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"El Faro y la Marea"Las cartas se acumulaban sobre la mesa del comedor, cada una comenzando con las mismas palabras: "No...
06/04/2025

"El Faro y la Marea"

Las cartas se acumulaban sobre la mesa del comedor, cada una comenzando con las mismas palabras: "No me olvides, solo esperé que volvieras".

Mariano las escribía cada noche mientras el reloj de pared marcaba las horas con un tic-tac que le taladraba el cráneo.

Afuera, la ciudad dormía, pero él libraba su batalla particular contra las sombras. "Y mis miedos y la noche se apoderaron de mí", garabateaba en la enésima hoja, sintiendo cómo "la soledad me abraza, fría y sin consuelo", como esas mantas húmedas de los hospitales que nunca calientan del todo.

En el dormitorio, la lámpara seguía encendida del lado de Elena. Su almohada conservaba el hueco de su cabeza, un molde perfecto que Mariano se resistía a alterar.

A veces, al amanecer, creía ver su silueta entre las cortinas. "Y en la oscuridad, tu recuerdo es mi anhelo", susurraba extendiendo la mano hacia nada.

El departamento se había convertido en un museo de ausencias. El armario semivacío donde colgaban tres vestidos que ella no se llevó. El espejo del baño que ya no empañaba su aliento matutino.

"Tu ausencia me pesa, un vacío en mi interior", confesaba a la taza de café que seguía comprando para dos.

Los vecinos decían que estaba perdiendo la cabeza. Que era malsano conservar todo como en aquel octubre cuando ella partió hacia el norte.

Pero Mariano sabía algo que ellos ignoraban: Elena no se había ido por voluntad propia. El autobús que la llevaba a visitar a su madre ahora yacía en un barranco, su destino final marcado con cruces de madera y fotos ajadas por la lluvia.

"Cada minuto sin ti es un tormento sin fin", escribió esa noche con letra temblorosa. La tinta se corría igual que sus lágrimas sobre el papel.

Soñaba con mil regresos imposibles: escuchar su risa al quemar las tostadas, encontrar sus cabellos castaños en el desagüe, incluso discutir por esa manía que tenía de dejar los zapatos en medio del pasillo.

"Sueño con tu regreso, con tu voz y tu calor", porque solo así, "juntos podamos vencer el dolor".

El psicólogo le hablaba de etapas del duelo. Los amigos, de seguir adelante. Pero Mariano había construido su mundo alrededor de un amor que la muerte no sabía romper.

"No me olvides, te lo ruego con fervor", imploraba a las fotos del álbum, "porque sin ti, mi vida se pierde en el error".

En el muelle, donde solían ver atardecer, Mariano encendía una vela los viernes. Las olas le devolvían ecos de su voz: "Eres mi luz en la sombra, mi guía en la tempestad".

Y aunque sabía que ningún milagro la traería de vuelta, seguía esperando. Porque mientras mantuviera viva su memoria, "solo con tu regreso volverá la serenidad".

Y el mar, indiferente, seguía arrastrando sus palabras hacia el horizonte donde alguna vez, quizás, el dolor se convertiría en paz.

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"El Peso de la Intolerancia"Lo vi desde el principio: su mirada se endurecía cuando alguien hablaba con acento distinto,...
30/03/2025

"El Peso de la Intolerancia"

Lo vi desde el principio: su mirada se endurecía cuando alguien hablaba con acento distinto, su sonrisa se congelaba ante costumbres que no entendía.

"Quien no acepta las diferencias, mejor no tenerle en cuenta", me repetía mientras observaba cómo poco a poco su mundo se hacía más pequeño.

Primero fueron los vecinos cuyas fiestas le parecían "demasiado ruidosas". Luego, los compañeros de trabajo cuyos modismos le irritaban.

Al final, hasta la familia dejó de visitarlo; decía que sus sobrinos eran "malcriados" por crecer en otra cultura.

El día que murió, su casa era un museo de prejuicios: calendarios vencidos, fotos sin rostros recortadas, ventanas cerradas para que no entraran "olores extraños".

En el velorio, alguien comentó lo solo que se había quedado. Yo miré el ataúd forrado con la bandera de su equipo (única identidad que aceptó sin cuestionar) y pensé en la ironía: había pasado la vida rechazando diferencias, y al final, la muerte —la gran igualadora— lo recibió exactamente como a todos.

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LA REALIDAD ES QUE CADA PASO QUE DAMOS SIEMPRE SERÁ UN RETO.Cada mañana, al despertar, siento el peso de la rutina como ...
18/03/2025

LA REALIDAD ES QUE CADA PASO QUE DAMOS SIEMPRE SERÁ UN RETO.

Cada mañana, al despertar, siento el peso de la rutina como una losa sobre mis hombros.

El mundo parece exigirme que me mueva, que avance, pero hay días en los que incluso respirar se siente como un esfuerzo titánico.

A veces, cada paso que damos es un verdadero reto. Lo sé. Pero también sé que quedarse quieto no es una opción. En moverse está la vida, aunque duela, aunque cueste.

Hoy, como tantas otras veces, me obligo a levantarme. Mis pies tocan el suelo frío, y por un momento dudo. ¿Para qué? ¿Por qué no quedarme aquí, en la seguridad de lo conocido, aunque sea incómodo?

Pero algo dentro de mí, una voz tenue pero persistente, me recuerda que la vida no ocurre en la quietud. Que cada paso, por pequeño que sea, es un acto de resistencia, de esperanza.

Camino hacia la ventana y abro las cortinas. La luz del amanecer se filtra, tibia y dorada, iluminando el polvo que flota en el aire.

Es curioso cómo algo tan insignificante puede parecer hermoso bajo la luz adecuada. Tal vez yo también soy así: imperfecto, lleno de grietas, pero capaz de brillar si me permito seguir adelante.

No sé qué me depara el día, ni si tendré la fuerza para enfrentarlo. Pero sé que no me quedaré quieto. Porque en cada paso, en cada movimiento, está la posibilidad de algo nuevo. Y eso, aunque sea pequeño, es suficiente para seguir.

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TITULO: "La sombra del aplauso"  "El ego de las personas constantemente necesita ser reconocido por sus acciones y activ...
09/03/2025

TITULO: "La sombra del aplauso"

"El ego de las personas constantemente necesita ser reconocido por sus acciones y actividades."

—Oye, ¿te acuerdas de cuando éramos niños y queríamos que la maestra nos felicitara por cada dibujo que hacíamos? —preguntó Carlos, mientras jugueteaba con la taza de café entre sus manos.

Estaban sentados en un pequeño café del centro, el ruido de la calle entrando por la ventana entreabierta.

—Claro que me acuerdo —respondió Ana, sonriendo con nostalgia—. Parecía que si no nos decía "muy bien", el dibujo no valía nada. Era como si necesitáramos que alguien más le diera sentido a lo que hacíamos.

Carlos asintió, mirando hacia afuera, donde un grupo de adolescentes pasaba riendo, cargando mochilas llenas de libros y sueños.

—Es curioso —dijo—, pero no creo que eso cambie mucho con los años. Mira a la gente en sus trabajos, en sus relaciones, incluso en el gimnasio. Todos buscan que alguien les diga "bien hecho", que les den una palmadita en la espalda.

Como si no pudiéramos sentirnos bien con nosotros mismos sin que otro nos lo confirme.

Ana tomó un sorbo de su café, pensativa.

—Sí, pero ¿qué pasa cuando no llega ese reconocimiento? —preguntó—. ¿Te has fijado en cómo la gente se desmorona cuando no obtiene la aprobación que espera? Es como si todo su esfuerzo perdiera valor de repente.

—Exacto —dijo Carlos, inclinándose hacia adelante—. Es como si estuviéramos atados a la opinión de los demás.

Y lo peor es que eso nos desvía. En lugar de hacer las cosas porque realmente queremos hacerlas, terminamos actuando para impresionar a otros. ¿Te das cuenta? Nos volvemos esclavos de lo que piensen los demás.

Ana suspiró, recordando algo.

—Mi abuela siempre decía que la peor forma de herir a alguien era ignorarlo. Como si la indiferencia fuera un arma. Y creo que tiene razón.

Cuando alguien espera que lo vean, que lo reconozcan, y no obtiene nada, es como si lo borraran de un plumazo.

—Pero ahí está el problema —interrumpió Carlos—. Si dependemos de que otros nos vean, nos validen, nos den su aprobación, nunca seremos libres. Siempre estaremos esperando algo que puede que nunca llegue. Y eso… eso nos consume.

Ana asintió, mirando su reflejo en la ventana.

—Entonces, ¿cuál es la salida? —preguntó, casi en un susurro.

Carlos sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—La salida es dejar de buscar afuera lo que solo podemos encontrar adentro —dijo—. Aprender a reconocernos a nosotros mismos.

A valorar lo que hacemos, no porque alguien más lo apruebe, sino porque para nosotros tiene sentido. Porque nos mueve, nos inspira, nos hace sentir vivos.

Ana lo miró, y por un momento, pareció que algo dentro de ella se iluminaba.

—Es difícil, ¿no? —dijo—. Desprenderse de esa necesidad de aprobación. Pero creo que tienes razón. Si no lo hacemos, nunca seremos realmente dueños de nuestras decisiones, de nuestros sueños.

—Exacto —dijo Carlos, levantando su taza como si fuera un brindis—. Porque al final, el único reconocimiento que realmente importa es el que viene de aquí —señaló su corazón—. El resto es solo ruido.

Ana sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que algo dentro de ella se soltaba, como si hubiera estado cargando un peso que ya no necesitaba llevar.

Y en ese momento, supo que, aunque el camino no fuera fácil, valía la pena intentarlo. Porque al final, la única opinión que realmente importaba era la suya propia.

©Jose Luis Vaquero | entrepaginas.es

TITULO: Quedarse y luchar: Un diálogo de reconciliaciónEl: Sé que las cosas no han sido fáciles... y a veces pienso que ...
04/03/2025

TITULO: Quedarse y luchar: Un diálogo de reconciliación

El: Sé que las cosas no han sido fáciles... y a veces pienso que sería más simple decir adiós.

Ella: Lo sé, yo también lo he pensado. Pero ¿qué pasaría si nos rendimos ahora? ¿Realmente queremos eso?

Él: No, no quiero. Pero duele ver cómo nos lastimamos.

Ella: Duele, sí. Pero ¿no duele más la idea de dejarlo todo atrás? Hemos construido tanto juntos...

Él: Tienes razón. Decir adiós sería lo fácil, pero no lo que realmente quiero. Quiero quedarme, luchar por nosotros.

Ella: Yo también. No quiero huir. Quiero arreglar esto, aunque sea difícil. Porque sé que valemos la pena.

Él: A veces siento que no soy lo suficientemente fuerte para esto.

Ella: Pero lo eres. Quedarte, a pesar de todo, eso es fortaleza. Y no estás solo, estamos juntos en esto.

Él: ¿Y si volvemos a fallar?

Ella: Tal vez fallemos, pero también podemos aprender. Lo importante es que lo intentemos, que no nos demos por vencidos.

Él: Tienes razón. No quiero perderte. Quiero quedarme y construir algo mejor, contigo.

Ella: Yo tampoco quiero perderte. Y sé que si nos apoyamos, podemos salir de esto más fuertes.

Él: Entonces, ¿lo intentamos?

Ella: Sí, lo intentamos. Porque somos más fuertes juntos que separados.

REFLEXIÓN:

No es más fuerte quien dice adiós, sino quien, a pesar de las dificultades, decide quedarse.

La verdadera fortaleza no está en huir, sino en enfrentar los desafíos con determinación y amor.

Quienes eligen quedarse demuestran un compromiso profundo, resiliencia y la capacidad de luchar por lo que valoran.

Decir adiós puede ser fácil, pero quedarse y construir desde las ruinas requiere coraje y un corazón inquebrantable.

La vida no siempre es sencilla, pero aquellos que perseveran son los que escriben las historias más inspiradoras.

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© copyrigth: Jose Luis Vaquero

Cuando el viento no sople a tu favor....El velero flotaba en un mar de plomo, las velas caídas como alas rotas. Desde qu...
15/02/2025

Cuando el viento no sople a tu favor....

El velero flotaba en un mar de plomo, las velas caídas como alas rotas. Desde que el viento cesó, el horizonte se volvió un espejo sin fin.

Recordó a su abuelo, lobo de mar: "Si el aire no empuja, rema con las cicatrices".

Sus manos, finas como pergamino, desplegaron los remos. Cada golpe de rienda desgarraba el agua quieta, dibujando surcos que la luna convertía en plata líquida. No avanzaba, pero el esfuerzo templaba su miedo.

Al tercer día, cuando la tormenta rugió, sus brazos ya sabían bailar con la ira del océano.

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Cuando alguien «se instala» en tus pensamientos, reflexiona en lo que sientes...A veces, sucede. Casi sin saber cómo, la...
09/02/2025

Cuando alguien «se instala» en tus pensamientos, reflexiona en lo que sientes...

A veces, sucede. Casi sin saber cómo, la presencia de alguien se adhiere al rumor de todos tus pensamientos y te vuelve cautivo/a.

Es cierto que algo así es abrumador en caso de que tengas pareja, pero esto no siempre significa que dicho vínculo esté condenado al fracaso.

Lo más importante es darte tiempo para reflexionar sobre tus sentimientos y analizar la relación actual.

Aunque te sorprenda, estas vivencias sirven muchas veces para avivar aún más tu vínculo afectivo. Hacen que te des cuenta de aspectos que no se estaban atendiendo.

En otros casos, esa fascinación repentina y chispeante acaba en nada. La introspección y la búsqueda de soluciones constructivas mediarán en tu bienestar y en la correcta toma de decisiones.

Pulicado en: entrepaginas.es

El dolor es como las raices se riega en silencio para que la vida siga brotando...entrepaginas.es
08/02/2025

El dolor es como las raices se riega en silencio para que la vida siga brotando...
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Y recorría a la ciudad y sus calles vacías pensando que estabas ahí, que seguía siendo mía....entrepaginas.es
02/02/2025

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Acepto el reto y los cambios que puedan traerme los acontecimientos nuevos...entrepaginas.es
27/01/2025

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Las palabras son así, ten cuidado al pronunciarlas....   entrepaginas.es
26/01/2025

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