
06/05/2025
Volver a la montaña fue como volver a casa.
Esta vez, el Sincholagua del norte me recibió con su grandeza silenciosa y un cielo que parecía abrazarnos en cada paso.
Después de un tiempo lejos, reencontrarme con la montaña, con su fuerza, su calma y su inmensidad, fue simplemente sanador.
Y hacerlo junto a amigos chéveres, con quienes compartí risas, esfuerzo y momentos únicos, hizo que esta subida quedara marcada en el corazón.
Gracias, montaña… te extrañaba.
La aventura nos llama.