23/06/2025
1974. El último Sereno de la calle Bravo Murillo, se llamaba Justo Menéndez. A punto de desaparecer este entrañable oficio, 1974.
Muchos habréis oído hablar de los antiguos Serenos, pero los más jóvenes, seguro que algo menos.
Los Serenos durante muchos años fueron los guardianes nocturnos de las calles de Madrid y de otras muchas ciudades España.
En su origen, las funciones que tenían, entre otras, era activar el alumbrado de la ciudad, por ello, popularmente también eran conocidos como «faroleros» y hacer «rondas nocturnas» para preservar la seguridad en las calles.
Aparte de todo esto, con el tiempo comenzaron a asumir otras funciones no oficiales, buscando alguna propina, siempre y cuando lo requería la ocasión. Por ejemplo, acompañar a los vecinos a sus viviendas y abrir el portal, ahuyentar a malhechores, avisar a los servicios sanitarios cuando ocurría un accidente o avisar a la policía en caso de necesidad.
El uniforme que llevaban para llevar a cabo el oficio se ha convertido en un referente del tipismo madrileño. Consistía en lo siguiente: capote gris, gorra de plato, un chuzo -era un arma defensiva que consistía en un palo de madera-, un silbato de bronce y un buen manojo de llaves.
Su presencia era fundamental sobre todo a partir de las diez de la noche, cuando para entrar en la vivienda era necesario que el sereno abriera el portal.
Entonces en esa época, la persona en cuestión para que el sereno le abriera el portal, tenía que dar fuertes palmadas y gritar ¡¡SEREEENOOO!!!. Entonces, a esta llamada ellos respondía con un ¡¡¡VAAA!!! y daban un golpe al suelo con el chuzo.
¿Te imaginas hacer esto ahora?
Con la llegada de los porteros automáticos la figura del sereno, poco a poco, va desapareciendo hasta que a finales de los años 70 desaparece por completo su oficio.
Un afectuoso recuerdo y homenaje para todos los que ejercieron este oficio.
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