
26/07/2025
"""Al enterarse de que sus padres venían de visita, el hombre rico suplicó a una chica sin hogar que hiciera el papel de su prometida por una sola noche.
Y cuando ella entró en el restaurante, su madre no podía creer lo que veía...
—¿Estás completamente loco? —casi gritó ella, retrocediendo como si la hubieran pillado en falta—. ¿Yo? ¿Con esto? ¿Hacer de tu prometida? ¡Ayer estaba rebuscando comida en la basura!
Él cerró con calma el pestillo, apoyándose cansado contra la pared, y dijo:
—No tienes razón para negarte. Te pagaré más de lo que imaginas. Solo una noche. Sé mi prometida. Por ellos. Por mis padres. Es solo un juego. Una actuación. ¿O se te ha olvidado cómo actuar?
Ella guardó silencio. Sus dedos con guantes gastados temblaban. Su corazón latía como si quisiera escapar.
¿Será que empieza una vida nueva? ¿O al menos termina tanto dolor viejo?
Así comenzó una historia que nadie esperaba.
Él era tan rico como un país entero. Su nombre era Nathan Berg. Joven, severo, con una mirada fría y el rostro sereno. Su nombre adornaba las portadas de revistas de negocios, y su foto aparecía en listas de los solteros más influyentes del planeta. Educación, dinero, poder — todo al pie de la letra. Pero sus padres, que vivían en Europa, repetían una y otra vez:
—¿Cuándo conoceremos por fin a tu chica? ¿Por qué te escondes?
Decidieron venir sin avisar. Mañana.
Nathan no tenía miedo — estaba confundido. No porque temiera su juicio, sino porque no creía que ninguna mujer fuera adecuada para ese papel. Detestaba a las actrices. No soportaba las sonrisas falsas. Necesitaba a alguien... real. O al menos a alguien muy distinto a lo que esperaban.
Aquella noche conducía por la ciudad. Frío, atascos, luces del atardecer. De repente la vio — en la entrada del metro, con una guitarra y un cartel de cartón que decía:
""""No pido limosna. Pido una oportunidad.""""
Nathan se detuvo. Por primera vez no siguió de largo.
—¿Cómo te llamas?
Ella levantó la vista. Su voz era ronca pero llena de orgullo:
—¿Y para qué quieres saberlo?
Él esbozó una leve sonrisa.
—Necesito a una mujer que sepa sobrevivir. De verdad. Viva. Sin maquillaje. Como tú.
Se llamaba Marta. 27 años. Tras ella, un internado, fugas, años en la calle, rehabilitación, noches frías y una guitarra. Su única verdad.
La noche siguiente estaba frente a un enorme espejo en una habitación del Hotel Esmeralda. Sus manos temblaban mientras alisaba la tela de un lujoso vestido de terciopelo, color mar profundo. Su cabello, recién lavado y peinado con estilo, brillaba. El maquillaje acentuaba tanto sus rasgos que era irreconocible.
—Ya están en el restaurante —dijo Nathan ajustándose los gemelos—. Vamos tarde hacia nuestra felicidad.
—¿Crees que funcionará?
La miró largo rato.
—Creo que eres la única persona que puede conquistar a mi madre.
En el restaurante, todo parecía bajo control. Casi.
El padre era comedido pero atento. La madre —una mujer de modales refinados y mirada aguda, capaz de leer a alguien con un solo movimiento de ceja—. Sus ojos no se apartaban de la chica frente a ella.
—¿Cómo conociste a mi hijo? —preguntó...
Continúa en los comentarios👇"