25/04/2025
En las profundidades de la selva guatemalteca, lejos de las rutas turísticas, el equipo de la Dra. Isabella Rossi buscaba vestigios de una civilización perdida. Llevaban semanas excavando cerca de unas ruinas anómalas, estructuras que no encajaban del todo con el estilo maya conocido.
Fue K'aytun, el guía local, quien notó la extraña vibración bajo sus pies. Despejaron la tierra y encontraron, no piedra tallada, sino una placa metálica de un material desconocido, frío al tacto a pesar del calor sofocante. Al limpiarla, reveló inscripciones complejas, geométricas, distintas a cualquier escritura terrestre.
Mientras documentaban el hallazgo, la placa emitió un suave pulso de luz verdosa y un sonido bajo, un zumbido que erizó la piel. No había cables, ni fuente de energía visible. Era tecnología imposible para cualquier cultura precolombina... o humana. ¿Un artefacto olvidado? ¿Un mensaje de las estrellas enterrado hace eones? El equipo se miró, el asombro mezclado con un escalofrío ancestral. Habían tropezado con algo que reescribiría la historia, algo... no de este mundo.