06/07/2025
Han transcurrido más de dos años desde que asumieron el poder, y sin embargo, persiste su lógica de campaña. Continúan recorriendo barrios, organizando reuniones y recogiendo necesidades, como si no comprendieran que la etapa de escuchar ya quedó atrás.
En campaña realizamos más de mil reuniones familiares para conocer de cerca las realidades ciudadanas. Ahora es tiempo de gestionar, de ejecutar, de transformar la palabra en acción. Seguir prometiendo sin gobernar refleja una preocupante incapacidad de transición del discurso al ejercicio real del poder.
Su gestión, hasta hoy, se resume en promesas recicladas y diagnósticos sin soluciones. No hay obras, no hay resultados tangibles, y su plan de gobierno se ha convertido en un simple documento. La incapacidad se revela desde cada eje: no existe un solo campo de acción que genere esperanza o marque un rumbo claro.
Lo más preocupante es que sus discursos, más que inspirar, se han tornado en palabras vacías, huecas, cargadas de superficialidad y lugares comunes, sin sentido real para una ciudadanía que ya no espera promesas, sino respuestas.
Es una gestión sin visión, sin proyecto, sin propósito, un reflejo de las personas que intentan administrar un cantón.