
08/06/2025
HE ATRAVESADO SIRAT Y
HE SOBREVIVIDO
Ya he escrito sobre mis primeras impresiones de Sirat de Oliver Laxe. Ha pasado una semana. Pensé que había logrado ordenar mis pensamientos, pero sigo siendo capaz de hablar solo desde una percepción muy personal y visceral.
Eso mismo he estado preguntando a mis amigos que ya han visto la película. Creo que, en el caso de Sirat, ha sido más interesante hablar no tanto de referencias o influencias (Sorcerer, 1988, The vanishing (1988), Apocalypses now, etc.) —aunque, sin duda, la película ha merecido un análisis profundo, — sino de cómo cada uno de nosotros ha vivido este viaje al in****no.
Ver “Sirat” de Oliver Laxe fue para mí una experiencia nueva.
He experimentado exactamente lo que el director mencionó antes de la proyección (en el vídeo del post anterior). Miraba la pantalla como si hubiese salido de mi propio cuerpo, y al mismo tiempo sentía la película con los cinco sentidos. Este simbólico bardo (estado transitorio del alma) me ha provocado una disonancia emocional: me sentí como petrificada.
A parte de ser un purgatorio que espectador atraviesa junto a los personajes, el viaje que nos propone el realizador, promete éxtasis.
Visual: los atardeceres del Sahara, los cañones de una belleza insólita, la hipnosis de la carretera nocturna perdida al estilo Lynch.
Y también sonoro: desde el techno trance hasta una filigrana casi bressoniana — en los matices del viento, la arena, o del propio aire abrasador.
Ver Sirat de Oliver Laxe es imprescindible.
Mi propio distanciamiento emocional, quizás, no ha sido sino un un mecanismo de defensa. Tal vez, “no hay que esperar demasiado del fin del mundo”, y simplemente seguir caminando por el Sirat.