
23/09/2025
La hija del dueño de una gasolinera desapareció en su fiesta de 15 años, seis años después. Roberto Alejandro Vázquez Hernández cerró la caja registradora de su gasolinera ubicada en la avenida López Mateos.
Habían pasado seis años desde que su hija Valentina desapareció durante una fiesta de 15 años, y cada día que cerraba el negocio recordaba que ella nunca regresó a casa aquella noche del 15 de abril de 2017. El empleado de limpieza, Rodrigo Pérez Villanueva, llevaba dos años trabajando en la gasolinera. Esa tarde, mientras limpiaba el área de servicio, notó que una de las baldosas del piso se había desprendido cerca del almacén trasero.
Al levantarla para repararla, encontró una bolsa de plástico enterrada en un hoyo poco profundo. "Señor Vázquez, tiene que ver esto", gritó Esteban desde el patio trasero. Roberto se acercó a su empleado. Esteban sostenía una bolsa transparente que contenía un celular rosa con una calcomanía de una mariposa, varios documentos y una pulsera de plata con el nombre de Valentina grabado en cursiva.
"¿De dónde salió esto?" —preguntó Roberto, sintiendo que le temblaban las piernas—. Estaba enterrado aquí, bajo esta losa. Parece que alguien lo escondió hace años —respondió Esteban, entregándole la bolsa. Roberto reconoció el teléfono de inmediato.
Era el mismo que le había regalado a Valentina para su 15.º cumpleaños, dos meses antes de su desaparición. El brazalete también era suyo. Lo había usado en la fiesta de quince años de su amiga Sofía Beatriz Mendoza Jiménez. Dentro de la bolsa también estaba la credencial escolar de Valentina, un recibo de farmacia con fecha del 14 de abril de 2017 y una nota manuscrita que decía: «Todo está planeado para mañana, nadie sospechará nada». Dacr.
Roberto llamó de inmediato al inspector Joaquín Gabriel Torres Santa María, quien había llevado el caso original de la desaparición de Valentina...
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