21/10/2025
MANABÍ NO ES POBRE: ESTÁ EMPOBRECIDA POR UN DISEÑO ADMINISTRATIVO CLIENTELAR
DURANTE DÉCADAS se ha intentado naturalizar la pobreza de Manabí como si fuera parte del paisaje, como si la miseria creciera sola entre algarrobos y ríos turbios. Pero la pobreza no brota de manera espontánea en cada generación: se fabrica. Y aquí hay arquitectos, operadores y beneficiarios. Manabí es empobrecida a propósito mediante un diseño administrativo clientelar que ha funcionado como maquinaria de degradación institucional y de afiliación política.
Ese diseño opera bajo una lógica perversa: el Estado no existe para servir, sino para repartir favores. Cargos, contratos, presupuestos y programas se asignan no por mérito ni planificación, sino por lealtad partidista y obediencia electoral. La burocracia se volvió botín; la necesidad, instrumento de control; y el ciudadano, rehén. No faltan recursos ni talento en Manabí: lo que sobra es un sistema que premia la mediocridad obediente y castiga la excelencia independiente.
Mientras en Quito deciden presupuestos como si repartieran concesiones coloniales, gran parte de la clase política local actúa como intermediaria servil: administra la pobreza, alquila la provincia en época de elecciones y vende liderazgo al menudeo. Convertida en periferia extractiva, Manabí produce riqueza que no capitaliza y exporta materia prima barata mientras importa pobreza estructural.
Este modelo se replica en la mayoria de las instituciones del Estado, especialmente en las que tienen autonomia financiera, en donde, sin analisis situacional ni estrategico, se aplaude la migaja repartida por el “administrador” o “líder” de turno y a vivir eternamente “agradecidos”.
Y sin embargo, Manabí es un sistema productivo formidable en estado disperso: 1) el corredor agroalimentario del valle central con capacidad para abastecer al país; 2) el o forestal–cafetalero del sur con café de origen y bioeconomía; 3) el forestal–ganadero del norte con cacao premium y ganadería sostenible; y 4) el marítimo–industrial del perfil costero con una potencia atunera única en el Pacífico. No somos una provincia pobre: somos una provincia subutilizada por diseño.
La superación no vendrá de otro discurso electoral ni de otro caudillo folklórico. Manabí no necesita dueños ni redentores mesiánicos: necesita poder estratégico. Planificación territorial, gestión del agua, transición energética, puerto logístico, crédito productivo, ciencia aplicada y rutas de exportación. El día que Manabí capture el VALOR DE LO QUE PRODUCE, dejará de mendigar respeto para empezar a imponerlo. El tiempo de las excusas siempre termina: ¡La población de Manabí exige respeto!.
/ZARñ