28/09/2025
👉👉 Un pandillero suplicó una segunda oportunidad. Dijo que podía cambiar, que quería rehacer su vida, que merecía salir algún día de esas cuatro paredes, que era humano, que tenía familia. Pero del otro lado, Nayib Bukele respondió con firmeza: “El que ya mató, el que ya destrozó familias enteras… difícilmente se reinserta. No me voy a jugar el futuro de la gente buena dejándolo libre en las calles.”
No eran palabras lanzadas al aire. Eran un recordatorio de lo que esas pandillas habían causado: familias destrozadas, niños creciendo sin padres, comunidades enteras viviendo bajo el miedo. Bukele hablaba con la autoridad de quien sabe que cada error puede costar vidas inocentes.
El pandillero insistió: “Todos podemos cambiar, señor presidente.” Y la respuesta fue directa: “Cambiar… sí, pero delante de Dios. Aquí en la tierra, usted tiene que pagar su condena. Porque ya se le confió una vez y lo que hizo fue dañar aún más familias.”
Esa es la línea que Bukele ha trazado: justicia firme en la tierra y, si hay arrepentimiento verdadero, la misericordia queda en manos de Dios. Porque al final, solo Él puede perdonar cualquier pecado.
En la cárcel puede haber segundas oportunidades para el alma, pero no para volver a dañar a los demás.
¿Tú qué opinas? ¿La justicia debe dar segundas oportunidades o proteger ante todo a los inocentes?
Esta nota se basa en declaraciones públicas del presidente Nayib Bukele y en hechos ampliamente difundidos en medios de comunicación. No busca promover campañas políticas y se comparte con fines informativos y de reflexión.