12/08/2025
Si te incomoda que ella vuelva sobre el mismo asunto una y otra vez,
imagina cuánto le pesa cargar con algo que no ha podido soltar.
No es que disfrute revivir el pasado ni que busque una pelea.
Es que hay una herida abierta que todavía no ha sanado.
Tú quisieras que lo deje atrás,
que sonría como si nada hubiera ocurrido,
que finja que el dolor no existió.
Pero las heridas profundas no desaparecen por arte de magia,
requieren tiempo, cuidado y comprensión.
Cuando ella intenta hablar y tú te cierras, te irritas
o la haces sentir exagerada,
solo aumentas su carga.
Ella no está tratando de ganarte en una discusión,
está buscando recuperar la seguridad y la confianza que perdió.
A veces lo único que necesita escuchar es:
“sí, me equivoqué… y me importa lo que sentiste.”
Quiere que la abraces sin excusas,
que le prestes atención sin prisas,
que sostengas su mirada y le hagas saber
que quieres reparar lo que dañaste.
Porque cuando una mujer repite algo,
es porque aún no ha encontrado paz…
y sin paz, no hay forma de soltar.
No confundas su persistencia con un capricho.
Muchas veces lo que parece un reclamo
es, en realidad, un pedido silencioso de ayuda.
Antes de decir “otra vez con lo mismo”, pregúntate:
¿cuántas veces lo guardó para no molestarte?
¿cuántas noches lo pensó en silencio?
¿cuántas lágrimas ocultó para evitar incomodarte?
El día que comprendas que no se trata de callar el tema,
sino de ayudarle a sanar,
ese día dejará de repetirlo…
porque por fin habrá encontrado calma.