
01/09/2025
El secreto en la sombra de "El padrino"
En el rincón, con la luz tenue de los focos creando sombras alargadas, estaba "El Padrino". No por ser un gánster, sino porque cada uno de sus oponentes, tras ser noqueado, juraba que el golpe había sido un "favor" que no
querían aceptar. Su apodo era una mezcla de respeto y terror. Nadie conocía su verdadero nombre, ni de dónde venía. Su rutina era siempre la misma: entrar, pelear sin una sola
sonrisa o un gesto, y luego desaparecer en la noche. Pero esa noche, algo era diferente. En el tercer asalto, un golpe accidental de su
oponente le abrió la ceja, y la sangre comenzó a correr. "El Padrino" no se inmutó,
pero justo cuando el árbitro se acercaba para revisarlo, se escuchó un grito desde las gradas: "¡Papá, no!". El sonido de una voz infantil hizo que El Padrino se detuviera. Se volteó a mirar a
su hijo, de apenas siete años, que se había escapado de su asiento para verlo. El misterio de su frialdad se desvaneció en un instante. No era un hombre sin emociones; era un padre que vivía con el peso de que su única forma de
alimentar a su familia era haciendo lo que más le aterrorizaba: que su hijo lo viera. La pelea continuó, pero no con los golpes habituales; el Padrino ahora peleaba con una nueva furia, una que no era para la multitud, sino para un
pequeño par de ojos que lo veían como un héroe y no como un fantasma.