14/11/2025
PROTESTO SEÑORÍA
Así, a lo tonto, eminencia, nos vamos haciendo expertos en temas judiciales; expertos en exhortos, cual el título (en tono humorístico-sexual) de aquella película argentina de los edificantes y desenfrenados años 70. Hay que especializarse señores, y en esas estamos.
Que si hay indicios claros ahí estamos nosotros, señoría, cual ‘mentalista’ en prácticas. No faltan los sospechosos, ese es un problema, porque hay que seguir a demasiada peña, que generalmente va sin rumbo, evitando los sitios que solían frecuentar. Y las pistas se acumulan, son miles de señales, huellas, rastros y escondites que hay que investigar. Y así no damos abasto con el personal de sabuesos.
Y siempre hay dos bandos, eh, los jueces de aquí o de allí, hijos de su padre y de su madre, los fiscales que tienen que acusar y que a veces defienden, con lo que se acumulan las defensas y los jugadores de más en un banquillo que en el otro. Testigos de los nuestros que se alían a los suyos, testigos de los suyos, que señalan que lo suyo es suyo y lo nuestro de los dos, y testigos que no saben, no contestan, no recuerdan, no les consta y que, en general, tampoco les preocupa. Y cuando abren la boquita es para echarle siempre la culpa al otro o al preguntón. Y luego está la puesta en escena de los juicios, sobre dónde va este protagonista o dónde este actor secundario y dónde este figurante. Todo es preparación del escenario, con lo que se descubre que todo es un montaje del que manda tras las bambalinas.
Con lo que fallar es difícil. Dice el tango que ‘los amigos como los jueces han nacido pá fallar’. Y un fallo lo tiene cualquiera. Pero la sensación general es que la justicia falla más que escopeta de feria. Ambas (el tribunal y la caseta de feria de tiro al blanco de Paco) suelen ser un timo, donde siempre -o casi- gana el dueño del chiringuito. Es decir que un fallo es, demasiadas veces, un fallo y una decepción. Lástima.
Podríamos decir que normalmente pagan justos por pecadores, o que no pagan ni unos ni otros, porque justos ya no quedan, según a quién le preguntemos, claro; y que nos conteste, que esa es otra; o que nos cambie de tema, que sí. Y podríamos agregar que los poderosos tienen mejores abogados y tribunales amigos. Que el sistema tiene muchos agujeros por donde se escapan los malos, y demasiadas grietas por las que resbalan la verdad, la justicia, la equidad y el poder del pueblo. Un sistema con más agujeros y grietas que un queso gruyere, suele quitarnos -paradójicamente- el hambre.
Por qué están en libertad y no pagan ninguna multa esos trajeados y encorbatados políticos indecentes, que conocemos bien por dichos, hechos y bichos and bichas. La respuesta es simple: “Porque la justicia es ciega, pero conoce por la voz a los nuestros” (como decía en su magistral viñeta el gran Emilio Hurtado días pasados). Y tanto los conoce que les perdona casi todo lo que no nos perdona a los ajenos, a los desarrapados, a los huérfanos de padrinos (bueno, aquí estoy exagerando con el llanto… se me ha caído una lagrimilla y tó).
En fin, que tantas altas y bajas instancias judiciales en la actualidad, están haciendo que el latín no tenga secretos para nosotros, huidizos estudiantes. Y estoy dispuesto a jurar por estos santos evangelios, que digo nada más (¡!) que la verdad, y que hasta sabemos lo que significan: quid pro quo, sine die, sine qua non, ut supra, mutais mutandis, habeas corpus, de iure, de facto, a priori, ad hoc… y tantas otras frases (¿latinismos, latinazgos?) que son ya de dominio público porque las hemos visto y leído en tantos documentos legales que pasan por nuestros ojos, propios y ajenos (los documentos). Y luego hay que interpretarlos en las tertulias de café, y ya eso no. Una cosa es la legalidad y otra la tontería.
Y en este punto redondeamos el escrito de hoy: es el sistema que nos envuelve, nos circuncida y nos obliga a interpretar como serias y cruciales, unas cuestiones que, además de no tener gracia alguna, son objeto de una burda engañosa e insultante manipulación, inalcanzable e inabarcable, para nuestra ‘pauperrimisada’ inteligencia (si es que tal cosa existiera o existiese). Ni siquiera son hechos reales, sólo ficción y letras sobre un papel. Como esto que tecleo ahora, y a lo que no debería su eminencia prestar la más mínima atención y credibilidad porque sólo es una expresión de… desgracias, indicios y sospechas, sin prueba alguna. O como dijo un gran amigo y excelente politicastro (o, más bien todo lo contrario en ambos casos) hace poco: "Roma locuta, causa finita est".
Salve.
Carlos Lamas.
Noviembre, primeros días: no hace nada de calor, con lo que el cambio climático ha cambiado según desde cuándo. Y para no cambiar, como dice la ¡cantante! Yurena -qué antes se llamaba distinto ¿o no?- seguimos cambiando, que la naturaleza es voluble (como toda ‘Donna’) y tiene unas prisas, oiga...