16/09/2025
Esta novela de Manuel García Menéndez viene a sumarse a las que han convertido en territorio literario un espacio urbano y social tan reconocible como el que recibiera los nombres de Vetusta, Lancia, Pilares o Fontán. Para no inventar lo ya inventado, en «El visitante impropio» se le denomina Uviéu.
Envuelta en el papel amarillento de los periódicos viejos y sus historias de crímenes y folletines de misterio viene esta novela de género que solo contiene género de primera, de la mejor literatura. Son los días previos a la primavera de 1890 y el inspector especial Marcos Engrueba, aficionado a las noches de parranda y juego, entretiene los días en ir cerrando, sin mayores problemas, algunos casos junto a sus colaboradores de la policía gubernativa de Madrid. Pero los superiores de Engrueba tienen para él planes bien distintos: deciden enviarlo a Uviéu con el encargo de resolver lo que alguien define como «un as*****to espantoso», que parece habérseles atravesado a los iniciales responsables de la investigación. Los motivos de los jefes para alejar a Engrueba de su acomodo en Madrid son varios: es hijo de asturianos, es experto en algunas de las técnicas de investigación policial más avanzadas que se conocen en la Europa de la época, y está acostumbrado a resolver crímenes cuando median implicaciones políticas, como parece ocurrir en este caso. A través de las páginas de «El visitante impropio» vamos conociendo las ideas y los métodos de Marcos Engrueba y cómo se relaciona con los policías que tienen que ponerse a sus órdenes, pese a que lo consideran un intruso, y con ciertos personajes de la sociedad uvieína a los que va tratando por trabajo o por ocio. Y descubrimos las claves que en relación con el crimen nos va proporcionando la historia, contada de forma paralela, de Xulián Prieto, un mozo que está a jornal en la estación del Norte de Uviéu.
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