03/07/2025
Después de mucho tiempo sin venir por aquí, vuelvo a desahogarme.
Hoy me siento roto. Estoy escribiendo desde la sala de despertar mientras esperamos que nuestro hijo salga del quirófano. Le han tenido que extirpar un testículo porque el cáncer ha vuelto.
Nunca pensé que tendría que escribir estas palabras otra vez. Pensaba que ya habíamos pasado lo peor, que la pesadilla había terminado, que ahora solo nos quedaban revisiones y aprender a vivir con el miedo. Pero no. La vida, o lo que sea esto, nos tenía preparada otra hostia más.
Cuando los médicos te dicen “ha vuelto a aparecer”, el tiempo se detiene. No oyes nada más, no entiendes nada. Solo piensas: no puede ser, no otra vez, no él. Él ya ha luchado demasiado. No es justo. Y sí, sé que la vida no es justa, pero hoy la siento más cruel que nunca.
Como padres, te sientes absolutamente impotente. Harías cualquier cosa por cambiarte por él, por que fuera a ti a quien le tocara pasar por todo esto. Pero no puedes. Solo puedes estar aquí, esperando fuera, mientras lo duermen, lo operan, lo abren, lo curan… o lo intentan. Y tú fuera. Esperando. Sufriendo.
No puedo evitar pensar en todo lo que le espera otra vez: pruebas, ingresos, pinchazos, tratamientos duros que lo dejan sin fuerzas, días sin poder jugar como los demás niños, noches enteras sin dormir, miedo, tristeza, dolor…
Y, como padre, duele en el alma saber que por mucho que quieras protegerlo, no puedes evitarle ese camino. Solo puedes caminar a su lado y sostenerlo cuando caiga.
Hoy estoy cansado. Hoy estoy enfadado con todo. Con la vida, con el mundo, con este p**o cáncer de mi**da que no da tregua. Estoy asustado, porque no sé cómo vamos a volver a pasar por todo esto otra vez.
Pero también sé que lo haremos. Porque él no merece menos. Porque él, a pesar de todo, siempre ha sonreído, siempre ha luchado, siempre nos ha dado lecciones que ningún adulto podría enseñar.
Ahora solo quiero verle abrir los ojos, decirnos que tiene hambre, que quiere irse a casa, que quiere jugar. Y abrazarlo muy fuerte, aunque el miedo no se vaya, aunque la herida esté abierta y no sepamos cómo cerrarla.
Hoy no puedo maquillar lo que siento. Hoy solo puedo decir que esto es una mi**da. Que me duele el alma. Que tengo miedo. Pero que, aunque tiemble por dentro, aquí sigo. Con él. Por él. ACABAREMOS COM EL BICHO UNA VEZ MÁS