17/02/2025
LA HISTORIA DE MI PADRE: una cadena de errores médicos que no debería repetirse
Quiero contar la historia de mi padre, Vicente Rastrilla, no solo para honrar su memoria, sino para que nadie más pase por lo que hemos vivido. Si su historia puede ayudar a prevenir otra tragedia, habrá valido la pena compartirla.
Mi padre era un hombre fuerte. A sus casi 93 años, había superado un ictus dos años atrás y seguía adelante con su vida. Pero el 12 de enero sufrió una caída y se fracturó la cadera. Ingresó en el hospital y ahí comenzó una cadena de errores que, lamentablemente, lo llevaron a su final.
Desde el principio, la atención médica fue deficiente. Se pasaron con la sedación hasta el punto de provocarle un fallo multiorgánico y un encharcamiento en los pulmones. Por suerte, una médica, Teresa, ajustó su medicación y logró estabilizarlo. Pero mientras tanto, nos dejaban claro que, por su edad, no querían operarlo. Como si la vida de una persona mayor valiera menos. Insistimos, luchamos, y finalmente lo operaron con éxito.
Parecía que todo iba mejor. Lo mandaron a casa, pero en otra decisión inexplicable, el traumatólogo le retiró la Heparina, un anticoagulante esencial para evitar trombos tras una operación de cadera.
Hace unas semanas notamos que la pierna operada estaba muy hinchada. Llamamos a la ambulancia y el médico que vino lo evaluó, pero nos dijo que solo era retención de líquidos. No era retención de líquidos. Era una trombosis. Y el desenlace ya lo sabéis.
Mi padre murió porque no lo quisieron escuchar, porque no lo quisieron cuidar como se debía. No quiero que esto le pase a nadie más. Si estás leyendo esto y tienes un familiar en una situación similar, exige explicaciones, pide segundas opiniones, no dejes que la edad sea una excusa para recibir un trato inferior.
A mi padre ya no lo puedo recuperar, pero si su historia sirve para salvar a alguien más, que así sea.