26/10/2025
| El pasado viernes, la Parroquia Santa María Magdalena se convirtió en el epicentro de la fe y la devoción con la celebración del solemne Besamanos a Nuestra Señora de las Angustias. Desde primera hora, una incesante fila de hermanos y fieles de la Cofradía de la Esperanza acudió con humildad y recogimiento para postrarse ante su titular, en un acto que se erigió como un verdadero oasis espiritual en medio del ajetreo cotidiano. La Virgen, ataviada con su mejor ajuar, lucía majestuosa y serena, sobre un altar de cultos exornado con exquisito gusto, donde el aroma a incienso se mezclaba con el murmullo de las oraciones y el suave roce de las manos que buscaban consuelo y amparo al tocar la suya. Este emotivo encuentro, cargado de tradición y fervor, volvió a estrechar los lazos entre la Madre y sus hijos, que encuentran en este gesto de cercanía la renovación de su fe.
Sin embargo, más allá de la fastuosidad del montaje o de la belleza de sus galas, lo que verdaderamente conmovía a cuantos se acercaban era la sobrecogedora expresión de la Virgen. Nuestra Señora de las Angustias posee una conmovedora mirada que, si bien se dirige sutilmente hacia el suelo, parece penetrar en el alma de quien la contempla. Es un rostro de dolor contenido, de una pena sublime que no se desborda, sino que invita a la reflexión profunda sobre el misterio del sufrimiento. Es en esa sutil inclinación de la cabeza y en el hondo pozo de sus ojos donde el devoto halla el consuelo; una mirada maternal que, aunque bañada en lágrimas de cristal, transmite una dulzura inmensa y una resignación ejemplar, ofreciendo a quien la besa la mano la paz y la esperanza que solo la Madre de Dios puede dispensar.
Hermandad Sacramental de la Esperanza de Arahal
Fotografías: David GB.