17/04/2025
TEOLOGÍA DE LA CALLE
"JUEVES SANTO"
Cena de Jesús, Pan Partido, Pan Solidario
Por: P. Vicente Aníbal Romero Peña
En la mesa de Jesús no hay exclusión, hay lugar para todos, especialmente para los que el mundo suele dejar afuera. Allí no se reparten honores, se parte el pan.
En la Última Cena, Jesús no pronunció un sermón, no hizo un milagro espectacular, no multiplicó peces… *Sólo tomó pan, lo partió y lo dio.*
Ese gesto, sencillo y hondo, resume toda su vida: un Dios que no se guarda para sí, sino que se parte y se reparte como pan en la mesa de los pobres.
*La Eucaristía como calle y abrazo*
La teología no se escribe solo en libros, también se escribe con pies descalzos, en calles polvorientas, en mesas humildes, en comunidades donde el hambre no es sólo de pan sino de justicia, ternura y dignidad.
La Eucaristía es celebración del Dios que baja a la calle, que no se queda encerrado en el sagrario mientras sus hijos duermen en la intemperie. Es la fiesta del Dios que nos dice: "Si vas a comulgar conmigo, tienes que aprender a partirte por los demás".
*El pan que compromete*
El pan de la Cena no es premio de perfectos, es fuerza para los débiles, aliento para los que luchan, esperanza para los que ya no esperan.
Ese pan partido es también una denuncia: denuncia la indiferencia, las mesas llenas mientras otros no tienen ni migas, las liturgias que suenan bonito, pero no se traducen en compasión activa.
Porque no hay verdadera Eucaristía sin compromiso. No se puede decir "Amén" al Cuerpo de Cristo en el altar y negarlo en el cuerpo del hermano herido, el niño sin escuela, la madre sin techo, el anciano solo.
*Una Iglesia pan para el mundo*
La Iglesia está llamada a ser pan partido: solidaria, abierta, servidora, capaz de ensuciarse los pies y de ponerse el delantal como su Maestro. No una Iglesia de privilegios, sino de servicio. No una Iglesia que acumula, sino que reparte.
La Teología de la Calle no es otra teología, es la teología de Jesús vivida en clave encarnada, desde la carne dolida del pueblo, desde la mesa compartida y desde el amor que no se queda en palabras, sino que se convierte en gesto, pan y abrazo.
*Que la Cena del Señor*
nos inspire a vivir una fe comprometida y tierna,
una espiritualidad de calle y de mesa, y una Iglesia que se parezca más a Jesús y menos a los palacios.
Amén.