09/12/2025
🎙 || Ni perdón ni olvido: solo eran niños. Crónica de una herida abierta en Ecuador, a un año del crimen de los cuatro niños de Las Malvinas
El 8 de diciembre de 2025, Ecuador volvió a estremecerse. En Guayaquil, Quito, Cuenca y otras ciudades, miles de personas salieron a las calles con una sola exigencia: JUSTICIA.
Hoy se cumple un año de la desaparición, vulneración, agresión, ataque y posterior as3sinato de Steven Medina (11 años), Nehemías Arboleda (15), Josué Arroyo (14) e Ismael Arroyo (15), conocidos como “los cuatro Niños de Las Malvinas”. Eran niños. Y fueron hallados calcinados y con impactos de bala tras una detención militar en el sur de .
La jornada comenzó en Las Malvinas, el barrio popular donde vivían y jugaban fútbol cada domingo. A las 15:45, vecinos, familiares y activistas iniciaron una caminata desde la casa comunal. El recorrido fue un acto de memoria: pasó por las casas de los niños, la cancha de la Coviem —último lugar donde fueron vistos— y culminó con una vigilia frente a la base militar de Taura, donde sus cuerpos fueron encontrados el 24 de diciembre de 2024.
En la marcha, se alzaron fotos de los niños y cuatro féretros de cartón, símbolo de una infancia truncada. “¡Eran niños, no criminales!”, gritaban las madres, mientras sostenían pancartas con los rostros de sus hijos. Katty Bustos, madre de los hermanos Arroyo, rompió en llanto al declarar: “Ha sido un año devastador, pero seguiré hasta que se haga justicia”.
En el Complejo Judicial de , se reinstaló la audiencia de juicio contra 17 militares acusados de desaparición forzada y as3sinato. La Fiscalía presentó sus alegatos finales, mientras la defensa de los uniformados intentó desvirtuar las pruebas. El fiscal pidió 34 años y 8 meses de prisión para los 17 militares involucrados en este cruel y doloroso hecho. La coincidencia de la audiencia con el aniversario no fue casual: fue una exigencia de las familias, que han convertido su dolor en lucha.
En , colectivos de derechos humanos organizaron una marcha simbólica por las calles y plantones frente a la Fiscalía General del Estado Ecuador. Allí, se leyó un manifiesto que exigía garantías de no repetición, reparación integral y el fin de la impunidad. “No basta con procesar a unos cuantos. Queremos saber quién dio la orden”, dijo una activista de la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inredh).
Amnistía Internacional también se pronunció: “A un año de la desaparición forzada de los cuatro niños, el Estado ecuatoriano sigue en deuda con sus familias. La verdad aún no ha sido revelada en su totalidad”.
La consigna que unió a todos fue clara: NI PERDÓN NI OLVIDO. Porque no se trató de un hecho aislado, sino de una herida que expone las fallas del sistema de seguridad, la criminalización de la pobreza y la violencia institucional. Porque devela las mentiras, las falsas acusaciones, el encubrimiento y la obstrucción de las autoridades para llegar a la verdad. Porque, como repitieron una y otra vez en las calles: solo eran niños. Y en un país que se dice democrático, eso debería bastar para protegerlos.