
02/12/2024
EL GUARDIÁN DE LAS AGUAS
En un pequeño pueblo de Minas Gerais, donde los ríos eran oscuros y profundos, los lugareños vivían con una advertencia constante: **“Nunca pesques solo al anochecer.”** Esa advertencia, repetida generación tras generación, no era tomada a la ligera. Todos sabían que algo habitaba en esas aguas, algo que no debía ser provocado.
Mateo, un joven pescador recién llegado al pueblo, se burlaba de esas historias. “Son solo cuentos para asustar a los niños,” decía mientras preparaba sus redes. Decidió salir una noche a pescar, ignorando las miradas preocupadas de los ancianos.
Con su linterna y una pequeña barca, Mateo remó hasta el centro del río. La luna iluminaba apenas la superficie del agua, creando sombras que danzaban con el movimiento de las olas. Cuando lanzó su red, sintió un tirón fuerte, casi violento. Sonrió, pensando que había atrapado un gran pez.
Pero al recoger la red, encontró algo extraño: un sombrero de paja, mojado y cubierto de limo. En ese momento, una ráfaga de viento helado le erizó la piel. Mateo miró a su alrededor, pero no vio nada.
El agua comenzó a moverse, primero en pequeños círculos y luego en un remolino que parecía crecer con cada segundo. Mateo intentó remar hacia la orilla, pero su barca no se movía. Entonces lo vio.
Una figura emergió del agua, primero una cabeza deformada con ojos brillantes como brasas y dientes afilados que reflejaban la luz de la luna. Su cuerpo, cubierto de escamas negras, goteaba un líquido oscuro que parecía sangre mezclada con agua. Era el **Caboclo d’Água**.
—¿Por qué me llamaste? —gruñó la criatura con una voz grave, que resonaba como un trueno bajo el agua.
Mateo estaba paralizado por el miedo. Su mente intentaba comprender lo que veía, pero sus manos temblaban y su voz no salía.
—Este río es mío —dijo la criatura, avanzando hacia la barca—. Tú lo ensuciaste con tu arrogancia.
La barca comenzó a tambalearse mientras el Caboclo d’Água la rodeaba, golpeándola con sus garras. Mateo gritó, pero su voz se perdió en el eco del río. La criatura se abalanzó sobre él, hundiéndolo en el agua con una fuerza brutal.
Al amanecer, los pescadores encontraron la barca volcada en la orilla. Dentro de ella había una red destrozada, un sombrero de paja y las huellas de garras profundas en la madera. Del cuerpo de Mateo nunca se supo nada.
Desde ese día, la advertencia del pueblo se volvió ley: **“Nunca pesques solo al anochecer, y si encuentras un sombrero de paja, huye.”**
ADAPTADO POR ☠️ BRYAN RODRÍGUEZ 🎃