso
Más allá de los números, la crítica principal es jurídica y ética. “No se puede borrar un derecho adquirido con un simple reglamento”, señala Fabre. Y advierte que si el reglamento disminuye las indemnizaciones, el Estado podría ser demandado por inconstitucionalidad, ya que la Carta Magna establece el principio de no regresividad en materia de derechos.
En resumen, esta ley, presentada como un mecanismo para optimizar el gasto público, termina siendo una herramienta para precarizar el trabajo estatal, golpeando a miles de servidores públicos que, durante años, han sostenido el funcionamiento del país desde diferentes frentes.