22/07/2025
LA ALCALDESA Y LA PLAZA AMÉRICA, ¿GESTIÓN O REPRESALIA?
La reciente decisión de la alcaldesa de la ciudad, Inmaculada Sánchez, de traspasar la responsabilidad del mantenimiento del depósito y los equipos de bombeo de agua potable a los vecinos de la barriada de la Plaza América y las calles México y Uruguay, ha generado un profundo malestar y un encendido debate. Esta medida, anunciada poco después de una protesta vecinal que denunciaba el precario estado de la barriada, es percibida por muchos vecinos y vecinas como un grave error de gestión y, lo que es peor, como una posible represalia contra ellas y ellos por organizarse.
Durante más de cuarenta años, desde la construcción de las viviendas de protección oficial en la Plaza América y calles adyacentes, el mantenimiento de esta infraestructura esencial ha sido asumido por el ayuntamiento, una práctica mantenida por todos los alcaldes que han pasado por el Ayuntamiento de Conil. La ruptura unilateral de esta tradición por parte de la actual alcaldesa no solo sorprende por su falta de consideración histórica, sino que también plantea serias dudas sobre su capacidad para solucionar problemas en lugar de crearlos.
La sensación generalizada entre los conileños y conileñas que viven en la zona es que esta medida responde a una actitud de prepotencia, un castigo por el simple hecho de haberse organizado y alzado la voz para exigir mejoras en una barriada, totalmente abandonada por Inmaculada Sánchez y sus socios de gobierno. En un momento en que la ciudadanía demanda soluciones a sus problemas cotidianos, la respuesta del gobierno del tripartito no puede ser una carga económica adicional que agrave la ya delicada situación de muchas familias de las que allí viven, de las que la inmensa mayoría son pensionistas.
Además, la imposición de este coste a los residentes de la referida barriada sienta un precedente preocupante. Si la alcaldesa persiste en esta política recaudatoria, la lógica indicaría que debería aplicar la misma medida a otras zonas del municipio que se encuentran en similar situación. Esto podría desencadenar un efecto dominó de descontento y protestas en diferentes zonas de Conil.
La gestión de una ciudad requiere empatía, diálogo y una clara visión de servicio público. La percepción actual es que Inmaculada Sánchez, lejos de escuchar y atender las demandas vecinales, está optando por un camino que la aleja cada vez más de las conileñas y conileños, generando una crisis de confianza que podría tener serias repercusiones en las próximas elecciones municipales. La ciudadanía espera y merece un liderazgo que resuelva, no que castigue.