16/09/2025
XLII DIA DE LA BIEN APARECIDA EN LAS CARCOBAS
En el barrio de Las Cárcobas —ese balcón de Laredo que José Padrones (MOYDE), ya ausente, dejó dicho para la posteridad— el quince de septiembre amaneció con tristeza y nubarrones, como quien pide permiso. Sin embargo, fueron muchas las personas que ascendieron a ese privilegiado barrio, desafiando el tiempo.
La imagen —pequeña y vecinal, la "apareciduca"— salió en andas llevada por los del barrio. Delante, la cruz; detrás, el murmullo de las letanías y, intercaladas por las voces claras de Las Panchoneras de Laredo, con Alfonso Oruña dirigiendo la batuta, y que por primera vez subían al barrio, sabiendo poner solemnidad, sin quitarle buen humor a la mañana.
La misa mayor, como siempre a las 12 del medio día, concelebrada por nuestro párroco don Juan Luis, acompañado por don Raúl, reunió a todos los presentes para vivir, al aire libre y desde este mirador privilegiado, un acto de devoción y encuentro alrededor del tablón de bolos que identifica el barrio.
Don Juan Luis, en un "acto caritativo" nos “perdonó” la homilía, por prudencia ante la lluvia —no fuese a que algún devoto saliera con catarro—. Eso sí, dejó aviso: si Dios quiere, y querrá, estaremos todos y “recuperaré el tiempo de homilía perdido hoy”.
Unidos x Laredo estuvo presente en los actos. Los concejales, Ramón Arenas, Lucas Roiz y Rosalía Díaz se trasladaron a Las Cárcobas a vivir la procesión y el encuentro: caminaron junto a los vecinos, saludaron y escucharon las historias del barrio y compartieron la presencia festiva de todos los que allí subieron.
Su presencia fue apoyo explícito a la tradición — y como dijo Ramón Arenas “ para sostenerla, puesto que lo municipal e institucional, también se escribe con presencia, con pasos, con tiempo y con respeto a las fiestas y tradiciones”.
Esta fiesta no siempre fue así de grande. En 1983 —lo recuerda Noé del Río (segunda generación) , con la paciencia de quien ha visto crecer las cosas por dentro— aquello era casi un ensayo general: entre la apareciduca y los bolos el barrio fue tomando relieve hasta volverse costumbre, y de la costumbre, tradición.
A lo largo del día se calcula que pasaron por Las Cárcobas más de quinientas almas —unos 250 por la mañana y en torno a 300 por la tarde— pese al cielo nublado y la lluvia intermitente.
Hay nombres propios que sostienen esta fiesta y celebración como son Miguel del Río (tercera generación) que firmó el cartel con pulso festivo; Teresa Ateca del Río que engalanó a la Patrona —“tan bonita”, dice alguno, y es verdad—.
Y, como siempre, la familia Del Río–San Sebastián, con su matriarca, Josefa San Sebastián Linares, al frente, coordinando con cariño, la intendencia, junto a sus hijos, nietos, familia y otros vecinos: más de veinticinco manos para que nada falte. “Solo nos falta hacer una carroza”, bromea, a veces Noé del Río.
Así, año tras año —cuarenta y dos ya—, Las Cárcobas honra a la Bien Aparecida, patrona de Cantabria, con devoción de barrio y horizonte de mar. No hay grandilocuencia: hay ceremonia; no hay ruido: hay música; no hay discursos huecos: hay palabras a la distancia justa, la de la vecindad.
El barrio de las Cárcobas sigue vivo y en su corazón, Josefa, alma de todo, alza la mirada y recuerda en silencio a su amado marido, Miguel Del Río García, que se fue hace ya nueve años.