26/08/2025
𝐔𝐧𝐚 𝐫𝐚𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐭𝐫ó𝐩𝐢𝐜𝐨𝐬
𝐏𝐨𝐫 𝐕𝐥𝐚𝐝𝐢𝐦𝐢𝐫 𝐙𝐚𝐦𝐛𝐫𝐚𝐧𝐨 𝐆𝐚𝐥𝐚𝐫𝐳𝐚
𝐯𝐥𝐚𝐝𝐢𝐜𝐡𝐳𝐠@𝐡𝐨𝐭𝐦𝐚𝐢𝐥.𝐜𝐨𝐦
Con este título, The New York Times, el 22 de septiembre de 1907, publicó en una página entera el reportaje del arqueólogo estadounidense Marshall Saville sobre un descubrimiento arqueológico en tierras manabitas, que daría luego a conocerse como la cultura manteña. Saville describe así: “Otra civilización antigua y distinta, que en muchos aspectos rivalizaba con la de los aztecas y los incas, se ha añadido a la arqueología americana. La provincia ecuatoriana de Manabí, en la que se descubrieron las ruinas de esta civilización extinta, es uno de los campos de investigación arqueológica más interesantes,
pero uno de los menos conocidos, de Sudamérica”.
¿Por qué no se conoció de las características únicas de esta cultura con anterioridad a las excursiones de Saville a Manabí? ¿Cómo pudieron pasar tanto tiempo desapercibidas las huellas de esta destacada civilización? Fueron las mismas preguntas que se hizo también el arqueólogo al observar por primera
vez, en 1906, las sillas de piedra en forma de U, las estelas labradas en bajorrelieve y los demás rastros de esta asombrosa cultura. Saville logró comprender las características únicas de esta civilización y le asignó el rango de una civilización extinta en la costa del Ecuador. Posteriormente, otros investigadores visitaron la región y ampliaron el conocimiento sobre los manteños y su valioso aporte en la relación comercial y de intercambio con las grandes culturas prehispánicas de América. A más de un siglo de aquel reportaje, nos corresponde valorar el peso de esa herencia en términos de identidad, cultura y patrimonio.
Antecedentes de la arqueología en Ecuador
Antes de las expediciones de Marshall Saville a Manabí (1906, 1907 y 1908), ya algunos arqueólogos
norteamericanos y europeos habían mostrado interés en el territorio ecuatoriano. George A. Dorsey, delield Museum de Chicago, recorrió la costa manabita e incluso la Isla de la Plata en 1891, registrando observaciones sobre vestigios materiales. Paul Rivet, desde Francia llegó al Ecuador en 1901, y estudió colecciones de piezas arqueológicas procedentes de la costa, contribuyendo a situar al Ecuador dentro del mapa de la arqueología americana. Sin embargo, ninguno de ellos realizó una investigación sistemática en Manabí. Marshall Saville, en cambio, motivado por estos antecedentes, organizó una expedición con obreros locales y un plan metódico de trabajo de campo que permitió dar mayor visibilidad a la cultura manteña. Durante sus viajes por el país, Saville forjó una relación con el arzobispo González Suárez, quien era historiador y arqueólogo, del que también se nutrió para su labor De excavaciones en Manabí.
Los hallazgos de Saville en Manabí
Durante sus expediciones, Saville exploró el Cerro de Hojas–Jaboncillo, los cerros Jupe y Agua Nueva, como también las ruinas de Jocay (Manta antiguo). En la ruralidad de Manta, en la zona de El Aromo y el Bosque de Pacoche, denominada en sus notas como distrito La Roma, halló fragmentos de sillas de piedra, estelas manteñas y evidencias de silos cavados en tierra, los cuales sugirió que podría haber servido también como tumbas. Además, describió con detalle las terrazas habitacionales de Hojas- Jaboncillo, los pozos excavados en roca, las sillas de piedra en U íntegras y fragmentadas que halló en diferentes cerros de la provincia, los bajorrelieves o estelas de piedra, las cerámicas, figuras y objetos hechos de piedra, elementos que demostraban un alto nivel técnico. Muchos de estos objetos fueron trasladados a los Estados Unidos y hoy se encuentran en el Museo Nacional del Indio Americano.