25/09/2025
EFEMÉRIDE: un día como hoy, 25 de septiembre, nació el escritor estadounidense William Faulkner en 1897 (premio Nobel de literatura 1949). EL SUR COMO HERIDA ABIERTA.
Cuando se habla de William Faulkner, se habla de uno de los nombres más desafiantes y deslumbrantes de la literatura del siglo XX. Autor de novelas como «El ruido y la furia», «Mientras agonizo» o «¡Absalón, Absalón!», Faulkner construyó un universo literario que no se contentó con narrar historias: las desenterró, como si fuesen fósiles del alma humana.
Pero ¿quién fue este hombre que escribió frases tan largas como un párrafo y silencios tan densos como un cementerio sureño?
Nacido en Misisipi en 1897, Faulkner fue un cronista del sur de Estados Unidos como idea, como espacio y como trauma. No solo narró sus paisajes rurales y decadentes, sino también la culpa histórica, el racismo, la memoria familiar, la violencia y el peso de lo no dicho.
Su universo ficticio, el condado de «Yoknapatawpha», fue una creación tan minuciosa que lo dibujó como un mapa, con sus caminos, ríos, haciendas, cementerios y linajes familiares. De hecho, en ediciones posteriores de sus libros, Faulkner incluía ese mapa, firmado como si fuese su obra maestra como geógrafo de las emociones rotas.
Un Nobel sin traje
Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1949, Faulkner fue premiado por "su poderosa y artísticamente única contribución a la novela americana contemporánea". Su discurso de aceptación sigue siendo una pieza clave del pensamiento literario del siglo XX, con frases como:
“El escritor no debe olvidar nunca que la historia del corazón humano en conflicto consigo mismo es lo único que merece ser escrito.”
Pero lo curioso es esto: cuando le comunicaron que había ganado el Nobel, Faulkner estaba trabajando como cuidador de una granja, y no tenía teléfono en casa. El comité sueco tuvo que buscarlo durante días. Él, mientras tanto, seguía alimentando animales, sin saber que el mundo acababa de nombrarlo una de las voces más importantes de la literatura mundial.
Faulkner y el whisky
No es un secreto que Faulkner tuvo una relación estrecha con el alcohol, como otros escritores de su tiempo. Pero lo interesante no es el estereotipo, sino el modo en que el propio Faulkner lo asumía: no como excusa, sino como herramienta.
Se cuenta que decía: “Civilization begins with distillation.” ("La civilización comienza con la destilación"). No lo decía solo como provocación: para Faulkner, el whisky era también parte de la voz sureña que quería capturar. Lo usaba no para escapar de la realidad, sino para entrar en ella desde otro ángulo.
¿Por qué leer a Faulkner hoy?
Porque leer a Faulkner es aprender a leer de otra manera. Es entrar en una narrativa donde el tiempo no es lineal, donde los personajes piensan en capas superpuestas, y donde las emociones no se explican, sino que se infiltran.
Es difícil, sí. A veces incluso frustrante. Pero en ese esfuerzo, el lector se transforma también. Comprende que la historia no es una línea recta, que el alma no es un espejo limpio y que el lenguaje —cuando se retuerce y se arriesga— puede llegar más lejos que cualquier moral.
William Faulkner fue un escritor que no tuvo miedo de incomodar, ni al lector ni a la literatura. Su mundo fue profundamente local —el sur de Estados Unidos—, pero su mirada fue universal. Habló de la culpa, de la memoria, del tiempo, de la muerte, de la identidad y del dolor con una profundidad difícil de igualar.
Y mientras la mayoría escribe para ser entendida, Faulkner escribió para ser excavado; porque sus libros no se leen: se desentierran.